"El espectáculo deprimente de la Pasión abre un registro sin precedentes en la historia. Cristo crucificado nos dice hasta qué grado nos ama Dios. Es preciso que la Pasión hoy proclamada no deje indiferente a nadie. Que cada uno se diga, con toda propiedad: "¡Por amor a mí ha llegado a ese extremo!", sugirió el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna.
"La obra de santificación depende de la gracia de Dios que, por Cristo resucitado y la acción propia del Espíritu Santo, - que el mismo Señor dispensa generosamente a quienes creen en Él - produce las más sorprendentes transformaciones", aseguró el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna.
El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, dedicó su sugerencia para la homilía a reflexionar sobre la parábola del "Fariseo y el publicano", en la que Jesús une otras dos -"La oveja perdida" y del "Hijo pródigo o del Padre bueno"-, y destacó que estos dos textos evangélicos ofrecen "la ocasión de introducirse en el misterio del amor divino".
"El sufrimiento, viniere de donde viniere, es un ingrediente inseparable de la vida temporal. El ser humano, apenas nacido empieza a sufrir, hasta que muere. Existe una ?culpabilidad?, que procede del pecado, y que afecta a todos por igual. El Hijo de Dios lo incorpora a sí, desde el mismo instante de la Encarnación, convirtiéndolo en el principal factor de redención de los hombres", afirmó el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna.