Pizzaballa: se necesita un nuevo liderazgo para volver a hablar de paz
- 19 de diciembre, 2023
- Jerusalén (Tierra Santa) (AICA)
El Patriarca Latino de Jerusalén repasa los dramáticos acontecimientos del último período, la guerra y el asesinato de las dos mujeres cristianas. "El conflicto causa un dolor que divide", lamentó.
"Dolor y desconcierto" por las dos víctimas cristianas, madre e hija, asesinadas por un francotirador dentro del recinto de la parroquia de la Sagrada Familia en Gaza; y la convicción de que se necesita "un nuevo liderazgo" para volver a hablar de paz, de diálogo, de convivencia entre las partes, porque con el actual no parece posible "construir con perspectivas claras": es lo que dice el Patriarca Latino de Jerusalén, cardenal Pierbattista Pizzaballa.
El ataque a los cristianos
Tres días después del asesinato de Nahida Khalil Pauls Anton "Umm Emad" y su hija Samar Kamal Anton, alcanzadas por las balas de francotiradores israelíes cuando cruzaban una calle frente a la iglesia parroquial, la comunidad cristiana sigue conmocionada. Prevalece un "sentimiento de dolor y desconcierto por lo sucedido", relata el cardenal al periodista Dario Salvi, de la agencia AsiaNews, entre otras cosas porque los militares abrieron fuego " no obstante toda la coordinación" y a pesar de "toda la información que ya existía" sobre los habitantes de la parroquia y sobre el hecho de que la iglesia, la casa de las monjas de la Madre Teresa y los demás edificios de la zona no eran, desde luego, un objetivo militar y de que en su interior no había armas, combatientes u otro material que pudiera justificar un ataque, el cual alcanzó a civiles indefensos e inocentes.
"No hay guerras razonables", prosiguió el cardenal, "pero lo que ocurrió era evitable desde mi punto de vista, porque se conocía el lugar y se sabía quién estaba dentro". Las dos mujeres asesinadas a sangre fría, añade, eran "muy visibles, se podía percibir que eran dos ancianas" y, desde luego, no tenían nada que pudiera hacerlas confundir "con una joven combatiente de Hamás". Era necesario, dice, "tener más cuidado", si es que se puede hablar de un error o de una trágica fatalidad.
Sin embargo, las dos víctimas forman parte de un cuadro más amplio de dolor, violencia y víctimas inocentes, que afecta a toda la población de la Franja, cristianos y musulmanes, especialmente civiles, con miles de muertos entre mujeres y niños. "No quiero hacer una tragedia sólo de las víctimas cristianas", subraya, sino que hay que ampliar la mirada "a los dos millones de personas encerradas dentro" de Gaza, que desde hace tiempo es una cárcel al aire libre, y que, desde la guerra lanzada por Israel en respuesta al ataque terrorista de Hamás, "cuenta ya más de 20.000 muertos".
"Aquí", dice Pizzaballa, "nuestros muertos forman parte de esas 20 mil y más víctimas" que han ensangrentado la Franja en poco más de dos meses, con la cuestión abierta de los rehenes aún en manos de los milicianos y una frágil diplomacia internacional trabajando en una nueva tregua. A este respecto, el propio patriarca, en respuesta a una pregunta de un periodista, se había ofrecido para un intercambio con los prisioneros. "Hubo contactos [para establecer un intercambio con los prisioneros], pero se sabía muy bien que no tendrían continuidad", explico.
En las últimas semanas, el primado latino se reunió con "los familiares de las víctimas y de los rehenes", pero no sólo con ellos, porque "es necesario encontrarse con todas las realidades que están entre nosotros". En este momento", observa, "parece que de las dos partes [israelí y palestina], cada una quiere tener el monopolio del dolor, pero no es así", porque esta tragedia concierne a todos.
