Mons. Canecín: "La trasformación que el Resucitado hace en nosotros se debe notar en nuestras obras"
- 19 de mayo, 2020
- Goya (Corrientes) (AICA)
En el 6° Domingo de Pascua
El obispo de Goya, monseñor Adolfo Ramón Canecín, presidió el domingo 17 de mayo, el 6° del tiempo pascual, una misa en la catedral Nuestra Señora del Rosario.
En su homilía, el prelado se dirigió a los fieles que siguieron la celebración a través de los medios de comunicación y expresó: “Para mucha gente la Pascua ya fue o ya quedo atrás. Pero la Iglesia en su pedagogía litúrgica de Madre hace que celebremos durante todo el tiempo pascual al Resucitado”.
”El tiempo pascual es la ocasión propicia y hermosa, para hacer la experiencia personal, familiar o comunitaria de tocar y dejarnos tocar por Cristo Resucitado” señaló.
En ese sentido, expresó su deseo de que “como Iglesia nosotros podamos vivir según el ritmo del tiempo litúrgico. Que esta vivencia sea tan profunda, que nosotros podamos contagiar a todos nuestros hermanos con quienes compartimos la vida”.
“El año litúrgico es la mayor fuente de espiritualidad para nosotros los cristianos católicos, es la mejor pedagogía que tiene la Iglesia para mantener viva y hacer crecer nuestra fe, nuestra esperanza y la caridad”.
“Estamos llamados a configurarnos con Jesús en cada uno de los aspectos de su vida”, recordó. Por eso, pidió “que los misterios que estamos recordando transformen nuestra vida”.
El prelado recordó a San Pablo en la carta a los Efesios: “Dios quiere actuar en vos, en mí y en nosotros, en la Iglesia y en la humanidad, con el mismo poder que empleó para resucitar a Jesucristo”.
“Seamos capaces de permitir a Dios obrar en nosotros con el mismo poder de la resurrección”, animó monseñor Canecín. Ese poder que removió la piedra que tapaba el sepulcro, puede remover la piedra que puede aplastarnos” porque “para el poder de Dios todo es posible”, aseguró.
“Recordar no significa solamente un acto de la memoria, sino volver a pasar por el corazón los misterios de la Resurrección del Señor. Tiene el poder de transformar nuestras vidas, sacarnos de la oscuridad y llevarnos a la luz, sacarnos de la tristeza y llevarnos a la alegría, sacarnos del pecado y llevarnos a la vida de la gracia, sacarnos de la división y llevarnos a la unidad, a la comunión, a la koinonía. Sacarnos de la irresponsabilidad y volvernos responsables, corresponsables en la Iglesia y en la sociedad”, destacó.
Finalmente, recordó que “la obra de Dios que se manifiesta no tiene que morir en nosotros” porque “la trasformación que el resucitado hace en nosotros se debe notar en nuestras obras, en la manera de pensar, escuchar, hablar, sentir, actuar, y en nuestros gestos”.
“En medio de esta pandemia y en medio de este aislamiento social, preventivo y obligatorio, la responsabilidad que tenemos es asumir y cumplir a rajatabla los criterios sanitarios que tengamos”.+