Mons. Montini: En las situaciones de dolor desaparecen las grietas
- 21 de febrero, 2022
- Santo Tomé (Corrientes) (AICA)
"Estoy feliz de acompañar a mi gente, pero el efecto emocional y la sensación de impotencia ante los incendios es muy fuerte, dijo el obispo de Santo Tomé, que ya piensa en "el día después".
“Los que tenemos fe todo lo volvemos oración”, aseguró el obispo de Santo Tomé, monseñor Gustavo Montini, ante la angustia de su pueblo frente al desolador escenario provocado por el avance de las llamas y pidió seguir rezando para que se haga el milagro de la lluvia.
“Rezar lo que nos pasa con la certeza propia del creyente de que Dios es capaz de sacar un bien de todo lo que nos está pasando”, manifestó monseñor Montini en diálogo con AICA.
Y agregó “Ojalá que nosotros no estemos distraídos, para poder sacar el mensaje educativo que Dios quiera regalarnos”, dijo el prelado al comentar que en la diócesis, “en proceso sinodal”, rezarán juntos sobre lo que están viviendo para “descubrir lo Dios quiera decirnos con esto que nos pasa”.
Monseñor Montini recordó que “los focos de fuego hace mucho tiempo que están presentes en la provincia de Corrientes y desde el 6 de febrero, los obispos de la Provincia hicimos un llamado a rezar y a hacer una cadena de oración pidiendo a la Virgen el cese del fuego y rogar una lluvia muy abundante para sofocar la furia del fuego.
Asimismo, mencionó que “la semana pasada viralizamos una oración que se hizo cadena en toda la provincia y en distintos puntos del país. Una oración en la que le pedíamos a la Virgen de Itatí que nos libere de la pandemia y de todo lo suscitado por los incendios”.
La solidaridad que supera las grietas
Así como frente a “esta catástrofe” el obispo de Santo Tomé dijo que con fe uno puede “encontrarse con el misterio de la pascua”, también manifestó que se está frente al “drama de la cruz”, de gente que “ve arrasada su historia, sus chacras”, sobre todo mencionó a los “pequeños productores, metidos en medio de sus campos, que subsistían con lo poco que producían y se vieron devastados por los incendios”.
“Y no sólo afectó a los hombres de campo, también a las personas en los centros urbanos”, y precisó que “en Santo Tome las llamas están a tan sólo 5 kilómetros. Las imágenes del viernes pasado dan cuenta de la magnitud de la catástrofe. Una catástrofe ambiental, ecológica, económica y humanitaria”, subrayó monseñor Montini que desde el sábado está recorriendo algunas parroquias de la diócesis y pudo visitar las zonas afectadas y ver desde la ruta “kilómetros y kilómetros de campos quemados, cultivos arruinados, un panorama dramático y desolador”.
“Una situación que venía siendo dramática y que se viralizó gracias a que se hicieron eco en los medios de comunicación. La disponibilidad de las instituciones para hacer lo que se necesitaba y la inmensa generosidad de todo el país que se hizo presente con muestras de solidaridad, afecto y cadenas de oración pidiendo la lluvia”. El propio obispo contó que él mismo recibió “muchos mensajes de cercanía, oración y cariño”.
“Una solidaridad que se pone de manifiesto cuando hay situaciones de dolor y hacen desaparecer todas las grietas, para tendernos una mano y salvar a los humanos. Debería hacernos pensar justamente que debemos dejar de lado los partidismos y divisiones y dedicarnos más a cuidar a la persona, al hombre, al planeta”, reflexionó el obispo.
La incansable tarea de Cáritas
Desde el primer día Cáritas diocesana está en primera línea, multiplicándose en ayudas y tareas de contención tanto para los damnificados como para los bomberos y brigadistas que se hicieron presentes en el lugar para hacer frente al fuego.
El obispo de Santo Tomé contó que el viernes llegaron unos 200 brigadistas para sumarse a los trabajos y había que buscar dónde darles un lugar para que descansen, se alimenten, se higienicen, etc.
