Jueves 26 de diciembre de 2024

Mons. Ojea relató la fiesta de la juventud vivida en Panamá

  • 5 de febrero, 2019
  • San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojea, compartió su testimonio sobre lo vivido en la Jornada Mundial de la Juventud 2019 en Panamá. En su mensaje, recomendó a los jóvenes "leer los mensajes del Papa, porque estamos viviendo una suerte de escamoteo de lo que el Papa dice, entonces todas las noticias que existen sobre el Papa son juicios e interpretaciones de otros".
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El obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojea, envió un videomensaje a la comunidad para relatar lo vivido en la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá.

Junto con otros tres obispos argentinos: monseñor Oscar Miñarro, monseñor Damián Nannini y monseñor Antonio Cargnello, compartieron esta jornada presidida por el papa Francisco.

En su mensaje, el prelado expresó en primer lugar, su alegría por haber participado y descubrir una vez más la fuerza del mensaje del Papa Francisco, no sólo a los jóvenes, sino a toda la Iglesia.

Entre las variadas anécdotas que compartió monseñor Ojea, sobresale la siguiente: "El clima de Panamá era extraordinario, toda la ciudad estaba de fiesta; en el primer encuentro con los obispos, el Papa señala que se había reído mucho con una situación, había pasado ante una persona mayor ya entrada en años, flaquita, que se había puesto una mitra blanca, en la que decía: ?Santidad, también los abuelos hacemos lío?; cuento esto porque es parte de ese clima maravilloso de fiesta que vivió Panamá, la calidez de los panameños, la apertura, la recepción, este estar concentrados en servir, en atender, en señalar, en hacer a todos los huéspedes una ciudad verdaderamente hermosa para vivir el encuentro".



El obispo también destacó las celebraciones vividas, especialmente el Vía Crucis y la tradicional vigilia ante una multitud: "La otra impresión muy grande fue el Vía Crucis que fue presentado en un enorme estadio, del que participaron muchísimos jóvenes en las distintas estaciones, allí el Papa hace una oración hacia él, como en una suerte de examen de conciencia, en la que señala la insensibilidad de la sociedad en la que vivimos, una sociedad que no sabe llorar suficientemente, una sociedad que no sabe conmoverse, una sociedad diferente, un mundo que consume y se consuma, y todo esto, pidiéndole al Padre que toque nuestro corazón y el corazón de los jóvenes para hacerlos sensibles al hermano que sufre, que pueda superar la apatía, la indiferencia, la frialdad de corazón, para poder abrirse al hermano.", relató.



Sobre la vigilia, el presidente del Episcopado narró: "El segundo encuentro con los jóvenes que fue en la Vigilia, hermoso, en un estadio inmenso, con una multitud que continuamente respondía al Papa con cantos, con bailes, el clima era sumamente festivo, allí el Papa escucha atentamente los testimonios de tres jóvenes: una familia joven, que acepta la llegada de un hijo con síndrome de Down; un joven que se recupera de las adicciones y que cuenta su testimonio, y la conversión de una joven. El Papa va respondiendo y destacando cada uno de los testimonios y se detiene en el segundo, donde comienza a hablarnos de lo que significa para un joven no tener trabajo, no tener familia, no tener comunidad, no tener raíces y entonces nos invita a construir un mundo que tenga raíces, un mundo en el que los vínculos verdaderamente se renueven y pueda llegar a ser verdaderamente un mundo habitable".

Monseñor Ojea también expresó su sentir al regresar a Buenos Aires, habiendo vivido con mucha intensidad la Jornada en Panamá: "Cuando volví a Buenos Aires, me encontré, con pena, con que no había mucha información sobre la Jornada Mundial de la Juventud, que no había habido contacto con los acontecimientos que yo había vivido en Panamá; esto me dio pena porque es un acontecimiento tomado por toda la prensa internacional".

Monseñor Ojea expresó que: "El problema estaba concentrado en si el Papa condenaba a Maduro o no, eso era lo único que interesaba. El Papa se encargó de aclarar esto, en el viaje de después, en el avión; yo también tuve oportunidad de conversar con hermanos obispos de Venezuela, sobre este tema. La Santa Sede no acostumbra históricamente, a condenar concretamente a este Gobierno o este otro Gobierno. La Santa Sede y su Diplomacia tradicionalmente, se colocan en un plano y en un lugar, que se les permita poder acudir en caso de que se active el diálogo; el Papa fue llamado para mediar en Venezuela, la mediación fracasó; estuvo el cardenal Parolin, pero fue llamado, y sigue queriendo colocarse en la misma posición, recordándonos a nosotros el llamado a la oración para que no haya un baño de sangre y para que haya una verdadera reconciliación y el conflicto se pueda arreglar y se pueda solucionar con una salida hacia adelante, el Papa no quiere perder ese lugar", aclaró.

Para culminar, el obispo de San Isidro invitó a los jóvenes especialmente: "Yo les voy a pedir una vez más, a ustedes jóvenes y a todos los que me pueden oír, que puedan leer los mensajes del Papa, porque estamos viviendo una suerte de escamoteo de lo que el Papa dice, entonces todas las noticias que existen sobre el Papa son juicios e interpretaciones de otros a través de lo que no dice, o de lo que no hace, o a través de lo que se supone que tiene que hacer", alertó.+