'Que el Señor nos abra las puertas del corazón', rezó el Papa
- 29 de junio, 2024
- Ciudad del Vaticano (AICA)
En la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, Francisco celebró la misa en la basílica de San Pedro, durante la que bendijo y entregó a los nuevos metropolitanos el palio arzobispal.
El Papa Francisco presidió este sábado 29 de junio, solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, la misa en la basílica de San Pedro durante la cual, como es tradición, bendijo y entregó a los 42 nuevos arzobispos metropolitanos de los cinco continentes el palio arzobispal, ornamento distintivo de los metropolitanos.
En su homilía, el Santo Padre nos invitó a mirar a los dos apóstoles e inspirarnos en su historia. Al proponer meditar sobre las puertas que se abren en la historia de Pedro y Pablo, el Santo Padre se centró particularmente en esa imagen de la puerta, seis meses antes de la apertura del año jubilar.
Abrir las puertas
El Sucesor de San Pedro reflexionó, entonces, sobre la imagen de las "puertas": las puertas que se abrieron cuando Pedro fue liberado de la prisión y las puertas metafóricas que se abrieron para Pablo, cuando se convirtió en el camino a Damasco y, más tarde, cuando se abrieron las puertas de la evangelización.
Tanto para Pedro como para Pablo, el encuentro con el Señor fue "una verdadera y propia experiencia pascual; fueron liberados: ante ellos se abrieron las puertas de una nueva vida", aseguró el pontífice.
Un nuevo éxodo
Francisco, al explicar la primera lectura, recordó que la liberación milagrosa de san Pedro evoca la experiencia de la Pascua: "El relato es el de un nuevo Éxodo. Dios libera a su Iglesia, libera a su pueblo encadenado y se revela nuevamente como el Dios de la misericordia que sostiene el camino".
El Papa continuó recordando a los fieles que las puertas de la prisión de Pedro fueron abiertas por el Señor. Señala también un detalle curioso: "Las puertas de la cárcel se abren con la fuerza del Señor, pero Él lucha por entrar en la casa de la comunidad cristiana", que tenía las puertas cerradas por temor. El Papa Francisco lamentó que, con demasiada frecuencia, nuestras comunidades "no aprenden esta sabiduría de abrir puertas".
Un celo ardiente por la evangelización
También la conversión de Pablo es, ante todo, una experiencia "pascual", afirmó el Papa. De hecho, el encuentro con Cristo crucificado cambia a san Pablo. "Pero esto no conduce a una religiosidad consoladora, encerrada en sí misma, como nos proponen hoy algunos movimientos de la Iglesia, una espiritualidad de salón", afirmó el Papa. Al contrario, "el encuentro con el Señor enciende en la vida de Pablo un ardiente celo por la evangelización".
San Pablo, al predicar el Evangelio, utiliza con frecuencia la imagen de las puertas abiertas, una gracia que experimenta también san Pedro. Ambos "han sido testigos en primera persona de la obra de Dios, que les ha abierto las puertas de sus cárceles interiores, pero también las de las cárceles mismas, reales y concretas, en las que han sido arrojados a causa del Evangelio".
"El Señor les abrió también las puertas de la evangelización -añadió el Papa-, para que tuvieran la alegría de encontrar a sus hermanos en las comunidades nacientes y de llevar a todos la esperanza del Evangelio".
Pastores celosos que abren puertas
Luego, recordando a los arzobispos metropolitanos que recibieron el palio durante la misa, el Papa Francisco los invitó, "en comunión con Pedro y siguiendo el ejemplo de Cristo -la 'puerta de las ovejas'-", a ser "pastores celosos que abren las puertas de las ovejas" y, a través de su ministerio, ayudar a construir una Iglesia y una sociedad de puertas abiertas".
Finalmente, después de unas palabras de saludo a la delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, el Papa Francisco rezó para que los santos Pedro y Pablo "nos ayuden a abrir la puerta de nuestra vida al Señor Jesús", antes de invocar su intercesión "por nosotros, por esta Ciudad de Roma y para el mundo entero".+