Mons. Torres: 'Volvamos a Jesús, la Palabra de amor del Padre'
- 16 de febrero, 2024
- Rafaela (Santa Fe) (AICA)
El obispo de Rafaela compartió con la comunidad una carta pastoral con motivo del inicio de la Cuaresma, en la que anima a renovar la escucha, la alegría y la esperanza.
Con motivo del inicio de Cuaresma, el obispo de Rafaela, monseñor Pedro Javier Torres, dirigió una carta pastoral a la comunidad diocesana, en la que anima a volver a Jesús, la Palabra de amor del Padre, y en Él renovar la escucha, la alegría y la esperanza.
En primer lugar, el prelado destaca “el escuchar del Resucitado”, que sale al cruce de los discípulos que vuelven a Emaús. “Se acerca, rompe toda distancia, se hace cercano, y en la proximidad de quien sabe acompasar su paso al paso de los demás, dialoga, pregunta, invita a sacar del corazón lo que aflige, para ayudarlos a reconocer el malestar que cargan”, describe.
Así, “el Resucitado ayuda a los peregrinos de Emaús a desahogar el corazón, a contar su pena con la confianza de saberse escuchados”, indica el obispo, y agrega: “Los rescata de una simple queja, proponiéndoles un horizonte”.
Monseñor Torres explica que Jesús “no rechaza lo que ellos sienten, sino que los ayuda a leer distinto lo que viven, desde una lectura pascual de su sufrimiento, dando nueva luz a lo vivido; ayuda a descubrir cada vivencia dentro del designio amoroso del Padre, que nunca se aparta y que siempre consuela”.
“Su Palabra es la que consuela, ilumina y enciende la vida de quien le confía su vulnerable vida”, destaca. “Nosotros, peregrinos también, estamos invitados a escuchar la Palabra viva que nos hace descubrir nuestra historia como historia de salvación”, anima, y propone: “Acompañados de la liturgia dominical, podríamos acercarnos más asiduamente al Evangelio de San Marcos y San Juan”.
En segundo lugar, el obispo de Rafaela hace alusión al “escuchar de nuestra Iglesia”, partiendo de la “experiencia agradecida por la cercanía de un Dios que sale a nuestro encuentro, que escucha, dialoga y consuela; que abre horizontes nuevos y enciende la fe en los corazones”.
“Notemos que son estas mismas actitudes las que nos hemos propuesto como camino pastoral, reflejadas en el objetivo de ‘ir al encuentro de los hermanos, escuchar sin juzgar, acompañar sin cuestionar, amar sin preguntar y transmitir la alegría de la fe’", recuerda.
Monseñor Torres también invita a “escuchar junto a la Iglesia que camina en el mundo, convencidos de que nuestra historia y nuestros deseos son portadores de una riqueza que queremos compartir con todos”.
“Para esto, desde la experiencia de fraternidad en camino, viviremos este año discerniendo la voluntad de Dios para el hoy de nuestra Iglesia diocesana, cómo el Señor nos salió al cruce en el camino y cómo lo hemos reconocido”, señala.
Anima, además, a “escuchar con el estilo de Jesús, que mira y se detiene ante la realidad del Pueblo santo de Dios y está cercano a las comunidades, que no permanece inmóvil, sino que busca soluciones nuevas a problemas nuevos, que está a la escucha del Espíritu y sale al encuentro de los hermanos”.
En ese sentido, considera que “la conversión cuaresmal es destello de una nueva esperanza”. “El objetivo específico que asumimos, nos marca además un modo, un estilo, el de Jesús: sin juzgar... sin cuestionar... sin preguntar”, asegura.
Para que esto sea posible y haga fecundo y concreto el anuncio de la buena noticia, el obispo explica que “debemos primero redescubrimos hijos amados y perdonados por el Padre misericordioso, y renovar la experiencia de ser rescatados por Jesús".
Un Corazón herido que sana
“Salir al encuentro de los hermanos para escucharlos, acompañar sus vidas, amando y anunciando la alegría de la fe, supondrá en nosotros el sincero trabajo espiritual de modelar nuestro corazón, para que sea cada día más parecido al Corazón de Jesús”, advierte monseñor Torres, y recuerda la apertura del año jubilar del Corazón de Jesús, recordando los 350 años de las apariciones a Santa Margarita María Alacoque.
A su vez, destaca que “el rostro de Jesús, con su mano señalando el corazón traspasado de amor, es la invitación a la confianza y a la imitación de sus sentimientos”.
Por eso, reitera el llamado a “escuchar con el corazón, comprender, y aun en la impotencia, trasfigurar el dolor por el amor orante, servicial y solidario. Escuchar, amando de tal manera, que cada uno pueda también descubrir sus dones y posibilidades viviendo en comunión con Dios, con Cristo y con el Espíritu Santo, y construyendo fraternidad”.
Llamados a la santidad
Monseñor Torres recuerda que “estamos llamados a ser santos, y la Cuaresma es el tiempo que la Iglesia nos propone para preparar el corazón a fin de renovar nuestro bautismo”.
En ese sentido, el obispo remarca la figura de Mama Antula, la primera mujer argentina reconocida como santa, e invita a contemplar su testimonio, para traducir en acciones concretas el deseo de escuchar a quienes viven sumidos en la dolorosa vulnerabilidad, los maltratados, los que sufren, los que están excluidos.
“La vida de santa María Antonia de San José nos puede insinuar cómo hacer para que todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo se sientan hermanos nuestros, amados por nuestro Padre Dios. Al mismo tiempo, imitarla nos ayudará a salir de nuestras comodidades, de nuestras seguridades y nuestros miedos, desafiando lo establecido para ir más allá, creciendo en la conciencia de que no nos llevamos a nosotros mismos, sino a Dios, de que somos instrumentos simples al servicio de la misión que Él nos está encomendando, y de que la oración es nuestro alimento y fuente de fortaleza”, reflexiona.
Por último, el prelado recuerda que la Cuaresma “es un tiempo precioso para abrimos a la escucha de la Palabra de Dios -en el silencio de la oración y en la experiencia de otros hermanos- y a la celebración eucarística, que nos alimenta para que formemos un solo cuerpo y un solo espíritu”.
“Como lo hicieron los primeros discípulos del Resucitado, iluminados por su Palabra, alimentados por la Eucaristía y fortalecidos por el Espíritu Santo, vivamos nuestro Bautismo como un permanente Pentecostés, y seamos una Iglesia que se mueve, que sale al encuentro, que evangeliza con alegría, porque se sabe enviada y acompañada por el mismo Señor de la historia”, exhorta.
“¡Señor, te necesitamos!, ¡haz que escuchemos tu voz! Bendícenos y bendice a los que nos has confiado. Mantennos en el espíritu de las Bienaventuranzas: la alegría, la sencillez, la misericordia, la escucha, la esperanza. Que tu Madre, la Virgen de Guadalupe, y San José acompañen nuestro caminar”, concluye.+