Mons. Colombo: "La vida cristiana se entiende como un servicio a la integración"
- 15 de febrero, 2021
- Mendoza (AICA)
"Sin ser lepra, hay otras formas de marginación y exclusión de la sociedad que nos duelen y ofenden en nuestra condición de hombres y mujeres llamados a vivir el amor de Dios", advirtió Mons. Colombo.
El arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Daniel Colombo, presidió la misa dominical en el santuario de Nuestra Señora de Lourdes, donde comparó la situación del leproso en tiempos de Jesús y lo que ocurre hoy a causa del Covid-19 y lo que significa estar aislado o tener que aislarse voluntariamente para cuidar a los demás.
“En los tiempos del Antiguo Testamento, el leproso era segregado de la comunidad, denigrado y marginado. Esta enfermedad de la piel fue muy combatida y erradicada de la humanidad, aunque en algunos lugares haya vuelto o persista. Las condiciones del agua y las dificultades de higiene, complicaron y permitieron esa persistencia más allá de los enormes esfuerzos humanos para desterrarla”, afirmó.
“Sin ser lepra, hay otras formas de marginación y exclusión de la sociedad que nos duelen y ofenden en nuestra condición de hombres y mujeres llamados a vivir el amor de Dios”, advirtió.
El arzobispo mendocino recordó que “la vida cristiana se entiende como un servicio a la integración e incorporación de todos a la vida de la familia de los hijos de Dios”.
“Jesús enfrentó la lepra curando a un hombre que la padecía. Como veíamos la semana pasada hay una dimensión vincular que la enfermedad nos exige. Si al dolor por la purulencia, se le sumaba la segregación social, podemos imaginar cuánto sufrimiento existencial agobiaba a estas personas de un modo definitivo”, graficó, y destacó: “Jesús rompe esa lógica, al aceptar el acto de fe del leproso: ¡Si puedes, límpiame! Y a la vez de sanarlo, lo reintegra a la sociedad, invitándolo a dar testimonio de su curación ante el responsable de la comunidad para que se le cancele la tacha y puede volver a vivir en plenitud”.
“También a nosotros nos rescata de nuestras purulencias, de nuestras lepras, de nuestro aislamiento. Quiere vernos reconciliados y unidos entre nosotros. Dios se opone al descarte de sus hijos y así lo expresa en el gesto redentor de su hijo Jesucristo”, concluyó.+