Mons. Scozzina: Que la Iglesia "hospital de campaña" sea la característica de la diócesis
- 31 de agosto, 2020
- San Ramón de la Nueva Orán (Salta) (AICA)
En una carta pastoral por la fiesta de San Ramón Nonato, el obispo de Orán alentó a que esto sea prioridad en tiempos de pandemia, para que nadie se sienta extraño o excluido, y animó a la esperanza
El obispo de Orán, monseñor Luis Antonio Scozzina OFM, dio a conocer una carta pastoral con motivo de la fiesta patronal de San Ramón Nonato, que se celebra el 31 de agosto, en la que manifiesta su acompañamiento y cercanía con los que padecen las consecuencias de la pandemia del Covid-19, e invita a discernir las “exigencias de la presencia del Reino y los desafíos propios” del territorio diocesano.
El documento se titula “Alégrense en la esperanza, sean pacientes en la tribulación y perseverantes en la oración”, y fue elaborado junto con miembros de distintas pastorales que conforman el Equipo para el Desarrollo Pastoral y para el Desarrollo Humano integral de la diócesis.
Tras detallar algunos "signos que alientan la esperanza" en este tiempo particular de crisis sociosanitaria, el prelado hace un llamado a la conversión personal y comunitaria.
“Como consecuencia del cambio de dinámica social, impuesta por las circunstancias sociosanitarias, vemos que se han profundizado las latentes injusticias sociales y la fragmentación del tejido social de nuestras comunidades que ya se venían notando anteriormente”, advierte y puntualiza:
-Se agudiza la situación de pobreza estructural de nuestro norte manifestada en la debilidad del sistema de salud para enfrentar la pandemia y otras enfermedades crónicas de la región. La desprotección del sanitario personal para cumplir con su misión y la falta de recursos suficientes en los hospitales y centros de salud.
-Se visibiliza la inequidad existente en las condiciones socio-sanitarias de muchas familias carenciadas por la falta de un trabajo digno, la falta de agua potable, de problemas de posesión de la tierra y de viviendas dignas. Sigue siendo escaso el servicio de agua potable en las comunidades, asentamientos o barrios populares. El agua es clave para tener condiciones sanitarias adecuadas.
-Se observa la carencia de políticas públicas que atiendan al interior profundo que garanticen los derechos humanos básicos como la salud y el trabajo digno. Algunos recursos no están bien administrados o son retenidos por cuestiones partidarias o utilizados en beneficio propio. (ej. IFE). Subsisten ciertas prácticas clientelistas que dañan y ofenden la dignidad de los hermanos más necesitados.
-Es lamentable constatar ciertos hechos de corrupción de algunos comerciantes y proveedores que lucran con la necesidad de los pobres y excluidos. Es triste ver algunos sectores de la dirigencia política utilizar la situación de pandemia para sus propios intereses políticos. Es preocupante la intensificación del narcomenudeo y de la trata de personas ante la situación de indigencia.
-Nos preocupa las dificultades en la toma de decisión gubernamental, la posibilidad de "ser escuchados en las opciones y decisiones", y de muchas medidas que se imponen por autoridades sanitarias (COE), que ponen de manifiesto algunos rasgos de autoritarismo. Falta apertura al diálogo ya la búsqueda de consensos en las cuestiones de la gestión de la casa común.
-Se profundiza la indiferencia y el abandono hacia personas y grupos de personas que parecen no importar a la cultura imperante, o se relativiza su “ser objeto” de beneficios, y no “sujetos de derechos”. Se iguala a todos, en la categoría de pobres y destinatarios de ayudas, pero se pierde la gran posibilidad de enriquecer la "integración nacional" con la riqueza de la diversidad cultural y sus sabidurías ancestrales.
-Estamos llamados a una conversión personal y social porque nuestra sociedad está enferma no sólo del virus de la pandemia sino de “un sistema económico y productivo injusto que provoca relaciones injustas”, nos recuerda el Papa Francisco.
