Viernes 15 de noviembre de 2024

El Papa: La pandemia nos empujó a buscar nuevas formas de anunciar a Jesús

  • 1 de junio, 2020
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
El papa Francisco escribe a los sacerdotes de la diócesis de Roma, con motivo de la solemnidad de Pentecostés y la pandemia de coronavirus.
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“Compartimos con Jesús en su pasión, nuestra pasión, vivir también con él la fuerza de la resurrección”, escribe el papa Francisco a los sacerdotes de la diócesis de Roma, con motivo de la solemnidad de Pentecostés y en respuesta a la cantidad de correos y llamadas recibidas durante estos meses de cuarentena y confinamiento por el coronavirus.



La reapertura de las diversas actividades, cerradas por una pandemia que ha puesto a la sociedad de consumo en crisis, lo hará “indispensable para desarrollar una escucha atenta pero esperanzada, serena pero tenaz, constante pero no ansiosa de que pueda prepararse y para pavimentar los caminos que el Señor nos llama a seguir“, se lee en la misiva del pontífice.



“Todos –escribe Francisco– escuchamos los números y porcentajes que nos asaltan día tras día; tocamos el dolor de nuestra gente con nuestras manos". “El ancestral miedo al contagio ha vuelto a golpear fuertemente. También compartimos las inquietantes preocupaciones de familias enteras que no saben qué poner en los platos la próxima semana. Hemos experimentado nuestra propia vulnerabilidad e impotencia“.



“Nuestras formas habituales de relacionarse, organizarse, celebrar, rezar, convocar e incluso enfrentar conflictos han sido modificadas y cuestionadas por una presencia invisible que transformó nuestras vidas cotidianas en adversidades. No es solo un asunto individual, familiar, un grupo social específico o un país. Las características del virus hacen que desaparezca la lógica con la que solíamos dividir o clasificar la realidad. La pandemia no conoce adjetivos, no tiene límites y nadie puede pensar en salirse con la suya solo. Todos estamos afectados e involucrados “.



“Expuestos y afectados personalmente y en comunidad en nuestra vulnerabilidad y fragilidad y dentro de nuestros límites, corremos el grave riesgo de retirarnos y 'reflexionar' sobre la desolación que nos presenta la pandemia, así como exasperarnos en un optimismo ilimitado, incapaz de aceptar la dimensión real de los acontecimientos“.



"En cambio, se trata de desarrollar nuevas formas y nuevos estilos de vida. Recordando que entre los discípulos que después de la crucifixión estaban asustados y cerrados en el aposento alto, Jesús resucitado vino y trajo el Espíritu Santo. El Señor no ha elegido o buscado una situación ideal para entrar en la vida de sus discípulos".



“Ciertamente hubiéramos preferido que todo lo que sucedió no hubiera sucedido, pero sucedió; y como los discípulos de Emaús, también podemos seguir murmurando entristecidos en el camino”.



El Santo Padre relata cómo el Señor, al presentarse en el aposento alto a puertas cerradas, en medio del aislamiento, el miedo y la inseguridad en que vivían, pudo transformar toda la lógica y dar un nuevo significado a la historia y los acontecimientos: “Cada tiempo es adecuado para el anuncio de la paz, ninguna circunstancia está desprovista de su gracia”.



Además, explica que “su presencia” en medio del aislamiento y ausencias forzadas “anuncia, para los discípulos de ayer como para nosotros hoy, un nuevo día capaz de cuestionar la inmovilidad y la resignación y de movilizar todos los dones al servicio de la comunidad”. “Con su presencia, el confinamiento se hizo fructífero, dando vida a la nueva comunidad apostólica”.



“Dejémonos sorprender una vez más por el Resucitado. Que Él es, desde su lado herido, una señal de cuán dura e injusta se vuelve la realidad, para empujarnos a no darle la espalda a la dura y difícil realidad de nuestros hermanos. Que nos enseñe a acompañar, sanar y vendar las heridas de nuestra gente“.



“Compartimos con Jesús en su pasión, nuestra pasión, vivir también con él la fuerza de la resurrección: la certeza del amor de Dios capaz de mover las entrañas y salir a las intersecciones de las calles para compartir 'las Buenas Nuevas con los pobres, anunciar la liberación a los prisioneros y la vista a los ciegos, dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor', con la alegría de que todos puedan participar activamente con su dignidad como niños del Dios viviente“. +