Jueves 14 de noviembre de 2024

Expectativa en la Amazonía peruana por la llegada de los misioneros argentinos

  • 12 de abril, 2022
  • Buenos Aires (AICA)
El sacerdote Miguel Piovesán dialogó con la revista Iglesia Misionera Hoy, y dio detalles sobre la expectativa de las comunidades peruanas ante la inminente llegada de ocho misioneros argentinos.
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Con el envío de ocho misioneros a la Amazonía peruana, comienza a concretarse el proyecto misionero que Obras Misionales Pontificias de la Argentina lleva adelante con el apoyo de la Conferencia Episcopal Argentina.

Los misioneros serán enviados al vicariato de Puerto Maldonado, desde donde el sacerdote Miguel Piovesan, brindó una entrevista a la revista Iglesia Misionera Hoy, contando detalles sobre el lugar que será territorio de misión y las expectativas con que los lugareños esperan a los argentinos.

El sacerdote detalló las características de un Vicariato, y su importancia en la dimensión local de la Iglesia. Además, dio los pormenores de esa jurisdicción particular, que comprende 35 parroquias y ha sido confiada a los padres dominicos.

También se refirió a las más de 200 comunidades que pertenecen a la parroquia Santa Rosa, donde se desempeñarán los misioneros, en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro; explicó por qué es necesaria la misión allí, y qué esperan de los misioneros.

¿Qué es un vicariato?
La Iglesia universal, en idioma griego católica, está organizada en diferentes niveles. El primero es la mundialidad y estamos unidos a través de Simón Pedro, que es el Papa y tiene sede en Roma donde mucha gente confusa se rebela a los romanos y no entiende que católico apostólico romano no es por el imperio y no es tampoco por una raza, sino que es por los apóstoles que han muerto y están sepultados en Roma, donde han dado el testimonio y donde ha sido su martirio.

Entonces la Iglesia, además de tener una dimensión universal, tiene un aspecto local y ahí están los territorios, y de acuerdo con la madurez de la Iglesia en ese territorio comenzamos con la prelatura territorial, antes llamada nullius, que es la primera organización cuando está en crecimiento. Si la Iglesia ha crecido y ha madurado, luego pasa a ser vicariato apostólico, y si madura pasa a ser diócesis o arquidiócesis.

Nosotros aquí, en esta zona, estamos en un vicariato porque la evangelización ha sido reciente y estamos en camino a la madurez. El vicariato apostólico de puerto Maldonado ha sido confiado a la Orden de los padres dominicos, quienes han venido misionando durante muchos años en este territorio.

Nuestro vicariato comprende alrededor de 35 parroquias. Dispersas enormemente, lejanas una de otra, imaginen que para ir a visitar al obispo, tengo cuatro días de viaje, si tengo suerte y poseo vehículo propio, de lo contrario sería mucho más largo el camino.

Entre una parroquia y otra vecina, por ejemplo, tardo un día para llegar. Un día de viaje si tengo vehículo propio, o dos días si tengo que utilizar los vehículos públicos. Es un territorio extenso, complejo geográfica, cultural, histórica, étnica y religiosamente.

Tiene alrededor de 40 sacerdotes, de los cuales algunos son religiosos, algunos diocesanos y algunos fidei donum, como en mi caso.

¿Cómo es la parroquia del Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem)?
Esta parroquia está en los confines del vicariato, comprende más de 200 comunidades.

La parroquia Santa Rosa del Vraem fue asumida por el vicariato apostólico de Puerto Maldonado hace 3 años, hasta que comencé como párroco era atendida esporádicamente por la arquidiócesis vecina de Ayacucho. Venía de vez en cuando un misionero, hacía lo que podía y no había una continuidad.

¿Era como la tierra, no es cierto? Es muy diferente arar la tierra, sembrar la tierra, cuidar la planta, regar la planta hasta que da fruto, a simplemente una lluvia de verano cada tanto.

Desde mi llegada ha sido impresionante la cantidad de personas que pidieron el bautismo, de los cuales el 80 o 90% son adultos, es decir, no hubo una catequesis y no hubo una presencia de formación religiosa. Y lo tercero, un 50% provienen de Iglesias de hermanos separados. Es decir, donde no estaba nuestra Iglesia, los cristianos han podido llegar.