“Con mucho desorden porque estamos ante una catástrofe, pero rápidamente las instituciones de la Iglesia, contó el prelado, se pusieron a disposición y de hecho, desde la Iglesia, dimos abrigo a más de 40 brigadistas, habilitándoles baños, colchones, agua caliente, comida”.
Incluso comentó monseñor Montini “colaboramos con perforaciones que teníamos, para que los bomberos puedan sacar agua con rapidez”.
El obispo agregó además que “desde Cáritas diocesana, ya en el inicio de esta crisis, hicimos un pedido a Caritas Nacional para comprar agua para los bomberos y recibimos esa ayuda.
“Una de las cosas que más se necesita es agua, agua buena, para que los brigadistas puedan recuperar sus fuerzas. También bebidas isotónicas, remedios para las quemaduras, colirios para los ojos, ropa de trabajo”. Pero advirtió que se fue creando una red de solidaridad con donaciones de todo tipo. “Recibimos lo que nos mandan”, dijo el obispo, si bien observó que el envío de dinero ayuda porque “se va comprando lo que se necesita a medida que se van dando las situaciones con el acontecer de cada día”.
Sobre Cáritas, el obispo destacó que la gente que trabaja en la institución es voluntaria: “las personas invisibles que se visibilizan en estos momentos”, señaló. “Padres de familia, laicos, hombres y mujeres, que tienen sus ocupaciones y que en estos días postergaron todos para ofrecerse a colaborar”.
El día después de mañana
“Estamos acostumbrados a llegar tarde después de que las cosas suceden”, expresó monseñor Montini, quien ya está pensando “en el día después de mañana”, cuando el fuego se apague y se vea la dimensión de la catástrofe.
“Que haremos con las personas que fueron evacuadas, las que perdieron todo y también cómo superar el efecto emocional tan fuerte que causó esta tragedia”, se pregunta el prelado
Sobre el efecto emocional, el prelado confesó que “es muy fuerte y lo siento yo en primera persona”. “Estoy feliz de estar acá acompañando a mi gente, pero al mismo tiempo la sensación de impotencia que nos invade es un escalofrío que nos recorre por la espalda, frente a lo que se vive y frente a la posibilidad de lo que pueda suceder. Un efecto emocional que vamos a tener que ir pensando de cara al mañana”, subrayó.
Al mismo tiempo el obispo de Santo Tomé agregó también que hay algo “a largo plazo” que debemos ir pensando, conversar y buscar soluciones.
“Los incendios en la provincia y en distintas partes del país, dijo monseñor Montini, se vienen repitiendo desde hace tiempo y de modo reiterado. Debemos pensar y repensar nuestro contacto con la naturaleza”.
Y agregó: “siempre hay un margen de improvisación y de inseguridad”, indicó. “Desde el mes de noviembre que teníamos una sequía muy grande. Con prevención se podría haber prevenido”, apuntó.
“No estoy en condiciones de echar culpas a nadie, ni tengo los elementos para hacerlo -dijo el obispo-, pero en el después tenemos que poner las cartas sobre la mesa y pensar en un futuro no sólo para la provincia sino para todo el país. Tanto desde el Estado como de todas las instituciones, pensar y repensar el modo de utilización de la tierra”.
“El fuego es devastador. Las pérdidas de flora y de fauna, son irreparables”, lamentó el obispo de Santo Tomé. “Todo esto será parte de lo que después de pasada la catástrofe, la emergencia, debemos conversar y no estar siempre sobre la coyuntura”, indicó el prelado.
Un "mimo" de la Virgen
Por último, monseñor Montini compartió con AICA una conmovedora anécdota que en estos difíciles días que transitan los hermanos correntinos significó un mimo de la Virgen de Itatí hacia sus hijos.
“Nosotros en Santo Tome -contó el obispo- y en algunos otros lugares propusimos rezar el ‘Rosario de la Aurora”, una antigua tradición muy arraigada en nuestro pueblo. Anoche, mientras le rezábamos a nuestra Madre del cielo, contra todo pronóstico cayó un pequeño chaparrón, no fue grande, pero fue tan evidente, que todos miramos al cielo, un aliciente en medio del caos. Se me caían las lágrimas. Dios no se olvida de nosotros”, concluyó emocionado monseñor Montini.+