El obispo de San Isidro aseguró que "no hay alegría, no hay satisfacción, no hay gratificación en la vida más grande" que la de ponerse al servicio del hermano, como hizo el buen samaritano.
El obispo de San Isidro y presidente del episcopado invitó a pedirle al Señor que " nosotros los pastores podamos escucharlo de verdad, dejarnos conocer por Él".
Las monjas reiteraron en la misiva remitida a monseñor Oscar Ojea su "adhesión filial a la persona de nuestros obispos" y abogaron por el diálogo y no por la confrontación para resolver esa situación.
En la misa de apertura de la plenaria, el presidente de la CEA instó a un diálogo claro, confiado, sencillo y prudente en todos los ambientes, al considerarlo "la expresión primera de la fraternidad".