Jueves 14 de noviembre de 2024

París 2024: un representante de la Santa Sede manifestó que se violó la Carta Olímpica

  • 31 de julio, 2024
  • París (Francia) (AICA)
El derecho a la blasfemia no puede invocarse en relación con los Juegos Olímpicos, afirmó el obispo Emmanuel Gobilliard, que representa al Vaticano en las Olimpíadas de París.
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El obispo de Digne (Provenza, Francia), Emmanuel Gobilliard, enviado especial del Papa Francisco para los Juegos Olímpicos de París 2024, comentó la perversa parodia de la Última Cena durante la ceremonia de apertura. "El derecho a la blasfemia no puede invocarse durante los Juegos Olímpicos", expresó, y recordó que la Carta Olímpica establece claramente que durante los Juegos no se pueden promover opiniones políticas, ideológicas o religiosas.

Monseñor Gobilliard, en su condición de enviado papal, se trasladó al centro multirreligioso de la Villa Olímpica durante el tiempo que duren los Juegos. Allí también trabajan otros clérigos cristianos, judíos, musulmanes y budistas. 

El obispo francés admitió que no vio toda la ceremonia inaugural, porque en ese momento estaba orando por los deportistas. Sin embargo, añadió que, cuando vio las fotos de la controvertida escena, compartidas masivamente en las redes sociales al día siguiente, se sintió "profundamente herido". 

En una entrevista con OSV News, enfatizó que "burlarse de la fe y la religión de esa manera es muy impactante". Reveló que algunos de los propios atletas olímpicos también lo llamaron y le dijeron que la ceremonia inaugural no los había puesto, precisamente, en un estado de ánimo "pacífico" antes de la competición deportiva. La gente sentía que estaba viendo un programa con un sesgo ideológico muy fuerte, que intentaba imponer una forma uniforme de pensar y contra la cual era muy difícil expresar oposición. "Entonces, surge la pregunta: ¿hasta qué punto es inclusiva la tan cacareada inclusividad de la ceremonia?", dijo el representante del Vaticano en una entrevista para el diario La Croix.

Recordó, asimismo, que la inauguración de los Juegos Olímpicos debe promover el espíritu de unidad, hermandad, comunidad y paz. Y que la controversia que surgió a raíz de esa farsa, ciertamente, no sirvió a ese propósito. 

Monseñor Gobilliard hizo también un llamamiento, para que se tenga en cuenta ahora el bienestar de los propios deportistas. Y señaló, en ese sentido: "Como cristianos, debemos tener cuidado de no responder a la provocación con provocación. Necesitamos distanciarnos de esto y dejar espacio al espíritu deportivo, al espíritu olímpico de hermandad y unidad".

También se preguntó por qué sucedió aquello al comienzo de los Juegos Olímpicos. "Esto es contrario a la Carta Olímpica, a la dimensión de unidad presente en sus valores, a la idea de unir a todos, sin manifestaciones políticas y religiosas. ¿Por qué excluir a creyentes y cristianos? Este era el último lugar para hacerlo. Debíamos respetar el espíritu de la Carta Olímpica: ya no hacemos esto", subrayó el enviado papal a los Juegos Olímpicos. 

El ideal de fraternidad, "arrojado al barro de la burla blasfema"
A su vez, el arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de la Academia Pontificia de la Vida, declaró que el ideal de la fraternidad había sido "arrojado al barro por la burla blasfema de uno de los momentos más sagrados del cristianismo". 

En efecto, el prelado comentó, en la edición dominical del diario italiano "Il Giornale", las escenas escandalosas de la inauguración de los Juegos Olímpicos de verano. Expresó al respecto su agradecimiento a los obispos franceses, que criticaron inequívocamente la ceremonia de apertura por "ridiculizar el cristianismo". En su opinión, no era necesario incluir en el programa de la inauguración la escena actualmente tan discutida. 

Monseñor Paglia expresó que, como resultado, los valores humanos y olímpicos que luchan por construir la hermandad fueron claramente pisoteados. "Los grandes ideales fueron enturbiados por la ridiculización blasfema de uno de los momentos más sagrados del cristianismo", destacó el arzobispo. 

El prelado italiano afirmó también, claramente, que los valores olímpicos y deportivos no tienen por qué estar respaldados por escenas de ese tipo, que ciertamente son irrespetuosas y condenables. Además, recordó las palabras del filósofo alemán Jürgen Habermas, sobre la importancia de la religión en la sociedad secular.+