Nuestra parroquia es Santa Rosa del Vraem (es la sigla del Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro, que se asienta en diez provincias de cinco regiones: Ayacucho, Apurímac, Cusco, Huancavelica y Junín). Es un valle muy grande y a lo largo de esta orilla derecha del río, pertenecemos a Puerto Maldonado, en cambio, del otro lado del río pertenecen a la diócesis de Ayacucho.

En nuestra zona esta es la única parroquia, con 206 comunidades, y se extiende a lo largo de 250 kilómetros. Luego hay arterias que van a los cerros cada 5 o 10 kilómetros, y se llega a una comunidad. Estas comunidades son en su mayoría colonos, pero hay una cuarta parte que son comunidades indígenas quechuas, matsigenka y mayoría asháninkas.

Los colonos provienen de todas partes del país, pero principalmente del Cusco, desde la ciudad de Ayacucho, también de Satipo, Junín y Lima. La actividad principal que movió esta invasión de gente fue la producción de coca. Aquí se siembra coca en todas partes, que es muy abundante con todas las consecuencias y con todos los derivados buenos y malos.

De las 206 comunidades 30 cuentan con capillas precarias, construidas con tablas de madera. Las restantes no tienen templos, pero sí están presentes los evangélicos.

La presencia evangélica es muy fuerte, sobre todo por la ausencia de la Iglesia católica.

Estas comunidades viven de la chacra y de la coca, hay también cultivos alternativos de cacao y café. En cuanto a la fe, el pueblo trae la religiosidad popular que vivió en su ciudad natal. Entonces hay una 'mezcolanza' de muchos sentimientos religiosos, de muchas tradiciones, semipagana, semicristiana, y es como un diamante en bruto que hay que pulir. Falta cultivo, falta catequesis, falta evangelización.

EL Vraem se está desarrollando de una manera muy rápida, está creciendo mucho en número y en poder económico, principalmente por los derivados de la coca.

La vida espiritual es algo innegable en el ser humano, aflora en cada expresión humana, y tenemos sed de cultivar esta dimensión religiosa, pero solo que faltan “los agentes”.

En ese sentido, qué maravilla este grupo de argentinos que viene a sumarse y a dar una mano en este territorio tan extenso, tan necesitado, tan deseoso de cultivar.

¿Por qué es necesaria la Misión? Los anunciadores
Cada Papa se dedica a refrescarnos una verdad que viene de la fe y que viene desde Jesucristo resucitado que les dice a sus apóstoles: vayan por todo el mundo y anuncien que he resucitado. Y aquí en el Vraem necesitamos “anunciadores”.

No solamente anunciadores de la buena noticia, sino acompañadores para realizar la buena noticia, que es diferente.

Entonces decimos que la misión es necesaria porque es una verdad intrínseca a la esencia de la Iglesia, una Iglesia que no es misionera no es Iglesia, una Iglesia que se encierra y no transmite y no comparte, es un club o una empresa, pero no es una Iglesia.

¿Qué esperan de los misioneros que irán desde la Argentina?
Primeramente, valoramos que ya son expertos y vienen de una evangelización, de un trabajo realizado. La Argentina está adelantada en el anuncio en el hecho de madurar como Iglesia.

Entonces, ellos vendrán a retroceder en el tiempo ya que en la Argentina están puliendo los frutos que está dando la fe. Aquí hay que comenzar a arar la tierra, aquí no hay conocimiento, aquí estamos en la preevangelización. Entonces ¿qué esperamos de los misioneros? que aren el campo, deshierben y seguramente harán mucho porque vienen con la experiencia de una Iglesia más avanzada.

En ese sentido, felicitamos a la Iglesia Argentina, a las Obra Misionales que dirige el padre Jerzy Faliszek, que además es un polaco, eso también es curioso, un polaco que guía la misionalidad de la Argentina, este es el misterio de la Iglesia que no tiene fronteras, que es universal y que es católica.

Los misioneros se hacen presentes viajando, viniendo y estando. La presencia se traduce en evangelizadora por ósmosis, así que bienvenidos Juan Manuel y Néstor, bienvenidas Flavia, Mayra, Alejandra, Sara, Celeste y Claudia. Y esperemos que en algún momento Perú tenga misioneros para exportar y compartir.+