El Papa: el sueño de Dios es un mundo unido con respeto por cada uno
- 25 de septiembre, 2021
- Ciudad del Vaticano (AICA)
Francisco recibió en la mañana del sábado a los obispos amigos del Movimiento de los Focolares a los que recordó el carisma de Chiara Lubich poniendo en práctica la fraternidad.
“La unidad que Jesucristo nos dio y nos da, no es unánime, no se lleva bien a toda costa. Obedece a un criterio fundamental, que es el respeto a la persona”, señaló esta mañana el papa Francisco al recibir en audiencia a los obispos amigos del Movimiento de los Focolares, reunidos estos días en Castelgandolfo con motivo de la conferencia “Atrévete a ser Uno. El don de la unidad en un mundo dividido”.
El Pontífice se mostró complacido con el camino de la amistad con una ”raíz fuerte y sólida” que distingue la experiencia de sus encuentros iniciados hace cuarenta años. Al presentar su discurso, recordó a los muchos que participan “desde lejos” (181 obispos están conectados en línea de 45 países y 70 iglesias y comunidades eclesiales) y también rezó por una pronta recuperación del cardenal Francis Xavier Kovithavanij, “que no pudo vienen a causa de la enfermedad”.
El carisma de Chiara Lubich: unidad, fraternidad, comunión
El Papa recordó el camino y los ámbitos en los que la fundadora de la Obra de María, o Movimiento de los Focolares, siempre cultivó el sentido y el servicio de la unidad: unidad en la Iglesia, unidad entre todos los creyentes, unidad en el mundo entero”.
En círculos concéntricos. Y asoció este estilo con la definición que el Concilio Vaticano II dio de la Iglesia: “el sacramento, es decir, el signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano”.
“En medio de las laceraciones y la destrucción de la guerra, el Espíritu puso una semilla de fraternidad, de comunión en el corazón joven de Chiara. Una semilla que se desarrolló y creció a partir de ese grupo de amigos en Trento, atrayendo a hombres y mujeres de todos los idiomas y naciones con el poder del amor de Dios, que crea unidad sin anular la diversidad, mejor dicho, realzándolos y armonizándolos”.
El “parentesco” con el ministerio de los obispos
El Papa citó a san Basilio de Cesarea cuando se refiere al Espíritu: “Ipse unitas est, ipse est harmonia” (Él es la unidad, Él es la armonía”).
Luego, Francisco mostró el evidente “parentesco” -por así decirlo- que existe entre este carisma y el ministerio de los obispos.
“Los obispos -dijo- estamos al servicio del pueblo de Dios, para que se edifique en la unidad de la fe, la esperanza y la caridad. En el corazón del obispo, el Espíritu Santo imprime la voluntad del Señor: que todos los cristianos sean una sola cosa, para alabanza y gloria del Dios Uno y Trino y para que el mundo crea en Jesucristo”.
El Santo Padre explicó que “Papa y obispos, no estamos al servicio de la unidad exterior, de una “uniformidad”, sino del misterio de comunión que es la Iglesia en Cristo y en el Espíritu Santo, la Iglesia como Cuerpo vivo, como pueblo en un viaje en la historia y al mismo tiempo más allá de la historia. Personas enviadas al mundo para dar testimonio de Cristo, para que él, Lumen gentium, Luz de los pueblos, atraiga a todos hacia sí, con la fuerza mansa y misericordiosa de su Misterio Pascual.
El sueño de la fraternidad
El Pontífice enfatiza que el sueño de Dios es reconciliar y armonizar todo y a todos en Cristo. Aquí citó la encíclica Fratelli tutti, dedicada precisamente al “sueño” de la fraternidad, que vincula con el título mismo del encuentro de los obispos: Frente a las “sombras de un mundo cerrado”, donde muchos sueños de unidad “se hacen añicos”, donde “falta un proyecto para todos” y la globalización navega “sin una ruta común”, donde el flagelo de la pandemia corre el riesgo de exacerbar las desigualdades, el Espíritu nos llama a “tener la audacia de ser uno”.
La unidad dada por Cristo no es unanimismo
“La valentía de la unidad nos es testificada sobre todo por los santos”, dice el Papa, que recuerda dos figuras de la Iglesia: San Cornelio, Papa y San Cipriano, obispo, celebrado precisamente en estos días. Cipriano “la estupenda definición de la Iglesia como un pueblo reunido en la unidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”.
Francisco no olvida, entonces, a muchos testigos de nuestro tiempo, pastores y laicos, que tuvieron “la audacia de la unidad”, pagando personalmente un precio a veces altísimo.
La unidad que Jesucristo nos dio y nos da no es unánime, no se lleva bien a toda costa. Obedece a un criterio fundamental, que es el respeto a la persona, el respeto al rostro del otro, especialmente al pobre, al pequeño, al excluido.
Al saludar a los obispos para el encuentro, el papa Francisco agradeció el compromiso con el que los prelados llevan a cabo este camino de amistad. Se despide con una recomendación: que el camino sea “siempre abierto, nunca exclusivo” para crecer en el servicio de la comunión. Y finalmente, la invitación: “Sigan sonriendo”.+