Mons. Conejero Gallego: "Jesucristo, pan de vida"
- 4 de junio, 2020
- Formosa (AICA)
El obispo de Formosa, monseñor José Conejero Gallego, consideró "providencial" que la pandemia haya tenido lugar los días previos, durante y posteriores a la celebración del misterio pascual.
El obispo de Formosa, monseñor José Vicente Conejero Gallego, consideró que “ha sido verdaderamente providencial que la pandemia del coronavirus haya tenido lugar los días previos, durante y posteriores a la celebración del misterio pascual, tiempos en los que litúrgicamente hacemos memoria y actualizamos, sacramentalmente, la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesús, Salvador del mundo”.
“De este modo, hemos podido comprender y sentir, más fácilmente, el significado de: ‘Dios Padre, en su gran misericordia, nos hizo renacer, por la resurrección de Jesucristo, a una esperanza viva, a una herencia incorruptible’”, sostuvo en el editorial mensual en el periódico diocesano Peregrinamos.
“Así, el silencio y el recogimiento, los sufrimientos y las plegarias personales, en familia y colectivas, el anhelo de un cambio de vida, ejerciendo la solidaridad, han contribuido notablemente a interiorizar, profundizar y vivenciar el gran Misterio de nuestra salvación”, agregó.
El prelado recordó que “culminamos mayo celebrando Pentecostés, la venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia y el mundo, coronamiento y plenitud del misterio pascual”.
“El Espíritu de Dios recrea y hace nuevas todas las cosas; nos purifica y libera de nuestros pecados, dándonos la verdadera libertad; ilumina, con la verdad, nuestras realidades existenciales; nos fortalece en el bien obrar y nos enriquece con el don de la valentía para soportar, con paciencia, las contradicciones y persecuciones, llenándonos de sus frutos: la alegría y la paz; en fin, colma nuestros corazones del amor trinitario de Dios”, subrayó.
Monseñor Conejero Gallego señaló también la solemnidad de la Santísima Trinidad, -el misterio central de la fe y de la vida cristiana-, se celebra el domingo inmediato después de Pentecostés. Y a continuación, la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, revalorizando de este modo la preeminencia e importancia de la Eucaristía, fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia para el mundo”.+