Jueves 26 de diciembre de 2024

Rafaela celebró el día de la diócesis en la fiesta de San José Obrero

  • 3 de mayo, 2024
  • Rafaela (Santa Fe) (AICA)
Con el lema "Escuchar amando: al modo de San José", el festejo se desarrolló en una modalidad mixta: cada comunidad reunida en su parroquia y, a la vez, todas conectadas de forma virtual.
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Desde hace algunos años, la diócesis de Rafaela celebra su día el 1° de may,  en la festividad de San José Obrero, su copatrono junto a Nuestra Señora de Guadalupe. Es una jornada para afianzar la identidad y dar gracias a Dios por la Iglesia diocesana.

Este año, para facilitar la participación, el festejo se desarrolló, durante la tarde del miércoles 1º, en una modalidad mixta: cada comunidad reunida en su parroquia a la misma hora y, a la vez, todas conectadas a través de la virtualidad.

Con el lema “Escuchar amando: al modo de San José”, y en sintonía con los objetivos que guían el camino diocesano pastoral durante este tiempo, la jornada constituyó una invitación a hacer experiencia profunda de escuchar con los oídos del corazón.

Al inicio del encuentro, en una primera instancia virtual, el obispo de Rafaela, monseñor Pedro Torres, dio la bienvenida desde la catedral de San Rafael a todas las comunidades conectadas desde las diferentes localidades del territorio diocesano, que abarca los departamentos de 9 de Julio, San Cristóbal y Castellanos, de la provincia de Santa Fe.

“Este año, Dios en su providencia regaló a la Iglesia el reconocer a Mama Antula como santa. Tanto ella como el Cura Brochero sintieron que eran un don de Dios los ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola, y trabajaron para que todo argentino pudiera experimentar un encuentro con Dios por medio de los ejercicios”, expresó en su mensaje.

En ese sentido, citó a san Ignacio: “No el mucho saber contenta el alma, sino gustar de las cosas internamente”, un principio de sabiduría “que puede ser un gran mensaje para nosotros hoy”. A su vez, animó a los presentes a “tratar de ser bien pensados, de entender bien, de quedarse con lo bueno”.

“Qué hermoso si buscamos comprender bien y sacar fruto espiritual renovando nuestra conciencia de que somos familia”, animó.

Luego, siguiendo en la modalidad virtual, tuvo lugar la iluminación sobre el tema central- la escucha-, que estuvo a cargo de Mario, diácono permanente, y su esposa Verónica, pertenecientes a la parroquia Nuestra Señora de la Merced, de Tostado, localidad del norte de la diócesis.

La instancia presencial en cada parroquia consistió en un momento de adoración eucarística y de oración con la Palabra de Dios, que dio lugar luego a un momento de conversación espiritual en grupos pequeños.

Finalmente, hubo una segunda conexión virtual, en la que se recogieron algunas frases e ideas de la conversación espiritual. Monseñor Torres resumió lo vivido en un nuevo mensaje a la comunidad: “Algo que me queda en esta escucha es acompañar…escuchar y acompañar, y algo que resonó desde Tostado: la necesidad de la humildad, aprender el estilo de Jesús”.

“Ese amor de Dios a nuestra vulnerabilidad no es para que nos resignemos en ella, sino para que la superemos, para que en el llamado a la santidad descubramos que tenemos que aprender a amar, a ser santos personal y comunitariamente. En cada Iglesia particular, estamos llamados a descubrir los dones que Dios nos da para ser santos y anunciar el Evangelio a todos los que caminan entre nosotros”, consideró.

Y continuó: “San Pablo decía que la fe viene de la audición, oír la Palabra, oír al hermano, oír que el Señor está vivo y se va manifestando a cada uno con su misericordia, todo eso nos tiene que llevar a la fe”.

Para concluir, se refirió a la humildad: “La humildad resuena en la primera bienaventuranza, Dios nos quiere humildes, nos quiere felices. La humildad es condición para la felicidad, porque el humilde nunca pierde la paz. Cómo nos vamos a asustar de que somos vulnerables, incluso pecadores, si somos criaturas y estamos heridos, pero a la vez con una dignidad infinita, con una dignidad de hijo, de redimidos, una dignidad que no se pierde jamás, porque es la dignidad que da el amor de Dios Padre a cada uno. La escucha en nuestro caminar sinodal tiene que ser un espacio de amor”.

La jornada culminó con la celebración de la misa en cada comunidad parroquial.+