Papa: la desigualdad social es una injusticia que clama al cielo
- 26 de agosto, 2020
- Ciudad del Vaticano (AICA)
La pandemia agravó las desigualdades existentes entre personas y naciones, resultado de una "economía enferma"
La pandemia puso de relieve y agravó los problemas sociales. Son el resultado de una “economía enferma”, “de un crecimiento económico desigual” para el cual “un puñado” de personas “poseen más que el resto de la humanidad”. Se trata de “una injusticia que clama al cielo”, manifestó el papa Francisco durante la audiencia general de hoy, celebrada en la Biblioteca Vaticana continuando con el ciclo de catequesis sobre el tema: “Sanando el mundo”, centró su meditación en el tema “El destino universal de los bienes y la virtud de la esperanza”.
“La pandemia -dijo Francisco- puso de relieve y agravó los problemas sociales, especialmente la desigualdad. Algunos pueden trabajar desde casa, mientras que para muchos otros esto es imposible”.
“Algunos niños, a pesar de las dificultades, pueden seguir recibiendo una educación escolar, mientras que para muchos otros se ha interrumpido abruptamente”.
“Algunas naciones poderosas pueden emitir dinero para hacer frente a la emergencia, mientras que para otras esto significaría hipotecar el futuro”.
“Estos síntomas de desigualdad revelan una enfermedad social; es un virus que proviene de una economía enferma. Es el resultado de un crecimiento económico desigual, esta es la enfermedad, que es independiente de los valores humanos fundamentales”, señaló.
“Al mismo tiempo, este modelo económico es indiferente al daño infligido a la vivienda común. Estamos cerca de sobrepasar muchos de los límites de nuestro maravilloso planeta, con consecuencias graves e irreversibles: desde la pérdida de biodiversidad y el cambio climático hasta el aumento del nivel del mar y la destrucción de los bosques tropicales”.
“La desigualdad social y la degradación del medio ambiente van de la mano y tienen una misma raíz: la del pecado de querer poseer y querer dominar a los hermanos, a la naturaleza y a Dios mismo. Este no es el diseño de la creación”. “Dios nos pidió dominar la tierra en su nombre, cultivarla y cuidarla como un jardín, el jardín de todos”.
“La subordinación de la propiedad privada al destino universal de los bienes es una 'regla de oro' del comportamiento social, y el primer principio de todo el orden ético-social. “La propiedad y el dinero son herramientas que pueden servir a la misión. Pero los transformamos fácilmente en fines, individuales o colectivos. Y cuando esto sucede, se socavan los valores humanos esenciales”.
“Cuando la obsesión por poseer y dominar excluye a millones de personas de los bienes primarios; cuando la desigualdad económica y tecnológica es tal que desgarra el tejido social; y cuando la adicción al progreso material ilimitado amenaza la casa común, entonces no podemos quedarnos al margen. No, esto es desolador”, exclamó el Papa.
“Con la mirada fija en Jesús y con la certeza de que su amor obra a través de la comunidad de sus discípulos, debemos actuar todos juntos, con la esperanza de generar algo diferente y mejor. La esperanza cristiana, arraigada en Dios, es nuestro ancla. Apoya la voluntad de compartir, fortaleciendo nuestra misión como discípulos de Cristo, que lo compartió todo con nosotros”.
Francisco luego volvió a afirmar que “la pandemia nos ha puesto a todos en crisis. Pero recuerda: no podemos salir igual de una crisis. O salimos mejor o salimos peor. Ésta es nuestra opción. Después de la crisis, ¿seguiremos con este sistema económico de injusticia social y desprecio por el cuidado del medio ambiente, de la creación, de la casa común? Vamos a pensarlo.
Que las comunidades cristianas del siglo XXI recuperen esta realidad, -cuidado de la creación y de la justicia social: van juntas- dando así testimonio de la Resurrección del Señor. Si cuidamos los bienes que nos da el Creador, si compartimos lo que poseemos para que nada se pierda, entonces podemos inspirar verdaderamente la esperanza de regenerar un mundo más saludable y equitativo”.
En resumen, la propiedad y el dinero son "herramientas" que se pueden transformar fácilmente en "fines, individuales o colectivos" pero de esta manera -advierte- se ven afectados valores humanos esenciales.
El Homo sapiens se deforma y se convierte en una especie de homo economicus, en el peor de los sentidos, una especie de hombre individualista, calculador y dominante. Olvidamos que, siendo creados a imagen y semejanza de Dios, somos seres sociales, creativos y solidarios, con una inmensa capacidad de amar. A menudo nos olvidamos de esto. De hecho, somos los seres más cooperativos entre todas las especies y prosperamos en comunidad, como se ve claramente en la experiencia de los santos.
El Papa recordó por último el dicho español: "Florecemos en racimo como los santos, florezcamos en comunidad como vemos en la experiencia de los santos”.+