Jueves 14 de noviembre de 2024

Mons. Araya: 'El Evangelio es la noticia más hermosa y fascinante que ha podido recibir el mundo'

  • 10 de mayo, 2023
  • San Fernando del Valle de Catamarca (AICA)
El obispo de Cruz del Eje presidió una misa en el Santuario de la Virgen del Valle en Catamarca, a donde acudieron más de 450 peregrinos de la diócesis.
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En la diócesis de Cruz del Eje existe una notable devoción a Nuestra Señora del Valle. Su nombre lo lleva una parroquia, un colegio, varias capillas y cientos de grutas y ermitas.

Movidos por ese filial amor a la Madre de Dios, más de 450 peregrinos de diversos puntos de la diócesis llegaron el 6 de mayo a la catedral basílica y santuario de la Pura y Limpia Concepción del Valle de Catamarca para participar de una misa que presidió el obispo de Cruz del Eje, monseñor Hugo Ricardo Araya, y dar gracias a Dios por el año jubilar que comienza en agosto para celebrar los 60 años de la creación de la diócesis.

Monseñor Araya había convocado a realizar esta peregrinación en la Asamblea Pastoral diocesana, donde, a manera de gesto significativo, había impuesto una medalla de la Virgen del Valle a los participantes.

Los peregrinos que salieron en micros desde las localidades de Cruz del Eje, Villa de Soto, Serrezuela, Villa de Las Rosas, Villa Dolores y Villa Sarmiento, después de la misa en el Santuario de la Virgen del Valle, se dirigieron a rezar el rosario en la Gruta de Choya, lugar del hallazgo de la milagrosa imagen de la Virgen.

El obispo agradeció la presencia de tantos peregrinos y recordó que el Santo Cura Brochero también peregrinó a ese Santuario a agradecer una gracia recibida por intercesión de la Virgen del Valle.

En su homilía, hizo mención al valor del agradecimiento a Dios por las bendiciones que recibimos de su bondad: “Como decimos en misa, agradecer es ‘justo y necesario, es nuestro deber y salvación’. El agradecimiento a Dios se manifiesta en los pequeños gestos de agradecimiento sencillo entre nosotros en lo cotidiano de la vida”.

“Al agradecer se multiplica el bien entre nosotros. Agradecemos en misa y no nos vamos con las manos vacías, nos vamos con el corazón lleno de vida. Nos vamos con la certeza de la salvación, la inmensa alegría de sentirnos cobijados por Dios, la seguridad de estar protegidos en sus manos. La posibilidad de irnos renovados es una gracia que Dios concede en este Santuario”, sostuvo.

También recordó las tres prioridades definidas en la asamblea diocesana: los enfermos, los jóvenes y los alejados. Sobre este punto expresó: “Los pobres en nuestra Diócesis son los que están alejados, que viven lejos, olvidados, perdidos, dejados a las orillas. Son los que nadie ve, que no aparecen en los medios de comunicación ni mencionamos en nuestras conversaciones. Algunos conocemos y otros no, pero por todos venimos a rezar”.

Hablando de los jóvenes, invitó a darle espacio, escucharlos y acompañarlos: “Que la Virgen del Valle nos conceda la gracia de cambiar el corazón para darle espacio a los jóvenes, para que ellos nos regalen su entusiasmo, creatividad y esperanza. No solo destinarle un espacio físico, sino también un tiempo acorde al ritmo que tienen sus vidas”.

“Venimos como pueblo creyente, que celebra la esperanza y vuelve a escuchar el mandamiento del amor. Celebrar la Eucaristía con la vida compartida, nutre nuestra comunión y nos despierta el deseo de la misión”, prosiguió.

“El Evangelio es la noticia más hermosa y fascinante que ha podido recibir el mundo y la historia humana. La Palabra de Jesús salva, sana, perdona y llena de esperanza; una esperanza que trasciende lo que vemos y tocamos.  Una esperanza que nos orienta hacia el trono de Dios donde Jesús se ha sentado después de su muerte y resurrección. Una esperanza que va más allá del horizonte de lo visible y nos anticipa el cielo”, indicó.

Además, llamó a anunciar el Evangelio “en nuestras familias, en las escuelas, en los lugares de trabajo. Que lo anuncien los padres, las madres, los niños, los jóvenes, los abuelos, las abuelas, los educadores, los dirigentes y cada uno en su trabajo. Que lo anuncien los sacerdotes, los diáconos, los obispos, las religiosas y los consagrados. Cada uno según su vocación y que este testimonio haga que los jóvenes se pregunten y respondan por la vocación al matrimonio cristiano, a la vida consagrada y por la posibilidad de ser llamados por Dios al sacerdocio”.

Antes de rezar la oración de consagración a la Virgen, el monseñor Araya felicitó a los peregrinos por el esfuerzo que significó llegar hasta allí: “Decidir venir ha sido ya  una confesión de fe, con esto han dicho que creen en Dios y confían en la Virgen. Hacer el viaje ha sido un canto a la esperanza, esa que nos dice que en medio de las dificultades Dios no abandona, que siembre está cerca”, concluyó monseñor Araya.+