Rafael Corso: "La Acción Católica fue y sigue siendo semillero de vocaciones"
- 30 de marzo, 2021
- Buenos Aires (AICA)
"El balance siempre es de gratitud, porque la Acción Católica es un camino de fe, de misión y de servicio", destacó su presidente en diálogo con AICA a raíz de los 90 años de la institución laical.
El presidente de la Acción Católica Argentina, Rafael Corso, hizo un balance de los 90 años de la institución en el país y destacó los pasos dados en la promoción de las vocaciones, tanto laical como sacerdotal y religiosa.
“El balance siempre es de gratitud, porque la Acción Católica es un camino de fe, de misión y de servicio”, destacó en diálogo con AICA.
El referente laical subrayó la impronta sinodal que caracterizó siempre a la Acción Católica y valoró el “camino madurativo” seguido por la institución tras algunas “sombras” que desenfocaron su andar evangélico.
En este sentido, Corso lamentó que todavía no se ha transitado un camino similar en la vida política y social del país, marcada por las grietas y divisiones, a fin de aunar esfuerzos para trabajar por el bien común.
Consultado sobre cuál es la vocación laical hoy, el dirigente respondió: “Es la construcción del orden social, es la construcción del mundo con los valores del Evangelio”, y aseguró que “no hubo un cambio de mira” en el fomento institucional de las vocaciones de los bautizados.
“Nuestra preocupación ha sido siempre ayudar a que en el proceso formativo cada uno encuentre la respuesta a ese llamado interior. La Acción Católica ha sido ese semillero de vocaciones sacerdotales y religiosas, y sigue siéndolo. Es cierto que hay hoy un menor número de vocaciones, pero una mayor conciencia de la vocación laical”, sostuvo.
-¿Qué balance hace de los 90 años de la Acción Católica Argentina?
-El balance siempre es de gratitud, porque la Acción Católica es un camino de fe, de misión y de servicio. Cuando uno se detiene, contempla de qué se trata este caminar, descubrís a las personas concretas: tantos laicos, tantos sacerdotes, tantos obispos, tantas religiosas. Cantidad de vocaciones que nacieron abrigadas por la institución y con frutos extraordinarios, tanto de compromiso como de corresponsabilidad en la construcción de la comunidad dentro de la Iglesia Católica, como es el diálogo ecuménico e interreligioso, el desarrollo vocacional, el crecimiento de las profesiones, las actitudes del quehacer cotidiano, la construcción de la vida social. Entonces, descubrís a personas con tantos talentos, con tanta vocación de servicio, que el camino institucional genera una impronta, un sentido de compromiso, de responsabilidad.
-Eso en lo personal, pero cómo en lo institucional...
-Institucionalmente también, es cierto, uno está llamado a mirar ese camino comunitario, que transciende a las personas y es asociativo. Hay que ver que la Acción Católica ha crecido de ese punto inicial del 5 de abril del 1931 y en comunión con el resto de las acciones católicas de muchas partes del mundo, particularmente nosotros hemos seguido el modelo italiano.
-¿Hubo etapas en este crecimiento de la ACA?
-Hubo un período de crecimiento, en el que la Acción Católica era un espacio de unidad del laicado de la Iglesia en la Argentina. Durante el tiempo del Concilio (Vaticano II) hay una explosión de frutos vocacionales, especializaciones, carismas, como se los quiera llamar. Hay una gran diversificación de propuestas apostólicas, misioneras, de los que la Acción Católica también fue germen: mundo empresarial, mundo educativo, mundo de la familia, padres, madres…
-¿Qué luces y sombras, que piedras en ese camino encontró la institución?
-En lo eclesial, creo que siempre ha habido frutos en cuanto a la visión de una Iglesia sinodal; eso está mucho en el corazón de la Acción Católica. La institución tiene cuatro notas distintivas y constitutivas: consagra el compromiso ordinario del laico, el vínculo con la jerarquía eclesiástica… El camino de la Acción Católica en la Iglesia es sinodal. Es un camino de luces, de trabajo comunitario, de mesa común, de observación de la realidad, de ofrecimiento de propuestas de intervención tanto para el crecimiento de la comunidad eclesial como para la consolidación del bien común en lo social.
-Y en lo social...
