La Iglesia bahiense celebró la ordenación de un sacerdote y tres diáconos
- 29 de marzo, 2023
- Bahía Blanca (Buenos Aires) (AICA)
El arzobispo, Mons. Carlos Azpiroz Costa, les pidió a los nuevos ministros "acompañar al pueblo que les fue confiado" y evitar cualquier tipo de tentación que los aleje de su servicio.
El arzobispo de Bahía Blanca, monseñor Carlos Alfonso Azpiroz Costa OP, ordenó sacerdote a Marcelo Villar, y diáconos a Zacarías Nievas, Ignacio Suárez y Kevin Martínez, en una misa oficiada el sábado 25 de marzo en la catedral Nuestra Señora de la Merced, de Bahía Blanca.
Concelebraron junto al arzobispo su obispo auxiliar, monseñor Jorge Luis Wagner; el obispo emérito de la arquidiócesis, monseñor Guillermo José Garlatti; el obispo emérito del Alto Valle, monseñor Néstor Hugo Navarro; y varios sacerdotes del clero local. También participaron fieles de las distintas comunidades parroquiales.
En la homilía, monseñor Azpiroz Costa expresó: “Es un día de mucha alegría, por la solemnidad que celebramos y por el sí que han formulado cada uno de los cuatro ordenandos: un 'hágase en mí según tu palabra', un 'aquí estoy'”.
El prelado pidió a los nuevos ordenados “no perder la memoria ni de ustedes ni del pueblo, que ya les fue confiado en carácter ministerial como diáconos y como sacerdote; que ninguno de ustedes ni su pueblo pierdan la memoria. Memoria que no sólo significa actualizar lo sucedido en aquel Jueves Santo, sino también la memoria del servicio”. También, les pidió “aprender, escuchar y ver las injusticias para que reine la justicia de Dios”.
El arzobispo animó al nuevo sacerdote y a los tres nuevos diáconos a “desplegar dos pobrezas: la pobreza del discípulo, que nace en posturas propias de las bienaventuranzas; y la pobreza voluntaria del ministerio, para saber desprenderse para la evangelización, que significa la austeridad; y, como decía San Oscar Romero: se lo suplico, se lo ordeno: buen trato al pueblo de Dios que les es encomendado”.
Acompañar al pueblo de Dios
Por otra parte, el prelado les recordó a los ordenandos que el ministerio que se les dona por gracia de Dios “los lleva a ustedes a hacer elecciones ineludibles y a enseñar al pueblo de Dios a elegir de una manera ineludible”.
La primera, dijo, “es la elección que Pedro hizo. Somos hijos en Jesús. Estamos por él, con él y para él, no para otra persona; y desde él para todo el pueblo santo de Dios”.
“La segunda elección tiene que ver con la gracia. Si Dios nos creó desde Jesucristo, es para ser santos como Él es santo. El Señor modeló sus corazones desde antes de que ustedes tengan memoria”, continuó
La tercera elección, señaló, “es hecha por Cristo mismo. ‘Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia’, es decir que Cristo se apoya en el ministerio petrino de ustedes, sacerdotes, diáconos, diáconos permanentes, donde la Iglesia va reconociendo la pluralidad de los ministerios, para conocer el misterio de esta Iglesia que es de servicio y no de dominio”.
Luego, el prelado se refirió a la cuarta y última elección, “que es la de los profetas: la paz. La paz es el primer fruto del Espíritu Santo. En este momento de tantas luchas y grietas, que nosotros los ministros a veces fogoneamos, hemos de leer nuevamente a Isaías: 'De sus espadas forjaré arados; de sus lanzas, podaderas'”.
Tentaciones a vencer
En el final de la homilía, el arzobispo mencionó a los ordenandos cuatro tentaciones en las que no deben caer. La primera, “no olvidar de dónde vienen, porque el que no sabe de dónde viene difícilmente sabrá a donde va”. La segunda, a “no bajar los brazos, a no tener miedo, porque Dios está con ustedes”.
La tercera tentación, subrayó, que se debe evitar es “no cortarse solos: a cuidar a sus hermanos presbíteros, sus hermanos diáconos” y a “no caer en el 'yo laburo por los otros que no laburan'”. “Nunca conoceremos del todo el corazón con dificultades y trabas de tantos hermanos y hermanas. Nunca digan aquello de 'yo laburo...', porque eso es escupir para arriba; y ya saben lo que ocurre cuando se escupe para arriba”, agregó. Respecto a la última tentación, precisó que consiste en “no creer que somos los mejores”.
Finalmente, invocó a la Virgen para que “nos una en comunidad, para que podamos escuchar la Palabra y enseñar a escucharla. Pidamos a la Virgen, Madre de la Eucaristía, que se ofrece y ofrece a Cristo en la Cruz, celebrar en comunión y participación la Eucaristía, sin excluir a nadie”.
“Pidamos a la Virgen misionera esa misión en el servicio. Solo así podemos comprender la cercanía, la ternura y misericordia de Dios”, concluyó.+