En la misa crismal, Mons. Barba llamó a la unidad al presbiterio local
- 28 de octubre, 2020
- San Luis (AICA)
"Debemos cuidarnos unos a otros, podemos ayudarnos a cargar la cruz o levantarnos si nos hemos caído. El llamado nos une", recordó a los sacerdotes en el santuario del Santo Cristo de La Quebrada.
La diócesis de San Luis celebró el martes 27 de octubre su misa crismal, trasladada desde el Jueves Santo a causa de la pandemia. El obispo diocesano, monseñor Gabriel Barba, presidió la celebración en la parroquia del Santo Cristo de La Quebrada.
Por primera vez, se eligió este santuario para celebrar la misa crismal, en presencia también de la imagen de Nuestra Señora del Rosario del Trono, patrona de la provincia. A su vez, monseñor Barba celebró por primera vez esta misa y se manifestó alegre por acompañar al presbiterio en el acontecimiento.
En su homilía, el obispo comenzó haciendo mención al tiempo difícil de pandemia: “Nos sentimos ‘heridos y agobiados’, rezamos en la oración por la Patria. Bien le cabe a nuestro pueblo tan golpeado por la pandemia, sea por el Covid, pero sea también por la economía. por el cansancio y por no ver una perspectiva futura de cambio”, expresó.
Del mismo modo, refirió la frase al cansancio propio del sacerdocio, y a los hermanos que han abandonado el ministerio. “No debemos descuidarnos nunca y cuidarnos unos a otros, todos podemos ayudarnos a cargar la cruz o levantarnos si nos hemos caído. El llamado nos une, tenemos un mismo llamado; la fragilidad también, somos todos humanos, por eso es tan importante la misericordia y la fraternidad entre nosotros”, recordó a los sacerdotes, y destacó la actitud de los que “permanecieron y permanecen fieles”.
Monseñor Barba habló sobre la “tentación” del clericalismo y mencionó que “es difícil de reconocer y verlo como algo propio”, sin embargo, “es muy fácil reconocerlo viéndonos desde afuera. Se refleja claramente en las obras: no salir, ser servidos, no querer cambiar. Juzgar, decir lo que deben hacer los demás. Sentirnos los fieles custodios de una Iglesia que nos hemos convencido que tiene un único formato”.
Por eso, el prelado llamó a la unidad a través de pasos concretos como “desterrar de nuestros pensamientos (y luego acciones que derivan de ello), palabras de oposición”. E invitó al presbítero a mirar “los números fríos, de nuestras parroquias y comunidades. Qué cantidad de habitantes tenemos y a cuántos llegamos verdaderamente. Miremos fríamente cuántos laicos están a nuestro lado y cuántos no están, porque no se sienten parte”.
En este sentido, monseñor Barba animó a rezar “para pedirle a Dios nos dé Luz y claridad para saber cambiar aquello que sea necesario. Pero en un proyecto común”. Luego hizo mención al santuario de la celebración como un signo “fuerte y providencial”: “Estamos donde está el corazón y la fe de la gente sencilla que ha permanecido fiel a su fe recibida”, les recordó.
El obispo puntano llamó a “construir el Reino de Dios junto a los más sencillos como maestros, catequistas y guías. Una pastoral que se refleje en catequesis profundas y sencillas. Llenas de vida. Que nos lleven a la unidad en el amor”.
“Debemos rezar, ver y escuchar nuestra realidad, para que sigamos este camino de transformación eclesial. No tengamos miedo a renovar estructuras y acciones pastorales”, continuó diciendo e invitó a “caminar juntos trabajando por la unidad y sosteniéndonos unos a otros” y a “establecer pastorales donde la gente, sea tenida en cuenta y escuchada. Que abra sus puertas, saliendo a su encuentro”.
Finalmente, monseñor Barba pidió al Santo Cristo de La Quebrada: “Danos la gracia de tener corazón como el tuyo, despojado, servido y sensible. Atentos a los sufrimientos que nacen de asumir la realidad, de asumir el dolor del Pueblo. No sufrimientos provocados por silicios que dominamos nosotros, sino por la cercanía al sufrimiento de los pequeños. Ahí queremos estar como Iglesia”.+