'Jesús se despoja de todo para entrar en el ´hueso´ de la miseria humana'
- 24 de marzo, 2024
- San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
Lo destacó el obispo de San Isidro, Mons. Oscar Ojea, en su reflexión semanal centrada en el Domingo de Ramos, en la que invitó a "dejarse convertir por el Espíritu" en Semana Santa.
El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, recordó que, con la celebración del Domingo de Ramos, comienza la Semana Santa y reconoció que siempre se preguntó sobre la actitud del pueblo durante la semana mayor de la cristiandad.
“Cómo cambia desde la gloria del domingo de Ramos, pasando a la Pasión. Cómo va cambiando esta liturgia del domingo de Ramos: empezamos recibiendo al Señor con nuestras palmas, con alegría, y terminamos con la lectura de la Pasión, que nos hunde en el misterio de la Pascua; y termina el relato de la Pasión de San Marcos con la expresión de la fe del centurión: 'Verdaderamente este hombre era hijo de Dios'”, detalló.
“El centurión ha contemplado ese grito de amor de Jesús en la Cruz, ha visto él mismo en acción la entrega de Jesús; entonces se deja sorprender y, de un modo admirable, siendo pagano, el testimonio del relato es que expresa su fe en Jesús, el hijo de Dios”, destacó.
El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y obispo de San Isidro profundizó: “¿Por qué cambia el ánimo del pueblo, por qué en menos de una semana pasa de gritar 'Hosanna al hijo de David' a decir: ‘Crucifícalo, crucifícalo’? En realidad, muchas veces miramos a Jesús y nos llenamos de admiración, como admiramos también a tantas personas y nos excita a veces su modo de proceder, y lo ponderamos y alabamos”.
“Admirarse responde a nuestra propia imagen, vamos acariciando lo que nosotros deseamos, lo que queremos y lo vemos plasmado allí, en un líder, en un ídolo y, sin embargo, Jesús no quiere ser sujeto de admiración; por eso rechazó siempre cuando iban a hacerlo Rey. Una cosa es admirarse y otra cosa es llenarse de asombro y estupor”, diferenció, y afirmó: “El asombro y el estupor dejan entrar la realidad, la realidad de la vida; por eso, en la Semana Santa estamos llamados a convertirnos, no a conmovernos solamente”.
“Una cosa es la admiración y otra cosa es la sorpresa y el asombro, dejándome enseñar por Jesús, dejar que Jesús entre verdaderamente en mí ¿Y cómo entra? Ese estar montado en un asno está anunciando que entra por la humillación; no hay humildad sin humillación, entra humilde en Jerusalén y en nuestra vida, montado en un asno para indicar qué tipo de Rey es. Un Rey con otro poder, un Rey del Reino, Reino de verdad, de justicia, de amor y de paz; entonces, por la humillación, como dice la Carta a los Filipenses, se despojó de su rango”, subrayó.
Monseñor Ojea recalcó: “Jesús se despoja de todo para poder entrar en el hueso de la miseria humana y asumir todo aquello que a nosotros nos asusta, nos da miedo, todo lo que nos da vergüenza, todo lo que nos repugna; todo eso es asumido por Jesús en su cuerpo y en su alma”.
“Dejémonos convertir en esta Semana Santa. Dejemos que el Espíritu nos convierta, dejemos de lado la admiración, que nos lleva a buscar solo aquello que es nuestra propia imagen y nuestra propia idea; así como los apóstoles, que tenían la idea del Mesías triunfante y todo ese pueblo que lo admira, también. Dejémonos penetrar por este verdadero Jesús, que asume la humillación para ser el Rey humilde que todos verdaderamente necesitamos”, concluyó.+