Aislados y divididos en el dolor
El Patriarcado Latino de Jerusalén abarca a los católicos de rito latino de Israel, Palestina, Jordania y Chipre, un territorio dividido en 71 parroquias y seis vicariatos. "Desgraciadamente, lo que se siente hoy -subraya el patriarca- no es un dolor que cohesione, que solidarice, sino que cada uno permanece encerrado en lo suyo. No se abre al otro".
"Hablar de diálogo", prosigue el cardenal, "ahora no tiene sentido, porque no lo hay. El único terreno de diálogo directo, de discusión, hoy en día, es la liberación de los rehenes, pero no hay nada más. Tengo conocimiento de otros contactos en curso, para entender qué hacer" en una fase posterior, pero incluso en este caso, "me parece que no tienen las ideas muy claras". En cambio", advierte, "lo que se necesita es precisamente esto: una estrategia, una perspectiva, visiones de futuro", aunque por el momento "el diálogo entre las dos partes no tenga mucho sentido".
Aquí entra en juego el papel de una comunidad internacional ausente desde hace tiempo, que, según el cardenal Pizzaballa, "debe contribuir a dar orientaciones" implicando a la parte hasta ahora excluida de la mesa. "Lo que veo -explica- es que todo el mundo habla del futuro de los palestinos, pero nadie habla con los palestinos. Para hablar del futuro hay que hablar también con ellos, no sólo de ellos. En cambio, ahora mismo no se les da voz".
Nuevos líderes por la paz
Palestinos sin voz, dirigentes israelíes que hoy sólo conocen el lenguaje de la guerra total para erradicar la amenaza de Hamás. Pero no hay rastro de humanidad, las víctimas civiles y el sufrimiento de millones de personas parecen relegados a los márgenes de la historia que se está escribiendo en estas semanas de conflicto " demencial", como lo llamó el padre Ibrahim Faltas. Por eso parece necesario un cambio de liderazgo, por improbable que sea, para volver al diálogo, a construir en lugar de derribar y matar.
"Ahora", dice el patriarca latino, "es necesario un nuevo liderazgo", porque con el actual "no creo que sea posible construir perspectivas claras" de diálogo, de confrontación, de negociaciones tan duras y dolorosas como necesarias, para rebajar la tensión y restaurar una perspectiva de convivencia.
En el pasado, ésta era la época en la que el patriarca visitaba a la comunidad católica de Gaza, celebrando primeras comuniones y confirmaciones, visitando a los enfermos y celebrando misa el tercer domingo de Adviento. "No estar allí este año", subrayó, "es una gran pena. Además, el período coincidió precisamente con el asesinato de las dos mujeres. Estas personas que dieron su vida nos recuerdan el dolor de la comunidad y la necesidad de solidaridad ante una situación trágica".
La ausencia en la Franja también está relacionada con el silencio en Jerusalén, en Belén, en la Iglesia del Santo Sepulcro o en la Natividad, que estaban repletas de peregrinos y eran un lugar de oración, de paz. "El silencio y la Jerusalén desierta, en un momento que suele ser fructífero para las peregrinaciones", dice el cardenal, "es una carga espiritual, humana, porque una ciudad vacía es una ciudad muerta". Pero también hay un elemento económico, para todos los que trabajan especialmente en este ámbito del "turismo religioso".
La esperanza, que no es optimismo, es hija de la fe y hermana de la caridad, por eso -continúa- hay que ver a tanta gente que todavía es capaz de caridad, de ternura. Y, con fe, de poder ir más allá, tener una mirada que sea capaz de superar el dolor del presente y que pueda ver también el final de esta noche, porque también ésta, como todas, terminará".
El patriarca termina su reflexión, transmitida AsiaNews, retomando la metáfora del " edificio de apartamentos ", muy querida por él, para describir Tierra Santa: "En este tiempo ha sido destruida, pero los edificios de apartamentos [cristianos, judíos y musulmanes] siguen todos ahí. Debemos empezar de nuevo desde el pueblo, poco a poco, con paciencia y con determinación, a reconstruir lo que ha sido destruido. Y también en el diálogo judío y cristiano hay que avanzar, hay que seguir adelante -concluye- a pesar de todo lo que está pasando".+