Mons. Buenanueva llamó a ser testigos del modo como Dios vive y ama
- 2 de junio, 2021
- San Francisco (Córdoba) (AICA)
En la solemnidad de la Santísima Trinidad, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, obispo de San Francisco, reflexionó sobre el Evangelio.
“Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de él; sin embargo, algunos todavía dudaron". Con esta cita del Evangelio de Mateo, el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, comenzó su reflexión dominical en la solemnidad de la Santísima Trinidad.
"También nosotros, como los discípulos, nos postramos para adorar a Jesús, el Señor. Y volvemos a recibir de sus labios la misión: 'Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo'", recordó.
"De algún modo, esta fiesta recoge el camino que venimos recorriendo desde el Adviento con la espera de su Venida, pasando por la Navidad y centrado en su Pascua. El plan de salvación de Dios desemboca en la revelación del Rostro trinitario del Dios amor en la pasión, muerte y resurrección de Cristo: el Padre que ha enviado al Hijo; el Hijo que, desde las profundidades de la comunión divina, nos comunica el Espíritu", consideró.
"¿Qué significa ser enviados a bautizar en el nombre de la Santa Trinidad?", planteó el obispo, y en respuesta explicó: "No solo cumplir un rito externo, sino realizarlo como expresión de algo decisivo para la vida: ser sumergidos en la comunión de amor que es Dios, para que seamos testigos del modo como Dios vive y ama. Y, por eso, al mandato de bautizar sigue el de enseñar a vivir según el Evangelio de Jesús. La Iglesia está en el mundo con la misión de abrir el corazón del hombre a la adoración del Dios amor, para que así, el hombre tenga vida, libertad y felicidad".
Finalmente, invitó a orar así: “Te alabamos, Padre de bondad, por medio de tu Hijo Jesucristo, en la alegría y consuelo del Espíritu Santo. Te adoramos y glorificamos a Ti, Trinidad santa y bendita, que has creado todo lo que existe. Tú eres la fuente de la que mana la vida. Eres también la Patria hacia la que nos dirigimos, caminando esta historia. Eres también la fuerza secreta que sostiene desde dentro nuestro caminar. Te damos gloria y alabanza, a Ti, Dios vivo y verdadero, que eres nuestra salvación. Amén".+