En la Misa Crismal, Mons. Ojea llamó a vivir con júbilo en el corazón
- 16 de noviembre, 2020
- San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
Luego de haber sido postergada por causa de la pandemia, la diócesis de San Isidro celebró el 14 de noviembre la Misa Crismal.
El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Vicente Ojea, presidió el 14 de noviembre en las instalaciones del Colegio Marín, la Misa Crismal de la diócesis.
La celebración, que usualmente tiene lugar al comienzo de la Semana Santa, fue postergada por causa de la pandemia. Concelebraron los obispos auxiliares, monseñor Martín Fassi y monseñor Guillermo Caride, y el obispo emérito de San Isidro, monseñor Jorge Casaretto.
La misa fue transmitida en directo por el canal de Youtube del Colegio, y contó con la reducida presencia de representantes del Consejo pastoral diocesano y de la vida religiosa diocesana.
En su homilía, monseñor Ojea expresó: “Esta pandemia es una profunda invitación a la humildad. La humanidad entera está combatiendo un virus del cual se sabe poco y frente al cual se adoptaron diversas medidas que fueron bastante discutidas tanto aquí como en otras partes del mundo”.
“Sin duda hemos sido afectados por esta situación de múltiples maneras: ansiedad por el futuro, angustia por posibles pérdidas de trabajo, situaciones de tristeza, de depresión, actitudes violentas y crispadas”, enumeró. En ese marco, afirmó: “El Señor sale al encuentro de nosotros que estamos viviendo este año tan singular en el que comprobamos con más claridad nuestros límites y debilidades”.
“Y a nosotros nos llama a cuidar nuestra fragilidad pero con audacia creativa. La fragilidad de Pedro por ejemplo no concluye con una invitación al repliegue sino que lo confirma en la misión ‘apacienta mis ovejas’. Dios no abandona jamás a su pueblo cuando el dolor se hace presente. Él se empeña en regenerar la belleza y hacer renacer la esperanza”, afirmó.
“Jesús viene también hoy empujado por el Espíritu para anunciar un año de gracia. El marco y el centro de esta liturgia Crismal es el júbilo, que es la palabra que usa la lengua latina para expresar la alegría de los trabajadores del campo que tararean cuando hacen la cosecha de modo inconsciente una melodía alabando a Dios”, explicó.
“Es bueno preguntarnos esta mañana qué es lo que le da júbilo a nuestro corazón, para poder agradecerlo y pedirlo. Vivimos el júbilo de nuestra comunión presbiteral, después de haber sufrido pérdidas importantes: la pascua de Miguel Ángel, las partidas de Alejandro Gagliardo, de Guillermo Rostom y de Jorge Garralda, que siguen acompañando nuestra vida y ministerio desde el Cielo”, aseguró.
“Vivimos este júbilo de la unidad en este tiempo que se nos presenta lleno de desafíos e incertidumbres. El Señor renueva en este día su llamado, sabiendo de nuestra pobreza y fragilidad. Nos confirma en la vocación para que descubramos una vez más con la creatividad propia del Espíritu, cómo hacer escuchar entre nuestros hermanos y hermanas la música del Evangelio”, concluyó.+