Misa por el 25 de Mayo en la Iglesia Nacional Argentina de Roma
- 26 de mayo, 2023
- Roma (Italia) (AICA)
Fue el pedido que hizo el obispo de San Francisco al concelebrar la misa por el 25 de Mayo en la Iglesia Nacional Argentina de Roma, presidida por el cardenal Leonardo Sandri.
El cardenal Leonardo Sandri presidió la Eucaristía por el 25 de Mayo en la Iglesia Nacional Argentina de Roma. Concelebraron el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Buenanueva; el obispo de Deán Funes, monseñor Gustavo Zurbriggen; y varios sacerdotes del Colegio Sacerdotal Argentino, además de otros presbíteros.
La predicación estuvo a cargo de monseñor Buenanueva, quien expresó: “En este 25 de mayo, desde este rincón romano teñido de celeste y blanco, imploramos el soplo del Espíritu para la Patria y la Patria grande de América”.
“Los argentinos y argentinas necesitamos ese aliento vivificante para el alma generosa de nuestra Argentina, tan amada y soñada como pensada y sufrida; para la Argentina que se visibiliza de tantas formas, pero también para aquella ‘Argentina secreta’, que evocaba Mons. Vicente Zaspe en días difíciles, la que trabaja, sueña y empuja en silencio la vida”, destacó.
“Jesús suplica al Padre para sus discípulos el mismo grado de comunión que viven las Personas Divinas. Ese es su ‘sueño’ para la familia de sus discípulos: la Iglesia. Una Iglesia siempre en agonía por la unidad, pero también acicateada por un mundo con hambre de esperanza”, recordó, y planteó: “Inspirándonos en esta oración del Señor, nos animamos a implorar para nuestro pueblo argentino una renovada experiencia de concordia y convivencia”.
El obispo argentino hizo un llamado a la unidad, diferenciando: “La unidad surge de la comunión, no de mortificar las diferencias, anulando la pluralidad; sino que es la unión que nace de la integración de personas libres que se reconocen tan diversas como semejantes, iguales en dignidad y llamadas a la convivencia y la amistad social”.
“Hace cuarenta años, los argentinos salíamos de la noche oscura de la violencia política, cuyo ápice fue el terrorismo de Estado. Y lo hicimos porque logramos madurar como pueblo y sociedad, con el enorme sufrimiento de muchos, con un consenso en torno a algunas grandes verdades compartidas: ante todo, la dignidad de la persona humana, imagen de Dios, y la plena vigencia de sus derechos y deberes; pero, también, la elección de la democracia como sistema en el que prima el estado de derecho, la participación ciudadana y la legitimidad de la pluralidad de opciones políticas”, sostuvo.
“Esos consensos expresaban un sueño común, el que venimos alentando desde el inicio de nuestro camino como pueblo libre. En la Oración por la Patria le hemos puesto palabras de anhelo y de ruego: ¡Queremos ser Nación!”, indicó.
Institucionalidad y deudas
Monseñor Buenanueva afirmó también que, “así como hemos sostenido en el tiempo la institucionalidad democrática, hemos de reconocer también que tenemos pendiente nuestra deuda más dolorosa: la pobreza, que afecta especialmente a tantos niños, adolescentes y jóvenes argentinos. Es decir: el futuro, ya ahora, nos planta cara y nos desafía con agudos interrogantes”, y planteó algunos: ¿Qué decisiones tomaremos? ¿En qué dirección vamos a caminar? ¿De qué instrumentos echaremos mano? ¿Qué clase de dirigentes políticos, sociales, económicos y espirituales queremos ser? ¿Qué estilo de convivencia vamos a promover entre los ciudadanos?
“La fe cristiana no tiene ‘respuestas enlatadas’ para estas preguntas. Eso sí, nos ofrece la fuerza purificadora de la Pascua de Jesucristo actuada por el Espíritu, para no dejarnos ganar por la mediocridad, el sectarismo o la estrechez de miras”, subrayó.
El obispo argentino aseguró que “el Espíritu abre la mente y enciende los corazones para que miremos lejos y en profundidad, mortifiquemos nuestra concupiscencia y nos decidamos por el bien grande de todos, especialmente de las nuevas generaciones de argentinos y argentinas que están creciendo”.
“Por eso, desde aquí, donde el sucesor de Pedro confiesa la fe en Jesucristo con acento argentino y melodía porteña, invoquemos juntos el don del Espíritu de Jesucristo para cada uno de nosotros. Y que la Virgencita de Luján, vestida de celeste y blanco, nos vuelva a ilusionar con la Patria de hermanos y el bien común”, pidió en el final.+