Mons. Fernández: La vocación de la Virgen consagrada es una manera de vivir el Evangelio
- 11 de octubre, 2022
- La Plata (Buenos Aires) (AICA)
El arzobispo platense acompañó el encuentro anual del Orden de las Vírgenes consagradas que se celebró en la arquidiócesis de La Plata, a las que trasmitió el valor que representa esta vocación.
Las vírgenes consagradas que tuvieron su encuentro anual del 8 a10 de octubre en el Santuario de Schönstatt, de Florencio Varela, se congregaron -el domingo 9- en la catedral platense para participar de la misa que fue presidida por el arzobispo local, monseñor Víctor Manuel Fernández, y concelebrada por el obispo auxiliar, monseñor Alberto Germán Bochatey OSA y el presbítero Andrés Remundini, párroco de la catedral.
Cerca de 90 vírgenes consagradas de diversas zonas del país renovaron sus promesas durante la misa y luego compartieron en comunidad un almuerzo en el seminario San José, donde el grupo musical Filocalia ofreció un concierto.
Durante la homilía, el arzobispo Víctor Fernández recordó que "ya que estamos en el año vocacional de la arquidiócesis, es una buena ocasión para recoger el mensaje propio de esa vocación de la virgen consagrada, porque el Evangelio se puede vivir de diversas maneras, y cada una de ellas refleja algo de la riqueza inagotable del Señor”. “La vocación de la Virgen consagrada es una de esas maneras y todos los demás miembros de la Iglesia tenemos que percibir el mensaje que esa vocación transmite”, agregó.
"El Evangelio -dijo moneñor Fernández- habla de un grupo de vírgenes que esperaban al Señor, algunas con las lámparas apagadas, porque habían descuidado recargar el aceite, y otras con las lámparas bien encendidas, con una llama viva”. “Esta lámpara de aceite ha pasado a ser todo un símbolo de las vírgenes consagradas, pero es importante descubrir el verdadero sentido de esa lámpara”.
En ese sentido, brindó tres puntos para ejemplificar el lugar y la tarea de las Vírgenes consagradas:
Como primer aspecto, señaló que la lámpara encendida “no era para mirarse a sí misma, sino para reconocer el rostro del Señor que venía. La primera referencia de la Virgen es Jesús. En esta vocación tiene que estar toda la atención puesta en él. Pero es una atención constante, porque el Señor llega en cualquier momento, y en realidad está llegando siempre, en las más diversas circunstancias de la vida”.
Seguidamente, el arzobispo platense explicó que la virgen consagrada “no es una monja de clausura, tampoco es una ermitaña. Y es muy importante acordarse siempre de eso. Porque esa lámpara es para que esté en un lugar visible, no escondida, no oculta. Las vírgenes consagradas no viven en un convento sino en medio del mundo, en el corazón de la sociedad, viviendo de un trabajo, expuestas a los mismos problemas que puede enfrentar un laico”.
Finalmente, como tercer aspecto característico de las vírgenes consagradas, el prelado se refirió que estas a diferencia de las laicas consagradas, no pertenecen a un Instituto religioso. “Su relación con la Iglesia es sólo a través de la diócesis donde están insertas y del obispo de esa diócesis. Y aquí entramos en el punto crucial que distingue a las vírgenes consagradas de cualquier otra forma de consagración. Su consagración las ubica no en una estructura o en la asociación de un Instituto, sino en un territorio, en una Iglesia local donde ellas deben estar insertas, arraigadas, encarnadas”.
Monseñor Fernández subrayó que las Vírgenes consagradas “tienen que prestar atención a lo que pasa en su diócesis, amar su diócesis, estar atentas a las comunicaciones que envía el obispo y ver cómo pueden colaborar para que se cumplan, prestar especial atención y esforzarse por aplicar las líneas pastorales de la diócesis donde están” y “todo esto se vive no como un peso, sino con alegría y gratitud”.
En esa diócesis, señaló, “la virginidad tiene que volverse fecunda también en un trabajo evangelizador activo, no sólo cuidando la liturgia en el templo, sino con otros compromisos que las hagan sal de la tierra y luz del mundo dentro de ese territorio”.
Finalmente, expresó: “Vinimos a celebrar este don del Señor a su Iglesia, venimos a valorarlo y a agradecerlo, pero también a dejarnos interpelar para vivirlo más plenamente. Más que sentirse una privilegiada o un ser especial, la virgen consagrada lo vive en una humildad agradecida, con la gratitud de sentirse tiernamente agraciada por el Señor, inmerecidamente obsequiada por un hermoso don para su Iglesia. Gracias a todas ustedes por intentar vivirlo de esa manera”.+