En la misa crismal, Mons. García Cuerva llamó a "cirenear la fraternidad sacerdotal"
- 29 de abril, 2022
- Río Gallegos (Santa Cruz) (AICA)
Luego de dos años de pandemia, el clero de la diócesis de Río Gallegos se congregó para celebrar la misa crismal, que estuvo presidida por el obispo, monseñor García Cuerva.
Los sacerdotes del clero santacruceño y fueguino participaron el jueves 28 de abril de la misa crismal, presidida en el santuario de Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás por el obispo de Río Gallegos, monseñor Jorge García Cuerva.
En su homilía, el obispo destacó que “en este tiempo de la Iglesia en que somos convocados a vivir sinodalmente, caminando juntos”, es una buena oportunidad estar reunidos en torno a la Palabra y a la Eucaristía, para “volver sobre nuestro caminar de consagrados en el seguimiento de Jesús”.
Centrándose en el Evangelio, monseñor García Cuerva destacó la figura de Simón de Cirene “que volvía del campo”, y comparó: “Hoy son el cireneo los pobres, los marginados, los explotados, los despreciados por una sociedad exitista y materialista que arroja a las periferias existenciales, desarraigando familias e individuos”.
“Son también los: ‘tales que pasan’, ‘los nadies’ en palabras de Eduardo Galeano, que pasan a vivir en situación de calle, que no se los mira porque son peligrosos o porque no valen nada, adictos, abandonados”, agregó, invitando a los sacerdotes a renovar el compromiso de ser cireneos del despojo humano “que hoy transita la calle del calvario”.
También animó a que, al llevar la cruz de los hermanos caídos, “que tu cansancio no invada el cansancio en tu ministerio, el desánimo, la tristeza, una egoísta soledad, el agotamiento físico, psíquico o espiritual, de acuerdo a cada etapa de tu vida”
Y alentó: “Dejate sorprender descubriendo el cercano consuelo de Dios buscando en Él tu verdadero descanso”. Para ello, exhortó a la oración personal, a ponerse diariamente frente al Santísimo, y “compartir con el Señor las heridas provocadas por las cruces, que en algunos momentos se hacen muy pesadas”.
En ese sentido, el obispo también los animó a “Cirenear la fraternidad sacerdotal, ayudarnos a cargar la cruz unos a otros, con misericordia y paciencia, sabiéndonos necesitados, frágiles, pero con la certeza de ser hermanos por el bautismo y en el ministerio”.
Y siguiendo con la referencia al Evangelio, recordó que “como discípulos caminamos detrás del Señor, lo seguimos, no nos adelantamos queriendo ocupar el lugar del Maestro”. Y señaló: “Caminar detrás del Señor es seguirlo donde nos pida, es reconocer sus huellas en los caminos de la vida, es descubrir sus pasos en el barro y entre las piedras, es andar por sus caminos livianos de equipaje monetario, es tomar conciencia en todo momento de que Él es el Maestro, que tenemos mucho que aprender aún, que nos tenemos que dejar sorprender por sus invitaciones de seguimiento, que haberlo conocido es lo mejor que nos pasó, y que darlo a conocer con nuestras palabras y obras es nuestro gozo”.
También destacó la presencia de las mujeres en el Evangelio, y que hoy también son “mujeres protagonistas en la militancia social y política, mujeres luchadoras por sus derechos; mujeres madres y abuelas, con hermosas historias cotidianas de esfuerzo y dedicación a sus familias; mujeres emprendedoras, incansables; mujeres migrantes que desde sus tradiciones y cultura, aportan a hacer de nuestra diócesis, una sociedad cosmopolita, diversa, multicolor; mujeres que se pusieron la pandemia al hombro y son protagonistas solidarias y comprometidas en las parroquias, en comedores, merenderos, en Cáritas, y en tantas organizaciones de la sociedad civil".
“Pidamos hoy por las mujeres que sufren violencia, soledad, abuso y discriminación, y que tantas veces se acercan a nosotros sacerdotes en busca de una palabra de aliento, un gesto de ternura, una escucha comprensiva y misericordiosa”, instó.
Siguiendo el ejemplo de Jesús, monseñor García Cuerva exclamó: “¡Cuánto bien hace el ejemplo de un sacerdote que se acerca y no le huye a las heridas de sus hermanos! Llorar con ellos, regar con lágrimas el camino del discipulado sacerdotal: llorar por los hijos de la guerra, llorar los muertos de la pandemia, llorar los adolescentes y jóvenes rotos, atravesados por el flagelo de la droga y del alcohol, llorar con sus madres, llorar tantos jóvenes que se quitaron la vida en nuestra diócesis en estos años, llorar los más de sesenta mil abortos que se hicieron desde la legalización en nuestro país”.
Finalmente, se refirió a los malhechores, que somos cada uno de nosotros con nuestsa debilidades y pecados dominantes, y por eso “tan necesitados del Señor que nos invita todos los días a seguirlo pronunciando nuestro nombre, que nos pescó con el anzuelo de su infinita misericordia, y entonces, nos compromete a misericordiar la vida, la propia y la de los hermanos sacerdotes, la de nuestro pueblo, la de la gente de nuestras comunidades”.
El obispo agradeció al clero por su entrega, su caminar de discípulos misioneros detrás de Jesús, cargando a veces pesadas cruces, las propias y las del pueblo. “Les agradezco el detenerse y volver la mirada y el corazón a los que lloran; y los animo, como ya dije, a cirenear la fraternidad entre nosotros, acompañarnos, tratarnos bien, cuidarnos, comprendernos”.
“Que el Señor Resucitado sea fuente de nuestra alegría de discípulos, que nos reanime en el entusiasmo de seguirlo, y que su Madre acaricie nuestro corazón sacerdotal, intercediendo por nuestras intenciones y las de nuestras comunidades”.
» Texto completo de la homilía
Jornadas de Encuentro y Reflexión del Clero
En el marco de la Misa Crismal, los sacerdotes de Río Gallegos participaron de las Jornadas de Encuentro y Reflexión del Clero, que se desarrollaron el miércoles 27 y el jueves 28 de abril, y estuvieron guiadas por el presbítero Jorge Catarineu, director del Secretariado Nacional para el diaconado permanente, de la diócesis de Comodoro Rivadavia.
En la primera jornada, la reflexión se centró en el ser y misión de los diáconos permanentes. En la segunda jornada se sumaron los hermanos que están haciendo ese camino de formación.
Es el primer encuentro de todo el clero de la diócesis tras dos años de pandemia, ya que en el 2020 no se pudo celebrar la misa crismal y el año pasado, monseñor Jorge García Cuervo la celebró en cada decanato para reducir los viajes de los sacerdotes y las posibilidades de contagio, en respeto a los protocolos sanitarios.+