Mons. Aguer rindió homenaje al "Gran San Juan Pablo II"
- 21 de mayo, 2020
- La Plata (Buenos Aires) (AICA)
Columna semanal del arzobispo emérito de La Plata en el programa Claves para un Mundo Mejor, emitido por el Canal 9
En el programa Claves para un Mundo Mejor, emitido por el Canal 9 el sábado 16 de mayo, el arzobispo emérito de La Plata, monseñor Héctor Aguer, recordó a San Juan Pablo II, de quien el lunes 18 se cumplía el centenario de su nacimiento. Tras pedir invocarlo como santo, se detuvo en tres aspectos de su personalidad y de su obra: su magisterio que durante tantos años iluminó la Iglesia con su sabiduría en años difíciles por la difusión de errores que venían de décadas anteriores; las catequesis que dedicó durante dos años para tratar las cuestiones sobre el cuerpo, el sexo, el amor y la familia; y su dinamismo pastoral en los numerosísimos viajes con los que llevó el Evangelio a todas las naciones.
El magisterio de San Juan Pablo II
"El 18 de mayo -comenzó diciendo monseñor Aguer- se cumplen 100 años del nacimiento de Karol Wojtyla que llegaría a ser el papa Juan Pablo II, San Juan Pablo II, por eso quisiera dedicar estos minutos de reflexión para hablar de esta figura extraordinaria de la Iglesia contemporánea recalcando tres aspectos de su personalidad y de su obra”.
“En primer lugar el magisterio de este Papa que durante tantos años iluminó la Iglesia con su sabiduría y puso en clave los problemas fundamentales que la Iglesia tenía que afrontar en estos años difíciles sobre todo por la difusión de errores que venían ya de décadas anteriores. Voy a resaltar sobre todo este aspecto: la cuestión de la vida y la defensa que el papa Wojtyla hizo de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural. Hay una encíclica suya, preciosa, que comienza con estas palabras “Evangelium vitae” o "El Evangelio de la Vida” donde presenta como una buena noticia esta verdad que la Iglesia defendió siempre y que hoy es más atacada que nunca. Es atacada en la doctrina y en la práctica”.
“Otro aspecto son las catequesis que dedicó durante dos años enteros, en esas famosas catequesis de los miércoles en las audiencia generales, para tratar cuestiones sobre el cuerpo, el sexo, el amor y, en definitiva, a la familia. Lo realizó con una actualidad extraordinaria que fue una contribución antropológica notable desarrollando una teología del cuerpo, del sexo, del amor. Hoy es algo muy necesario porque, como sabemos bien, no se tiene en cuenta para nada todo eso y hay un pansexualismo invasor incluso en los niños y en los jóvenes, auspiciado por la mala educación sexual que imponen los gobiernos, hace estragos. Y la Iglesia tiene que defender este aspecto fundamental de la vida humana y de la vida cristiana”.
San Juan Pablo II, hombre de oración
“La segunda cuestión que quiero destacar es que el papa Juan Pablo II fue un hombre de oración. Eso lo atestiguan todos los que tuvieron contacto cercano con él. Yo, que tuve la oportunidad de estar muchas veces con él, notaba efectivamente que era un hombre que estaba lleno de Dios. No hacía falta ninguna cosa especial sino que en su modo de hablar y de tratar se notaba que uno estaba ante un hombre de Dios y eso sólo se puede conseguir a través de horas y horas de oración. Y eso lo cuentan muchos testigos y gente que estaba cotidianamente cerca de él que señalan que el papa Wojtyla oraba, y oraba intensamente”.
“Y esto es fundamental en la Iglesia, que no solo tiene que trabajar, evangelizar, dedicarse a la acción social sino que también debe dedicarse a la contemplación. Y cuando digo la Iglesia pienso en todos los miembros de la Iglesia, desde el Papa hasta el último de los cristianos. Y es un aspecto que, quizás, vamos descuidando. La adoración y la oración son algo fundamental en la vida de la Iglesia”.
Dinamismo pastoral de San Juan Pablo II
“Y una tercera cuestión es su dinamismo pastoral. San Juan Pablo II hizo numerosísimos viajes llevando el Evangelio a todas las naciones y en ese dinamismo se dio cuenta de cuál era la situación de la cultura contemporánea. Y me detengo especialmente en este punto: había una política vaticana que pensaba que el comunismo era un fenómeno que había llegado para quedarse y que había que tratar con él para conseguir algún espacio de libertad para la Iglesia. Y este Papa que venía del “mundo comunista” en su primer viaje a Polonia con su apoyo al movimiento del sindicato polaco Solidaridad comenzó el derrumbe del sistema soviético. Esto es algo que debemos agradecerle”.
Invocarlo como santo
En el tramo final de su columna editorial, monseñor Aguer se expresó así: “Termino con una anécdota que creo es interesante. La primera vez que estuve con Juan Pablo II yo era joven, tenía 48 años y muy poco como obispo. El papa Wojtyla me puso la mano en el hombro y me dijo con esa voz suya, tan particular: “Obispo joven”. Y yo me atreví a decirle: “Santidad, usted sabe que eso es un defecto que se corrige con el tiempo” y él asintió y con esa voz potente dijo: “Tiene razón”. Nunca voy a olvidar eso y lo tengo registrado en una foto que veo con frecuencia y me permite acordarme muchísimo de este Papa al cual ahora tenemos que invocar como santo. Pidámosle todo lo que necesitemos. Pidámosle que la Iglesia pueda en este contexto tan difícil dar testimonio de la verdad de Cristo y no atemorizarse ante los problemas y ante los movimientos contrarios sino que ese testimonio martirial que viene dándose desde el tiempo de los apóstoles tiene que repetirse”.+