El Papa: 'El Señor nos llama a compartir las alegrías y los dolores del mundo'
- 8 de noviembre, 2023
- Ciudad del Vaticano (AICA)
Francisco reflexionó este miércoles sobre la figura de la venerable Madeleine Delbrêl: "Sentía que la fe no puede ser reducida a un dato hereditario", destacó el pontífice.
El Papa Francisco afirmó, este miércoles 8 de noviembre, que “que evangelizando somos evangelizados”, y agregó: "Evangelizar evangeliza a la persona y ésta es una hermosa doctrina".
Continuando con su ciclo de catequesis sobre la pasión por la evangelización y el celo apostólico, el Santo Padre dedicó la audiencia general de hoy a reflexionar sobre la venerable Sierva de Dios Madeleine Delbrêl, escritora y mística francesa, que era agnóstica y encontró a Dios.
Madeleine nació en 1904 y murió en 1964. "Fue trabajadora social, escritora y mística, y vivió durante más de treinta años en las afueras pobres y populares de París", subrayó el pontífice en su catequesis. Deslumbrada por su encuentro con el Señor, escribió: “Una vez que conocemos la Palabra de Dios, no tenemos derecho a no recibirla; una vez recibida, no tenemos derecho a no dejarla encarnar en nosotros; una vez encarnada en nosotros, no tenemos derecho a conservarla para nosotros: desde ese momento, pertenecemos a quienes la esperan”.
"Después de una adolescencia vivida en el agnosticismo, Madeleine encontró al Señor alrededor de los veinte años, impresionada por el testimonio de algunos amigos. Luego fue en busca de Dios, dando voz a una sed profunda que sentía dentro de sí misma, y llegó a comprender que 'ese vacío que gritaba su angustia dentro de ella' era Dios, que la buscaba”, dijo el Papa.
"La alegría de la fe la lleva a desarrollar una opción de vida totalmente entregada a Dios, en el corazón de la Iglesia y en el corazón del mundo, simplemente compartiendo en fraternidad la vida de la 'gente de la calle'", subrayó Francisco.
Y añadió: "Dirigiéndose poéticamente a Jesús, escribe: ‘Para estar contigo en Tu camino, debemos ir, incluso cuando nuestra pereza nos ruega quedarnos. Nos elegiste para permanecer en un extraño equilibrio, un equilibrio que sólo puede establecerse y mantenerse en el movimiento, en un solo impulso. Un poco como una bicicleta, que no se puede sostener sin que sus ruedas giren. Sólo nos mantenemos erguidos avanzando, moviéndonos, en un impulso de caridad'. Esto es lo que ella llama 'espiritualidad de la bicicleta'. Sólo en el camino, en la pista, vivimos en el equilibrio de la fe, que es un desequilibrio, pero también es como una bicicleta: si te detienes, te caes".
Según el Papa, Madeleine "tuvo siempre su corazón extrovertido y se dejó interpelar por el grito de los pobres. Sintió que el Dios vivo del Evangelio debía arder en nosotros, hasta llevar su nombre a los que aún no lo han encontrado".
En este espíritu, centrada en las convulsiones del mundo y en el grito de los pobres, Madeleine se siente llamada a “vivir plenamente y al pie de la letra el amor de Jesús, desde el aceite del Buen Samaritano hasta el vinagre del Calvario, dándole tanto amor por amor, para que, amándolo sin reservas y dejándonos amar hasta el fin, los dos grandes mandamientos de la caridad se encarnen en nosotros y no se hagan más que uno”.
Madeleine Delbrêl nos enseña algo más: que evangelizando somos evangelizados. Por eso dijo, haciéndose eco de San Pablo: “¡Ay de mí, si no anuncio el Evangelio!”. "Evangelizar evangeliza a la persona y ésta es una hermosa doctrina", subrayó Francisco.
Al mirar este testimonio del Evangelio, también nosotros aprendemos que, en cada situación y circunstancia personal o social de nuestra vida, el Señor está presente y nos llama a vivir nuestro tiempo, a compartir la vida de los demás, a compartir las alegrías y las tristezas. del mundo. En particular, nos enseña que incluso los ambientes secularizados nos ayudan a convertirnos, porque los contactos con los no creyentes incitan a los creyentes a revisar continuamente su modo de creer y a redescubrir la fe en su esencialidad.
"Que Madeleine Delbrêl nos enseñe a vivir esta fe 'en movimiento', por así decirlo, esta fe fecunda, en la que cada acto de fe se convierte en un acto de caridad en el anuncio del Evangelio", concluyó el Papa.+