San Justo: la Pastoral Social advierte sobre una realidad que duele y exige compromiso
- 24 de junio, 2024
- San Justo (Buenos Aires) (AICA)
El equipo diocesano expresó su preocupación por la situación social del país y en el territorio diocesano y pidió a las autoridades que encaren "políticas claras y concretas" que apunten a revertirla.
En una carta titulada "Transformando la realidad a la luz del Evangelio", y con el subtítulo que reza: "Una realidad que golpea, duele y exige compromiso", el equipo de Pastoral Social de la diócesis de San Justo expresó su preocupación por la situación que atraviesa todo el país y también, por ende, los barrios de esa diócesis del conurbano bonaerense, "en especial nuestros hermanos más pobres, marginados y postergados, que ven profundizada la vulnerabilidad que padecen día a día, ya que muchas familias ven insatisfechas sus necesidades más básicas: alimento, vivienda, salud, educación, por nombrar algunas", según se puntualiza, y se subraya: "Esto no es algo nuevo, pero sí acentuado sobremanera en este último tiempo".
"Es necesario urgentemente que quienes tienen responsabilidades de gobierno, en todos sus niveles, encaren políticas claras y concretas que apunten a revertir esta situación, de manera adulta, no siendo presos de caprichos, especulaciones y egoísmos, lo cual puede volverse caldo de cultivo de actitudes dañinas y perjudiciales para la convivencia social, por la bronca e indignación contenidas", se advierte.
"Si la presencia del Estado va desapareciendo, ganan ese espacio los ya conocidos mercaderes de la muerte que, a través del narcotráfico, la violencia y el miedo, toman el control progresivamente de muchas barriadas, penetrando también en instituciones estatales que quedan a la deriva", se plantea.
La Pastoral Social considera que "este tiempo que vivimos tiene que ser una posibilidad para reafirmar nuestras convicciones que apuntan al bien común, sabiendo que no todos somos iguales y que no todos partimos del mismo lugar en la carrera de la vida, que algunos incluso arrancan con una preparación deficiente, de lo cual no todos somos culpables, es cierto (sí algunos); pero si somos responsables por vivir en sociedad, de la misma manera, en algún aspecto o varios, nos beneficiamos unos y otros de la misma vida en comunidad".
Texto de la carta
"La grandeza de nuestra patria, nos incluye, involucra y compromete a todos... atendiendo en primer lugar a aquellos más vulnerables, porque no todos empezamos en el mismo punto, ni todos podemos arrancar solos".
Como equipo de pastoral social de la diócesis de San Justo expresamos nuestra preocupación por la situación que atraviesa nuestra patria toda, y por lo tanto los barrios de nuestra diócesis, en especial nuestros hermanos más pobres, marginados y postergados, que ven profundizada la vulnerabilidad que padecen día a día, ya que muchas familias ven insatisfechas sus necesidades más básicas: alimento, vivienda, salud, educación, por nombrar algunas. Esto no es algo nuevo, pero si acentuado de sobremanera en este último tiempo.
Es necesario urgentemente que quienes tienen responsabilidades de gobierno, en todos sus niveles, encaren políticas claras y concretas que apunten a revertir esta situación, de manera adulta, no siendo presos de caprichos, especulaciones y egoísmos, lo cual puede volverse caldo de cultivo de actitudes dañinas y perjudiciales para la convivencia social, por la bronca e indignación contenidas.
Creemos firmemente que la organización de la comunidad, bajo la tutela y el acompañamiento del Estado, no omnipresente y agobiante, sino inteligentemente presente es prioritaria. Por ello entendemos a la política no como un escenario para competencias donde "todo vale", con tal de lograr objetivos particulares de un grupo poco afecto al bien común y que responden a intereses foráneos, muchas veces, sino como el grado más alto de la caridad.
Si la presencia del Estado va desapareciendo ganan ese espacio los ya conocidos mercaderes de la muerte que a través del narcotráfico, la violencia y el miedo toman el control progresivamente de muchas barriadas, penetrando también en instituciones estatales que quedan a la deriva.
Quienes habitamos este suelo no somos simplemente proyectos de vida individuales, sino que constituimos un pueblo, una nación, donde la dignidad de la persona está ante todo y que la cosa pública tiene que sostener, proteger y por la que tiene que velar.
Vemos también como el egoísmo y la impunidad ganan terreno en la disparidad de criterios para evaluar, a quienes corresponde en vistas a su responsabilidad, las cuestiones accesorias, las importantes pero no urgentes y, al final las que no solo son importantes sino también urgentes. En el fondo están los más pobres que quedan fuera del Excel que iluminados presentan como receta magistral para la solución de todos los problemas.
Que un árbol no tape el bosque, que las cuestiones por corregir no lleven a destruir y dar de baja todo lo que el mismo estado favoreció en el acompañamiento de la persona, dentro de los parámetros de la honestidad y bien común.
Comprendemos a la democracia como representativa. No como carta blanca para que todo esté permitido. Es necesario que quienes asumen esta responsabilidad, se hagan cargo y respondiendo por la propia gestión, sin defenderse ni excusarse a partir del ataque al otro, el cual no está exento de responsabilidades, por cierto, en muchos casos.
Nos preocupa la incontinencia verbal que conduce a la mentira y sentirse impune gracias a parte de la corporación mediática que blinda, gracias a la distancia que genera estar detrás de una cuenta troll, falsa o de un teclado, en esta era de la post verdad, posibilitando así la manipulación de la verdad a gusto y piacere del emisor, falseado hechos que ocurrieron para contar la historia que se quiera contar. Esto termina por carcomer la misma vida individual, familiar y comunitaria, generando discordias innecesarias a partir de tomar partido por esas afirmaciones que se sueltan al aire y que no condicen con la realidad.
Este tiempo que vivimos tiene que ser una posibilidad para reafirmar nuestras convicciones que apuntan al bien común, sabiendo que no todos somos iguales y que no todos partimos del mismo lugar en la carrera de la vida, que algunos incluso arrancan con una preparación deficiente, de lo cual no todos somos culpables, es cierto (si algunos) pero si somos responsables por vivir en sociedad, de la misma manera, en algún aspecto o varios, nos beneficiamos unos y otros de la misma vida en comunidad.
Nadie se salva solo y la providencia del Buen Dios Todopoderoso nos acompaña.+