Jueves 26 de diciembre de 2024

Mons. Fenoy: 'En la Eucaristía celebramos que el Señor no se olvida de nosotros'

  • 14 de junio, 2023
  • Santa Fe (AICA)
El arzobispo de Santa Fe expresó que ese sacramento "nos recuerda que el Señor no nos olvida ni nos abandona, y su cercanía debe provocar en nosotros el deseo de hacernos cercanos a todos".
Doná a AICA.org

Cientos de fieles santafesinos se congregaron frente a la catedral metropolitana, para participar de la celebración de Corpus Christi que presidió el arzobispo local, monseñor Sergio Fenoy, y que fue concelebrada por todo el prebisterio de la arquidiócesis. 

En la homilía de la celebración, que fue acompañada por el lema “Eucaristía: el Señor no se olvida de nosotros”, el prelado recordó que la celebración de la Eucaristía se da siempre en un contexto de “memoria”. “Recordar es esencial para la fe. Nuestra historia personal se funda en la memoria de lo que el Señor ha hecho por cada uno de nosotros”, agregó.

En esa línea, expresó que, “por la fragilidad de nuestra memoria, la prisa del día a día, personas y acontecimientos pasan con rapidez y no dejan huellas en nuestra vida. Muchas veces nos sentimos desarraigados, y olvidamos lo que somos y de dónde venimos”.

Ante esto, dijo, “la Eucaristía es memorial de Cristo crucificado. Memorial es una expresión de rico contenido bíblico y significa una celebración que recuerda, conmemora y actualiza un acontecimiento del pasado, que ahora se hace presente en la celebración de una comunidad”. “Los primeros cristianos celebraban la cena del Señor, como memorial de Jesús. Al celebrar la Eucaristía, estamos celebrando el acontecimiento salvador que se expresa en esa cena: la entrega de Jesús hasta la muerte. Cuando comulgamos con Jesús en la Eucaristía, estamos comulgando con alguien que ha vivido y ha muerto entregado totalmente a los demás”, continuó.

Monseñor Fenoy manifestó que “hacer memoria es hacernos parte de una historia. Cada comunidad, cada pueblo, cada ciudad hereda una historia marcada con acontecimientos alegres y tristes, buenos y malos, agradables y desalentadores. La inundación del 29 de abril de 2003, que dejó bajo el agua a un tercio de la ciudad de Santa Fe, ha sido considerada por muchos la peor tragedia que vivió su población”.

“El agua hizo descubrir la grandeza de muchos; la solidaridad de un país, el coraje y la valentía de tantos santafesinos luchadores, y la disponibilidad de compatriotas que se acercaron a dar una mano. También el agua hizo descubrir las miserias humanas: no faltó el egoísta que sólo acapara para sí, el orgulloso que niega una ayuda y el soberbio que mira para otro lado. Es por eso, que a 20 años de esa tragedia, queremos tener un especial recuerdo en la celebración de este año”, exclamó. 

El arzobispo santafesino recordó que la ciudad “necesita personas que se animen a ser protagonistas en medio de tantas miserias y debilidades humanas. Necesita hombres y mujeres comprometidos con aquellos que están más necesitados e indefensos. Necesita de cada uno de nosotros, los bautizados, para que con nuestra santidad de vida renovemos lo destruido, alentemos al decaído, acompañemos al que camina solo y animemos al que perdió la esperanza”. 

Además, aseguró que en la Eucaristía “celebramos que el Señor no se olvida de nosotros, seguramente para enseñarnos a no olvidar y así, enriquecida nuestra memoria con lo doloroso de este acontecimiento, junto a la acción de gracias de tantos que solidariamente se acercaron a ayudar, podamos también ser nosotros motivos de esperanza para mirar a nuestra ciudad con el horizonte nuevo de la vida que nos trae Jesús”.

Y finalizó: “La Eucaristía nos recuerda que no estamos solos en el camino difícil de la vida, que el Señor no nos olvida ni nos abandona y que su cercanía debe provocar en nosotros el deseo de hacernos cercanos a todos, recreando en nuestra ciudad una fuerte vinculación de solidaridad, sin la cual no hay futuro posible para nadie. 

Luego de la Eucaristía, se realizó la tradicional procesión por las calles de la ciudad, para finalizar con la adoración y bendición eucarística.+