Mons. Carrara: 'Dejarnos sorprender por Dios como le ocurrió a San Ignacio'
- 1 de agosto, 2023
- Buenos Aires (AICA)
El obispo auxiliar de Buenos Aires invocó a San Ignacio para que "nos inspire, nos anime y nos de a todos la gracia de saber discernir en la historia y en nuestra propia vida el paso de Dios".
En la festividad de San Ignacio de Loyola, lunes 31 de julio, el obispo auxiliar y vicario general de Buenos Aires, monseñor Gustavo Carrara, presidió la Eucaristía en la parroquia que lleva el nombre del fundador de la Compañía de Jesús, ubicada en el barrio de Montserrat (Bolívar 225-CABA).
Concelebraron junto al obispo, el presbítero Francisco Baigorria, párroco de San Ignacio; monseñor Pedro Candia, capellán de la Prefectura Nacional y ex administrador apostólico del obispado castrense; el padre Enid Gutiérrez, guardián y prior del convento de San Francisco; el padre Alberto Saguier Fonrouge, religioso del convento de Santo Domingo; y el padre Omar Garelo, capellán de la Escuela de Suboficiales del Ejército.
Ante un grupo de fieles parroquiales y numerosos integrantes del ejército y particularmente del Arma de Ingenieros, que se acercaron a participar de la celebración y presentarle sus intenciones al santo, monseñor Carrara recordó en la homilía que “celebramos hoy en esta Iglesia, la más antigua de Buenos Aires, a San Ignacio de Loyola”.
“El evangelio que acabamos de escuchar nos habla de discernimiento, nos habla de elección, en primer lugar la elección de seguir a Cristo cada vez más de cerca. Jesús en el Evangelio pone la necesidad de sapiencia sobre cosas concretas”, continuó.
Luego, el prelado recordó cuando San Ignacio fue herido de gravedad en una de sus batallas como soldado, que lo dejó convaleciente durante un largo tiempo y en el cual, “de manera inesperada, él se encontró en la cama durante muchos meses hasta que se recuperó, y ahí Dios le habló”, señaló el obispo, quien aseguró que muchas veces “Dios nos habla a nosotros en los imprevistos, en lo que no teníamos calculado y pensado, y en donde nuestra vida adquiere un giro decisivo”.
Por eso, continuó, “uno puede planificar, calcular y programar, pero uno también tiene que estar abierto a que Dios nos hable en los imprevistos de la vida, que nos sorprenda en esos imprevistos de la vida como lo sorprendió a Ignacio, que a partir de ahí fue formando la Compañía de Jesús, hombres que tienen las más distintas misiones entre los jesuitas, pero hay algo que los une y es Jesús. Son la compañía de Jesús”. “Esa pasión por llevar el Evangelio de Jesús a distintos lugares, al fin del mundo, a las distintas culturas y realidades”, subrayó.
Además, manifestó que San Ignacio “es también patrono de distintas asociaciones, de distintas parroquias y capillas, pero también es patrono del arma de ingeniería. Muchos están aquí para celebrar a su patrono, a su amigo”.
Finalmente, pidió que San Ignacio “nos inspire, nos anime y nos de a todos la gracia de saber discernir en la historia y en nuestra propia vida el paso de Dios, el paso de Jesús, e ir tras él siendo sus discípulos y misioneros”.
“Pedimos la gracia de la sabiduría y del discernimiento para hacer el mayor bien posible en los lugares donde nos toca estar, hacer el mayor bien posible, no para nuestra propia gloria, sino para gloria de Dios, como nos enseña San Ignacio”, exclamó.
Al término de la celebración, en el atrio de la parroquia, la Fanfarria Alto Perú del Regimiento de Granaderos a Caballo, entonó el himno nacional argentino y amenizó el homenaje al santo con marchas militares y música popular.
Breve historia de la iglesia de San Ignacio de Loyola
La iglesia de San Ignacio de Loyola, junto a su Colegio Grande y su Procuraduría de Misiones, comenzó a tener sede en este solar desde 1661; aunque su presencia en esta ciudad se remonta a 1608…
Años antes, dos jesuitas habían llegado a Buenos Aires procedentes del Tucumán. El arribo de estos integrantes de la Compañía de Jesús, hizo que la población y el gobernador pidieran que la orden se instalara en la ciudad y esto pudo concretarse en 1608, otorgándoseles el terreno de la manzana este de la actual plaza de mayo, que fuera del adelantado, donde construirán la primera capilla llamada Nuestra Señora de Loreto, la residencia y el colegio, con paredes de tapia y techo de paja.
En 1610 uno de los dos jesuitas que habían llegado en 1602 a Buenos Aires, el padre Juan Romero, y algunos compañeros más, regresaban de España con la bula de beatificación de Ignacio de Loyola.
Comunicado el Gobernador, se organizó una gran fiesta que duró varios días, presidida por un cuadro del santo patrono en el altar Mayor de la primitiva iglesita al lado de la Plaza Mayor.
Luego de la Beatificación de Ignacio de Loyola, la capilla le fue consagrada y según el padre Guillermo Furlong, fue la primera o una de las primeras al menos, que le fue dedicada en toda América.
Breve biografía de San Ignacio de Loyola
San Ignacio de Loyola, nació en Azpeitía, provincia de Guipúzcoa, en 1491.
De joven entró en el servicio de las armas y en 1521, fue herido en sus piernas durante el asedio de Pamplona, ocupada por las tropas del rey francés Francisco I.
Mientras se recuperaba de las heridas, pidió algún libro de caballería para entretenerse, pero en lugar de ello le dieron la Vida de Cristo y la Vida de los Santos.
Esto cambió su existencia y comenzó a reflexionar acerca de la vida mundana.
Ya recuperado, peregrinó al santuario de Montserrat en Cataluña y durante su permanencia de 15 días en Manresa, compuso los Ejercicios Espirituales.
Luego marchó a Jerusalén y a su regreso continuó sus estudios en Barcelona y Alcalá.
En París estudió latín, filosofía y teología, y allí recibió su grado de Maestro en Artes, en 1533.
Durante estos últimos años conoció a los que con él fundarían la Compañía de Jesús. Junto a ellos hizo el voto de pobreza y de castidad.
En 1537 se ordenó sacerdote y un año después celebró la primera Misa en Santa María la Mayor, en Roma.
En 1540 el Papa Pablo III, aprobó oficialmente la nueva orden religiosa que Ignacio se había propuesto fundar y un año más tarde fue elegido general de la Compañía de Jesús, cargo que llevó hasta su muerte.
Desde sus inicios, el alma de la Compañía de Jesús, estuvo representada por los Ejercicios Espirituales, que se convirtieron en el espíritu de la orden.
Iñigo o Ignacio, su nombre latinizado, muere el 31 de julio de 1556 y está sepultado en el Gesú, la Iglesia matriz en Roma.
Fue beatificado el 27 de julio de 1609, junto a Francisco Javier, por el Papa Pablo V.
Y el 12 de marzo de 1622, fue canonizado por Gregorio XV.
La imagen del santo Patrono, que compone al Retablo Mayor de esta parroquia, fue realizada en Buenos Aires a mediados del siglo XVIII. Es patrono de la Compañía de Jesús, maestro del discernimiento, y patrono del Arma de ingeniería del Ejército Nacional Argentino.