Jueves 26 de diciembre de 2024

El arzobispo de Lima llamó a la pacificación y rezó por los manifestantes muertos

  • 16 de noviembre, 2020
  • Lima (Perú) (AICA)
En medio de la crisis que afecta al Perú, el prelado presidió una misa en memoria de los dos estudiantes fallecidos durante la manifestación.
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El arzobispo de Lima, monseñor Carlos Castillo, presidió este domingo una misa por los dos jóvenes asesinados durante la manifestación del sábado 14 de noviembre, al mismo tiempo, oró por todos los jóvenes, estudiantes, rescatistas, voluntarios, periodistas y personas que permanecen en los hospitales producto de la violencia que sufrieron en las marchas.

La misa contó con la presencia de un grupo representativo de jóvenes de las parroquias de la arquidiócesis que participaron de las protestas de forma pacífica: “queremos agradecer a los jóvenes por la fuerza de su conciencia, la valentía de su espíritu, la seriedad de su paz, la capacidad de decir las cosas con alegría y esperanza”, expresó monseñor Castillo.

“Los jóvenes serán los herederos de esta Nación y del mundo próximo, dijo el prelado según informó la arquidiócesis de Lima, y se necesita que les dejemos una herencia de virtud, de amor verdadero, de seriedad, pero, sobre todo, que podamos erradicar la corrupción y la locura.  

En el día de la IV Jornada Mundial de los Pobres, el arzobispo recordó a todos los jóvenes que hicieron escuchar su voz en las calles: “la mayor parte de nuestros jóvenes que acudieron a marchar son hijos de familias pobres y sencillas que quieren que las cosas se enfrenten en la raíz del problema, no en la superficie”, acotó.

En ese sentido, dijo el arzobispo, la parábola de los talentos que narra el Evangelio de Mateo, representa una oportunidad para “comprender el sentido que tiene nuestra responsabilidad de ser creyentes y misioneros, nuestra responsabilidad humana que obedece a los dones que cada uno ha recibido, especialmente el don más preciado: nuestra capacidad de amar”, indicó Carlos Castillo.

Los dones que recibimos del Señor son abundantes, y estamos llamados a emplearlos bien, a compartir lo que tenemos. Esto no ocurre cuando “acumulamos las cosas, de tal manera que nos hinchamos como una pelota y estamos más pendientes de engrosar los bienes en vez de compartirlos”.

Lo que se ha dado para compartir y crecer en amistad, no puede ser guardado egoístamente. Y este es uno de los problemas que sufrimos como país, porque hay un grupo de personas que se engrosan el dinero de toda la Nación y que han aprendido, sistemáticamente, a corromper la vida de nuestro pueblo, a corromper las posibilidades de desarrollo, especialmente el desarrollo de los pobres. 

“Cuando la corrupción se hace presente en el corazón de la vida de una persona y de una sociedad, necesitamos rectificar esos errores y todo lo que se deriva de allí. Por esa razón, las decisiones no pueden tomarse sobre la base de la ambición”, manifestó el Arzobispo.

Monseñor Carlos precisó que necesitamos “ahondar profundamente en cómo construimos la paz entre nosotros, cómo crecer en vocación y en servicio para construir una sociedad mejor”.

En otro momento, refiriéndose a los dos estudiantes universitarios que murieron durante las protestas: Jack Brayan y Jordan Inti, monseñor Castillo recordó las palabras del papa Francisco a los jóvenes peruanos durante su visita a nuestro país: “¡No se dejen robar la esperanza!”  Y la esperanza está puesta en nuestros jóvenes. Por eso, tiene que haber una investigación seria sobre los asesinatos cometidos y se tiene que asumir la responsabilidad de estas decisiones”, apuntó.

“Les digo a esas personas que han disparado, las mismas palabras que monseñor Óscar Romero dijo antes de morir: ‘Ante una orden de matar, debe primar la ley de Dios sobre la ley de los hombres. Y la ley de Dios dice: no matarás’. Ya es hora que en nuestro país se respete y se luche por la vida de todos”, reflexionó el arzobispo.”

La paz se construye con esfuerzo y diálogo, renunciando a los propios intereses. Es un camino difícil, pero no imposible.

No le dejemos a nuestros jóvenes el legado de una generación vieja, angurrienta, encerrada en sí misma, apolillada y llena de hongos por la gran cantidad de plata que tiene y no comparte.

“Que este camino nos haga recapacitar a todos, y quién tenga que desistir, desista, quien tenga que rectificar, rectifique, y quien tenga que renunciar, renuncie. Que Dios bendiga al Perú y nos haga ser una Nación próspera y esperanzada. Demostremos que es posible cambiar por medio del Espíritu Santo que nos ilumina a todos”, concluyó. +