Mons. Conejero: 'Ser y contarnos entre los dichosos constructores y artesanos de la paz'
- 13 de abril, 2023
- Formosa (AICA)
El obispo de Formosa saludó a su diócesis por el comienzo de la Pascua y recordó que proclamamos a "Jesucristo como nuestra paz".
El obispo de Formosa, monseñor José Vicente Conejero Gallego, compartió a su diócesis el mensaje por el comienzo de la Pascua.
En el inicio, el prelado expresó: “No cabe la menor duda de que los designios de Dios para con la humanidad son de felicidad y de paz (cf. Jer 29,11). La paz es uno de los mayores anhelos del corazón humano y, a la vez, se ha convertido en uno de los problemas y desafíos más urgentes del mundo de hoy”.
“Así lo reconoce la constitución pastoral del Vaticano II, Gaudium et spes, exhortándonos a que todos nos convirtamos a la verdad de la paz, si es que queremos construir un mundo más humano (Cf. n.77)”, explicó el diocesano, quien señaló que “ese mismo documento conciliar nos recuerda la necesidad de desarraigar de nosotros las causas que generan las luchas y discordias entre los hombres, y señala entre otras: las excesivas desigualdades económicas, el deseo de dominio y el desprecio por las personas, la envidia, desconfianza, soberbia y demás pasiones egoístas… (n. 83)”.
Asimismo, el obispo de Formosa dijo que, “precisamente, Jesucristo, príncipe de la paz, vino a este mundo para reconciliarnos, con Dios, con nosotros mismos y con los demás”.
En esa sintonía, manifestó que “estos días celebraremos, con asombro jubiloso, esperanza y gran alegría, el misterio de su generosa entrega: Pasión, Muerte y Resurrección, en favor de toda humanidad; porque Dios quiso, por Él, reconciliar todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su Cruz (Col 1,20); alcanzando, de este modo, la salvación.
“Nosotros, como discípulos del único y verdadero maestro, queremos ser y contarnos entre los dichosos constructores y artesanos de la paz, y poder así ser llamados hijos de Dios (Cf. Mt 5. 9); y como miembros misioneros de la Iglesia, Pueblo de Dios y cuerpo de Cristo, reconocemos y proclamamos a Jesucristo como nuestra paz (Ef. 2, 14). Paz, que recibimos, agradecidos, en su saludo pascual y como uno de los frutos del Espíritu Santo; y, por supuesto, estamos dispuestos a cooperar, fomentar y consolidar la paz en las familias, la Iglesia y la comunidad de los pueblos, procurando instaurar de esta manera la fraternidad universal de la familia de los hijos de Dios”, exclamó.+