Centenares de venezolanos honraron en Buenos Aires a la Divina Pastora
- 16 de enero, 2023
- Buenos Aires (AICA)
Una réplica de la imagen original de esa advocación de la Virgen fue traída desde Barquisimeto, Venezuela, y tres parroquias porteñas confluyeron en procesiones y misas en su honor.
El sábado 14 de enero, fiesta de la Divina Pastora en Venezuela, muchos fieles venezolanos honraron a esa advocación de la Virgen en misas y procesiones en el barrio porteño de Caballito.
A las 2 de la madrugada de ese día, arribó a la parroquia Nuestra Señora de Caacupé, Rivadavia 4879, especialmente traída desde Venezuela, una réplica de la imagen de la Divina Pastora, que desde 1740 es venerada en la iglesia de Santa Rosa, en la ciudad de Barquisimeto, en el estado de Lara.
Como todos los años, más de dos millones de venezolanos participaron allá de una caminata mariana de 7,5 kilómetros desde esa iglesia hasta la catedral de Barquisimeto, donde el obispo de San Felipe y administrador apostólico de la arquidiócesis de Barquisimeto, monseñor Víctor Hugo Basabe, señaló “la precaria situación en la que están inmersos la mayor parte de nuestros hermanos venezolanos” y llamó a los fieles a “poner en el corazón de nuestra oración a nuestra Venezuela herida, maltratada, traicionada y saqueada hasta más no poder”.
El obispo recordó asimismo “a esos más de siete millones de hermanos de venezolanos que se han visto forzados a migrar de nuestra tierra en búsqueda de mejores condiciones de vida para ellos y sus familias, muchos de los cuales son objetos del desprecio, la xenofobia, la trata y la esclavitud laboral”.
No es el caso de los connacionales que han encontrado una buena acogida en las parroquias de Caballito, donde se han integrado, han logrado hacer entronizar sus queridas imágenes marianas –como la Virgen de Chiquinquirá, a quien llaman “la Chinita”– y participan activamente en distintas obras de apostolado.
En la parroquia porteña de Caacupé, presidió una misa a las 19 el presbítero Emiliano Pierini, formador en el Seminario Metropolitano de Buenos Aires, quien les dijo a los fieles venezolanos que colmaban el templo: “Estamos lejos, pero hoy nos sentimos visitados por la Virgen Divina Pastora”.
Indicó que quienes fueron a buscar la imagen trajeron una carta del administrador parroquial de la iglesia de Santa Rosa y santuario de la Divina Pastora, padre Humberto Tirado Sandoval, que fue leída a todos. En la misiva, manifestaba su gratitud porque esta devoción se difunda fuera del ámbito de Venezuela y agradecía que los fieles venezolanos en la parroquia de Caacupé “se encuentren como en su casa”.
“¡Viva la Divina Pastora!”, exclamaban los asistentes. En esta advocación mariana la Virgen sostiene al Niño con su brazo derecho, tiene un cayado en su otro brazo y su manto se extiende hasta cubrir a dos ovejas que están a sus pies.
El padre Pierini dijo que Jesús es el Buen Pastor, que guía el rebaño. Señaló que Jesús aprendió de su madre a guiarnos y acompañarnos como ella lo guió y acompañó con amor desde que nació. Y así como lo hizo con Jesús –a Quien animó a seguir en su camino y lo acompañó en la Cruz–, María lo hace con nosotros, expresó.
Concelebró la misa el padre Sante Cervellin CS, de la congregación scalabriniana, dedicada a la atención religiosa y social de los migrantes.
Al concluir el oficio religioso en Caacupé, la imagen fue llevada en andas por varias calles, seguida de los devotos. En la esquina de la avenida Díaz Vélez y la calle Eleodoro Lobos la esperaban unos 200 fieles que habían venido caminando más de un kilómetro y medio con otra imagen de la Divina Pastora. Habían partido de la basílica Nuestra Señora de los Buenos Aires, en avenida Gaona 1730.
Unidos los dos grupos, hicieron juntos dos cuadras más hasta la iglesia parroquial y santuario Nuestra Señora de los Dolores, en avenida Díaz Vélez 4860, frente al parque Centenario.
Más tarde el párroco, padre Mariano Zordán M.SS.CC., de la congregación de los Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, presidió allí una solemne misa concelebrada con los padres Pierini y Cervellin. Esta celebración se extendió casi hasta las 23, con el templo lleno de fieles. (Jorge Rouillon)