Con la bajada de la imagen, Concepción comenzó las fiestas de la Inmaculada
- 30 de noviembre, 2021
- Concepción (Tucumán) (AICA)
En la misa, el obispo de Concepción, monseñor José Díaz, invitó a vivir estas patronales "con verdadero júbilo, en la fe más profunda, la esperanza más viva y la caridad más ardiente".
La comunidad diocesana de Concepción, tras el paréntesis por la pandemia, pudo participar este año de la tradicional bajada de la imagen de la Virgen que da comienzo a las fiestas patronales en honor de la Inmaculada, que llevan por lema “Como Iglesia Sinodal, caminamos con María" y culminarán el 8 de diciembre.
Anoche, la imagen mariana fue bajada por la escalera que proviene del Camarín y luego colocada en el altar del atrio de la catedral local, frente a la Plaza Mitre, donde el obispo de Concepción, monseñor José Antonio Díaz, presidió la Eucaristía, la primera patronal desde el inicio de su ministerio episcopal.
El obispado de Concepción recordó que la imagen de la Virgen “esta transitando ya el bicentenario de su aparición en la zona -faltan algo más, o menos, de diez años para que se cumplan esos dos siglos, según qué historiador investigó el hallazgo, probablemente en el lecho del río Cochuna por nativos de la zona”.
Varios hombres del grupo "Hijos de María" debieron transportar la imagen de la Inmaculada, que pesa 90 kilos y tiene 1.20 de altura, hasta el atrio del templo donde fue recibía con la algarabía y pañuelos al viento por los fieles, mientras tocaban las campanas de la catedral.
La celebración eucarística fue concelebrada por el párroco de la catedral y vicario diocesano presbítero Roque Fabián Brito y otros sacerdotes presentes.
En la homilía, monseñor Díaz comenzó exclamando: “Ave María Purísima” y valoró poder volver a celebrar las fiestas públicamente tras dos años sin presencialidad por la pandemia.
“Vivimos en el hoy de nuestra patria. Un presente difícil y muy complejo. Nuestra mirada no puede quedarse en los fenómenos superficiales, necesitamos mirar mas profundo sabiendo que nuestra crisis no es solo de tipo económico y social, es una crisis espiritual y moral profunda, que a su vez, da lugar al crecimiento de la cizaña que se nutre sobre todo de la confusión reinante”, consideró, y advirtió: “Este desconcierto acentúa la tendencia al relativismo moral”.
Frente a esta situación coyuntural, el prelado planteó lo que consideró se puede hacer por la patria: “Tener una mirada confiada y llena de fe”, “una fe renovada se traduce en una esperanza nueva”, “una encendida caridad”, “todo esto no sería posible sin la acción del Espíritu Santo” y ese experimentar “caminar juntos desde las distintas peregrinaciones que haremos para honrar a María”.
“Es una mística de nuestro pueblo creyente que con profunda sencillez nos habla con sabiduría, con sentido de fe de las realidades invisibles a los ojos del mundo. Escuchar a nuestro pueblo cuando canta, cuando camina con esperanza, alentados por el deseo del encuentro con la Madre y sus hermanos en la fe, es también escuchar la exhortación del Espíritu que inspira esas expresiones que constituyen una auténtica mística popular, una verdadera espiritualidad”, destacó.
Monseñor Díaz invitó a vivir estas fiestas “con verdadero júbilo, en la fe más profunda, la esperanza más viva y la caridad más ardiente”.
“Será sin dudas nuestra mejor contribución a nuestra patria que se empeña en crecer alejada de Dios y de María”, concluyó.+