Jueves 14 de noviembre de 2024

Mons. Conejero Gallego: 'Un tiempo para abrirse a la alegría y la esperanza'

  • 9 de junio, 2023
  • Formosa (AICA)
"No hay que dudar de que el Espíritu de Dios nos dará su fuerza y nos sostendrá para transformar la historia según los designios de Dios", expresó en su editorial en el periódico Peregrinamos.
Doná a AICA.org

El obispo de Formosa, monseñor José Conejero Gallego, destacó que las solemnidades de la Santísima Trinidad y del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo “fluyen del ser y de los dones del mismo Espíritu de Dios”.

“Estas celebraciones, vividas conscientemente, contribuyen a la santificación de cada persona, al incremento de la Iglesia y al bien de la humanidad entera”, aseguró.

El prelado formoseño consideró que, “para renovar y transformar la conciencia personal y las actividades humanas, como la política, la economía, la cultura y los modelos de vida -frecuentemente en contraste con el designio de Dios-, estamos llamados, como exhortaba el recordado Papa san Pablo VI, a ‘invocar constantemente con fe y fervor al Espíritu Santo y a dejarnos guiar prudentemente por Él como inspirador decisivo de sus programas, de sus iniciativas, de su actividad evangelizadora’”.

“Sin lugar a dudas, hoy, quizás como nunca, en el momento en que nos encontramos, más que discursos demagógicos, crispados y confrontativos, costosas propagandas de afiches y carteles excesivos, competitivos entre sí, e incluso que dificultan y entorpecen la visibilidad de la circulación en las avenidas y calles de nuestros pueblos y ciudades, se requieren el diálogo, debates serenos, búsqueda de la verdad y del bien común, pautas básicas comunes de consenso y, por sobre todo, testimonio, coherencia y ejemplo de vida, que son los que verdaderamente convencen y atraen a la gente de buena voluntad”, planteó.

“Ahora bien, en medio de una situación difícil como la presente, de inicuas y persistentes desigualdades, de violencias, de lentitud, incluso de retrocesos, en la tarea de construir una sociedad más justa y fraterna, no debemos abatirnos ni desalentarnos, no; más bien al contrario, debemos abrirnos a la alegría y a la esperanza, a salir de nuestros egoísmos, escuchar y compartir con los más pobres, sufridos y vulnerables, sin dudar de que el Espíritu de Dios nos dará su fuerza y nos sostendrá para transformar la historia según los designios de Dios”, concluyó.+

» Texto completo del editorial