-Entonces, ahí, me atrevo a responder un poco más. En lo social, en lo personal casi diría que hay un enriquecimiento. La Acción Católica es un camino formativo que llega a mayores grados de conciencia y compromiso con la realidad. En lo institucional ha habido también sombras, no podemos obviar que el final de los 60 y a principios de los 70 fueron años efervescentes en la sociedad argentina, donde en la Acción Católica se vio involucrada, como tantas expresiones de Iglesia, en un sentido de urgencia por la realización del Reino y creo que hubo, sin ninguna duda, en algunos la tentación a ver a la violencia como un camino, que llevó a la frustración, al fracaso, a la muerte, a la decepción; a un camino antievangélico, en el fondo. Eso nos ha producido, dentro de la institución, un grado de reflexión que, creo, en la Argentina todavía sigue siendo una materia pendiente; que aparece y reaparece, estamos viviendo grietas que tienen mucho que ver con eso. No nos terminamos de sincerar, cortamos el análisis histórico a partir de donde nos conviene o reemplazamos los datos históricos objetivos, por un relato o una memoria parcial.
-¿Cómo fue el proceso para afrontar esas sombras y fortalecer las luces?
-La Acción Católica tiene grandes luces, tanto en la vida eclesial como en la vida personal e institucional porque hay un camino madurativo; y también ha tenido sombras, porque ha sufrido las tentaciones de su propio tiempo, de una inmediatez que nos ha hecho mal. Hoy hay otras tentaciones de la inmediatez. Los objetivos del corto plazo sacrifican, a veces, las verdades de la búsqueda del bien común a largo plazo, se tira gente del bote para alivianarlo y cumplir objetivos de corto plazo…
-¿Cuál es la posición hoy?
-Nosotros no estamos hoy en esa posición hoy, hay una maduración muy fuerte en el espíritu de los últimos papas, todos, desde Juan XXIII en adelante, en el objetivo de la realización del bien común, que es un bien de todos y de todo persona llamada a reconocernos como hijos de Dios y hermanos entre nosotros. Ese es el corazón del carisma que hoy estamos explotando en todas sus dimensiones, hasta donde nos da el cuero, por eso tenemos un Instituto de Formación Social y Política, por eso tenemos aparte el trabajo etareo: niños, jóvenes, adultos. También tenemos un área de Sectores, que aborda lo social, más especializado; tenemos trabajo en lo interreligioso, en el área de la trata de personas. Nos animamos también al diálogo en el espacio De Habitantes a Ciudadanos; en Justicia y Paz, donde se dan las reflexiones más sociales de la Iglesia; tenemos a gente trabajando en muchos espacios eclesiales y sociales.
-¿Cuál es la vocación laical hoy?
-La vocación laical es la construcción del orden social, es la construcción del mundo con los valores del Evangelio. Como síntesis, la riqueza de la oración de la celebración de Cristo Rey lo dice perfectamente: la realización del Reino de Cristo y sus valores, que son la verdad, la vida, la santidad, la gracia, la justicia, el amor, la paz y la misericordia. La realización de esos valores evangélicos en la vida cotidiana es que tu familia se construya con esos valores, es que tu desempeño profesional, laboral, se construya con esos valores; no con la corrupción de los valores, sino con esos valores. Que el crecimiento y la responsabilidad del proceso formativo y educativo se desarrolle en estos valores, tratándolos para plasmarlos y que el mundo se acerque a lo que nosotros creemos que es el destino último del hombre, que es el camino de retorno a Dios, como lo dice San Agustín.
-Y las vocaciones sacerdotes y religiosas, ¿la Acción Católica sigue siendo semillero de eso?
-El trabajo institucional quiere favorecer siempre la profundidad de la búsqueda y descubrimiento de la propia vocación. Cada persona es una misión en esta vida, esa es una hermosa síntesis que hace Francisco. Esa ha sido siempre nuestra preocupación, ayudar que en el proceso formativo cada uno encuentre la respuesta a ese llamado interior. La Acción Católica ha sido ese semillero de vocaciones sacerdotales y religiosas, y sigue siéndolo. Es cierto que hay hoy un menor número de vocaciones, pero una mayor conciencia de la vocación laical. No hay un cambio de mira en descubrir la vocación de los bautizados”.+