Mons. Han Lim Moon: ¿Cuál es la verdadera fuente del amor?
- 6 de junio, 2020
- San Martín (Buenos Aires) (AICA)
Al celebrar la solemnidad de la Santísima Trinidad, el obispo auxiliar de San Martín, monseñor Han Lim Moon, reflexionó sobre "el misterio de Dios uno en tres personas divinas"
Al celebrar la solemnidad de la Santísima Trinidad, el obispo auxiliar de San Martín, monseñor Han Lim Moon, reflexionó sobre “el misterio de Dios uno en tres personas divinas: Jesús, Hijo de Dios, nos reveló que Dios es amor, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo”.
Pero se preguntó: “¿Cómo se entiende este misterio?”. “El Padre es el que ama, el Hijo es el amado y el Espíritu Santo es el amor entre los dos. Son tres personas divinas, diferentes y de igual dignidad. Pero es un solo Dios por la relación de amor que las une”, explicó.
Monseñor Han Lim Moon indicó, además, que ese misterio tiene una relación directa con nosotros porque “Dios uno y trino nos creó a su imagen y semejanza”. Es decir que, “aunque con limitaciones, somos su reflejo especialmente en la familia, donde cada persona es diferente como el padre, la madre e hijos pero, por un amor delicado entre sí, forman la unidad en el amor”.
En este sentido, el amor “fuente de la Santísima Trinidad” nos permite estar “en el camino hacia la plenitud del amor en el cielo”. Monseñor Moon recordó la carta de San Pablo en la que el apóstol describe cómo amarnos concretamente en su carta a los Corintios: “El amor es paciente: nos hace pacientes con el otro aceptándolo tal cual es y cómo está; servicial: amor en acción que beneficia y promueve a los demás por el gusto de hacer el bien; no es envidioso: felicita y celebra los logros de los demás; no hace alarde: comprende, cuida y protege a los débiles”.
Y prosiguió: El amor “no es arrogante: o sea, el amor en sus modos, palabras y gestos es agradable y delicado; no busca su propio interés; no se irrita: la agresividad sólo nos enferma y termina aislándonos; no tiene en cuenta el mal recibido: perdona; no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad: celebra ante la valoración de la dignidad, las capacidades y las buenas obras del otro; todo lo disculpa: significa convivir con las imperfecciones del otro; todo lo cree: confía, deja en libertad y renuncia a controlar para el crecimiento del otro; todo lo espera: acepta que el otro no cambie como uno desearía pero sabe que Dios, seguramente, sacará algún bien; todo lo soporta: es mantenerse firme ante las adversidades”.
Esto es “¡amar a pesar de todo!”, exclamó monseñor Moon, pero advirtió que este modo de amar “no es nada fácil”, porque “no es concepto, sino amar a alguien de carne y hueso, con sus virtudes y limitaciones”.
Sin embargo, “Dios nos enseña que amar es hermoso, aunque también costoso y doloroso, y es el único camino para llegar a la felicidad auténtica”. Por eso, el obispo auxiliar de San Martin concluyó diciendo: “Si estás amando, aunque te cueste mucho, estás en el camino hacia la plenitud de la felicidad. ¡Ánimo! Porque cuentas con la ayuda de la Santísima Trinidad, la fuente del amor”.+