-La comunidad cristiana está interpelada a una conversión profunda, a superar nuestros miedos y aislamientos que nos vuelven cada vez más autorreferenciales. El Espíritu nos impulsa a salir al encuentro del otro y escuchar sus clamores y angustias. Estamos llamados a ser el buen samaritano que dedica su tiempo y sus bienes al hermano caído, porque allí se hace presente el rostro de Cristo sufriente.
- Necesitamos una conversión social que supone un camino de diálogo y de superación de las diferencias políticas, ideológicas, culturales o religiosas, que nos permiten sentarnos en una mesa común para buscar juntos las soluciones a los problemas más urgentes de nuestras respectivas comunidades.
Monseñor Scozzina y sus colaboradores sostuvieron que “la nueva pandemia del coronavirus nos está permitiendo examinar algo más profundo y preocupante, que produce un sufrimiento cada vez más fuerte para la mayoría de los habitantes del planeta: la profunda brecha socioeconómica que va en aumento”, e insistieron en advertir: “Aquellos que controlan la cadena de producción y de distribución económica de las trasnacionales se están enriqueciendo a un ritmo vertiginoso, aun en estos tiempos inciertos de la pandemia, mientras los pobres, los excluidos, están empobreciendo, llevados al límite de la supervivencia”.
"La llamada a la conversión comunitaria, a abrir our mentes, nuestros corazones y vidas a una nueva forma de vivir juntos en este planeta es más urgente ahora que en cualquier otro momento de la historia humana. La conversión requiere que escuchemos 'tanto el grito de la tierra como el grito de los pobres'", recordaron citando la encíclica Laudato si' del papa Francisco.
“Caminar juntos acompañando con nuestra solidaridad los procesos comunitarios de emprendimiento social. Fortalecer las pequeñas y medianas empresas que pueden ser inclusivas de los pobres, que promueven los últimos, que pueden trabajar por el bien común y además, contemplen el cuidado de la casa común”, subrayaron, y agregaron: "En un diálogo profundo y sincero, caminar juntos hacia la elaboración de planos de desarrollo integral, para una nueva época, valorando el aporte de todos, animando a los desanimados y socorriendo a los caídos. La armonía entre los diferentes sectores sociales y políticos, es imprescindible para realizar los cambios necesarios”.
Entre otros puntos, exhortaron a “fortalecer la realidad de los trabajadores de la economía popular con sus unidades productivas, y diseñar, en diálogo con todos los involucrados, políticas que contemplen las diferentes necesidades del sector y las modalidades de a integración la sociedad y al aparato productivo nacional”.
"Como comunidad cristiana, al servicio del 'desarrollo humano integral', es el momento de salir a las periferias sociales y existenciales, como pide nuestro papa Francisco, para 'escuchar a tantos invisibilizados por el sistema y la coyuntura", dándoles la posibilidad de expresarse y hacer su aporte a la construcción de la 'fraternidad humana' ”, sostuvieron, y señalaron: “La imagen de la Iglesia como un 'Hospital de campaña', deberá ser la característica que nos identifique, y nos hermane en nuestro nuevo modo 'ser Iglesia'”.
Asimismo, consideraron que “las pastorales diocesanas y las comunidades parroquiales junto con otros sectores sociales y personas de buena voluntad serán imprescindibles para construir este 'nuevo tiempo'”.
“La Iglesia, estando cercana a los pobres acompañando su vida cotidiana, hará posible que nadie se sienta o excluido, porque implica a todos en un camino común de salvación. La esperanza se comunica también a través del consuelo y la oración que se realiza acompañando a las familias, uniéndonos en una plegaria común por todos los enfermos ”, afirmaron.
“La alegría y la esperanza de la Buena Noticia de Jesús nos reconforta, y la intersección de San Ramón Nonato cuide y proteja la vida naciente. Que la exhortación de San Pablo: 'Consideren como propias las necesidades de los santos y practiquen generosamente la hospitalidad' nos oriente y aliente a celebrar con fe y esperanza nuestra fiesta patronal”, concluyeron. +