Viernes 15 de noviembre de 2024

Mons. Scheinig: 'Una nueva irrupción desbordante del Espíritu nos urge a evangelizar'

  • 21 de marzo, 2023
  • Luján (Buenos Aires) (AICA)
En la apertura del primer Sínodo Arquidiocesano, el arzobispo de Mercedes-Luján animó a dar testimonio de lo que Jesús hizo y hace en nosotros: queremos, contagiar, salir, llevar la Buena Noticia.
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Dando inicio al primer Sínodo Arquidiocesano sobre la Evangelización y la Catequesis hoy, el arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig presidió en la mañana del sábado 18 de marzo la misa de apertura.

En su homilía, el prelado reflexionó sobre la novedad de la Buena Noticia del Reino para cada persona y para todos los pueblos: “Dios está entre nosotros, Dios está con nosotros”.

“Sus palabras y gestos de compasión son reveladores de una Novedad capaz de transformar la historia de la humanidad”, sostuvo el obispo, indicando que “su viva presencia sana y salva y nadie, absolutamente nadie, está excluido de su Amor y de su Misericordia. Todos estamos en las manos del Dios que es Padre, Abba y eso es una Buena Noticia”.

Repasando el encuentro de Jesús con los dos ciegos y el mudo, monseñor Scheinig afirmó que “es como si el evangelista nos invitara a ir a la raíz de la condición humana: el mal y la fe, el pecado y la gracia, la pérdida del sentido de la vida y encontrar la salvación”.

“No es sólo el mundo, o los otros los que tienen males y carencias, también nosotros tenemos cegueras y mudeces, y en lo profundo, en la raíz, están el problema del mal, del pecado, de la falta de confianza y de conversión, de la tibieza y la mediocridad y al mismo tiempo, el desafío de una fe viva en Jesucristo”, añadió.

A continuación, explicó que hubo un primer Pentecostés, una irrupción desbordante del Espíritu Santo, donde “más allá de las diferencias, experimentaron una presencia de Dios de tal naturaleza, que les hacía entenderse y entrar en comunión”.

Sobre ese punto, destacó que “esta Iglesia particular de Mercedes-Luján, a lo largo de sus 89 años, hizo experiencia de muchos Pentecostés que la marcaron y recrearon para que se mantuviera fiel a Su Señor y a la misión por Él encomendada: que en esta geografía territorial y humana se predicara el Evangelio a todos y que se lo hiciese con palabras y gestos, siempre y en toda circunstancia, como Jesús enseñó”.

Por eso, aseguró que “este Sínodo que está haciendo hoy esta Esposa de Cristo, no es ni el primer Pentecostés, ni será el último, pero con total seguridad, les digo que estamos frente a un acontecimiento de salvación, una nueva irrupción desbordante del Espíritu del Señor que nos urge a evangelizar”.

<p“Porque los tiempos son apremiantes y no podemos callar, ni dejar de dar testimonio de lo que hemos experimentado en carne propia y de las maravillas que hemos visto y oído. Queremos dar testimonio de lo que Jesús hizo y hace en nosotros, queremos contagiar, salir, llevar la Buena Noticia y trabajar para que toda persona se levante y encuentre el sentido de la vida y su salvación”, animó.

Asimismo, advirtió que es “el Espíritu el que siembra las buenas semillas del Reino y lo va haciendo con nuestra colaboración misionera y pastoral, pero también, de mil modos y con muchos que no están en nuestras comunidades”.

“Animémonos decididamente a descubrir lo que Dios quiere para nuestra Iglesia, siendo evangelizadores y catequistas lanzados hacia adelante y creativos”, invitó, antes de compartir tres núcleos temáticos y pastorales “que pueden animarlos a seguir buscando y ahondando en nuestra tarea apostólica”.

“Lo primero que les propongo es, que el centro de nuestra Evangelización y Catequesis sean las personas concretas. Un segundo núcleo temático y pastoral es desear y llegar a ser una Iglesia de la Palabra. Hace falta meditarla en lo profundo de nuestro corazón y de nuestro ser, masticarla, digerirla, asimilarla y entregarla a los hermanos como verdadero alimento. Lo tercero es rezar sentidamente al Padre, para ser una Iglesia llena de ministerios y servicios para la Evangelización y la Catequesis”, explicó.

“La Iglesia Madre sabe de las tretas del sinvergüenza y su sabiduría de miles de años, nos enseña que para no caer en sus tentaciones, necesitamos ponernos en las Manos buenas de nuestro Padre Dios, dejar que el Espíritu sople, conservar la alegría y el buen humor y caminar juntos, privilegiando y cuidando la comunión. ¡Que nada ni nadie rompa nuestra comunión!”, concluyó.+

» Texto completo de la homilía