San Juan recordó a Fray Justo Santa María de Oro, su primer obispo
- 20 de octubre, 2021
- San Juan (AICA)
Acto, misa y responso al cumplirse 185 años de su fallecimiento. El obispo auxiliar de San Juan de Cuyo destacó las facetas pública y privada de uno de los religiosos que fue congresal de Tucumán.
La comunidad arquidiocesana de San Juan de Cuyo recordó con una misa a Fray Justo Santa María de Oro y Albarracín, primer obispo de esta jurisdicción eclesiástica, al cumplirse 185 años de su fallecimiento. La celebración eucarística fue presidida por el obispo auxiliar de San Juan de Cuyo, monseñor Carlos María Domínguez OAR, quien también rezó un responso junto a la tumba del prelado sanjuanino.
“Nosotros como Iglesia que peregrina en San Juan, queremos elevar una oración al Señor, por quien fue el primer pastor de esta Iglesia particular y aprovechar la oportunidad para recordar algunos datos de su vida y recoger y prolongar su legado”, expresó en la homilía.
Monseñor Domínguez citó lo que decía de él el cronista dominico Fr. Reginaldo de la Cruz Saldaña Retamar: “Oro. He aquí tres letras que forman un gran nombre. Su figura tiene el don de atraerse las miradas de las generaciones argentinas, las cuales no pueden pasar ante ella sin honrarle con una mirada de gratitud y admiración. Su actitud en el seno de la inmortal Asamblea en la que se declaró la independencia de la Argentina, adquiere un relieve incomparable porque supo encarnar en su gesto oportuno y genial las aspiraciones del pueblo argentino que quería sellar su libertad, estableciéndola sobre la más amplia y hermosa forma de gobierno”.
“Efectivamente, al paso del tiempo el dominico fray Justo Santa María de Oro se convirtió en uno de los congresales de 1816 más conocidos y apreciados por los argentinos”, y detalló algunos de los motivos que contribuyeron a popularizarlo: “Sus ponderadas intervenciones en aquella memorable ocasión; su condición de primer prelado de San Juan de Cuyo. La decisiva intervención de fray Oro en la sesión del 15 de julio, cuando se discutió la forma de gobierno más conveniente para las Provincias Unidas (monarquía o república), se considera, desde el punto de vista historiográfico, parte substancial de los debates. En la capilla que guardan sus restos, en esta catedral, se lee en las rejas de entrada: ‘Padre de la República’”.
Monseñor Domínguez señaló luego las facetas, privada y pública, de Fray Justo: “La primera hace referencia a su condición de fraile dominico y abarca todo su itinerario humano. La otra -la pública- es la más conocida y estudiada aunque se enmarca en un espacio breve de tiempo y lugar, prácticamente a los pocos meses que fue congresal en Tucumán”.
“Elegido como el primer congresal no sólo de Cuyo sino de todo el país, para participar en el Congreso de Tucumán, fue uno de los que rubricó con su firma el Acta de Independencia de nuestro país”.
El prelado sanjuanino aclaró que Fray Justo “no fue un político republicano, sino un religioso que expresaba con claridad sus convicciones doctrinales, sin recurrir a los oportunismos y habilidades que pudieran consolidar sus posturas”.
“Había vivido y estudiado al amparo del convento, en la tradición formativa dominicana, y en contacto con toda clase de hombres. Por tanto, ‘su republicanismo no era una forma de gobierno, sino una manera de vivir, un modo de acercarse a Dios’”.
“Fue leal para con sus ideas, consecuente con sus amigos y sus responsabilidades, sincero patriota y de vida austera dedicada a beneficiar al prójimo. Convicciones éstas reñidas por principio con las conveniencias, componendas y simulaciones que tentaban a muchos hombres de su época en el desempeño de la función pública”.
Monseñor Domínguez recordó también que “como vicario apostólico y luego como obispo de San Juan de Cuyo le tocó sortear no pocas dificultades en la consolidación y organización del nuevo territorio eclesiástico que le había sido confiado.
“Su espíritu de tranquila tenacidad y persistencia -en palabras de su sobrino Sarmiento- hacía que supiera esperar el momento oportuno para sortear dificultades, con seguridad en los medios y clara visión del fin. Se propuso levantar la catedral, un seminario conciliar, un colegio para laicos, un monasterio abierto a la educación de las mujeres, el cabildo de la catedral, etc.”, añadió.
“Fray Justo murió sin nada, a los 65 años, prematuramente. Su sobrino Sarmiento dijo de él que, si hubiera vivido 10 años más, habría dado a San Juan más progresos que todos sus gobiernos”.
El obispo auxiliar de San Juan de Cuyo aseguró que “el alma de Fray Justo está en las manos de Dios. Él mismo decía que su corazón está en Dios y su pensamiento en la continuación de su obra”.
“Rezamos por su eterno descanso y nos comprometemos a seguir consolidando la Iglesia de San Juan que él comenzó a levantar”.+