Viernes 15 de noviembre de 2024

Miles de fieles participaron de la peregrinación Rosario-San Nicolás

  • 16 de septiembre, 2024
  • San Nicolás (Buenos Aires) (AICA)
La expresión de fe se realizó el fin de semana y cerró con una misa presidida por el arzobispo Eduardo Martín, quien invitó a caminar juntos como pueblo de Dios hacia el santuario eterno del Cielo.
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"Gracias hermanos peregrinos por su testimonio, por marcar el rumbo y ser para todos un gran ejemplo de fe", expresó el arzobispo de Rosario, monseñor Eduardo Martín, al presidir la misa en el santuario de María del Rosario de San Nicolás, con motivo de la 29ª Peregrinación que partió desde Rosario hacia esa ciudad bonaerense.

En su homilía, agradeció el testimonio de fe de los peregrinos y destacó: "Una peregrinación así no se hace por deporte, se hace porque uno tiene una esperanza en el corazón, porque traemos a los pies de nuestra Madre toda nuestra vida, las angustias, los temores, y lo hacemos caminamos juntos, no solos".

A su vez, comparó la peregrinación con la imagen de la vida, "que es una gran peregrinación que comenzó con nuestro bautismo, y que esperamos llegar a la Patria del Cielo".

Para lograrlo, sostuvo, "necesitamos caminar juntos, en la barca de la Iglesia. No podemos llegar a la meta caminando solos, somos pobres pecadores humildes y frágiles, necesitamos caminar juntos como Iglesia, como pueblo de Dios".

Por último, el prelado recitó unas palabras de San Bernardo "que reflejan lo que estamos viviendo, que nos puede llenar de consuelo y servir de compañía al volver a nuestras casas, continuar el camino de cada día".

"Queridos peregrinos, han llegado a la meta del santuario, y seguro que siguiendo de la mano de María podemos llegar un día al santuario eterno del Cielo para gozar para siempre de la felicidad que Dios nos tiene preparada", concluyó.


Palabras de San Bernardo
¡Oh tú que te sientes lejos de la tierra firme, arrastrado por las olas de este mundo, en medio de las borrascas y de las tempestades, si no quieres zozobrar, no quites los ojos de la luz de esta Estrella, invoca a María!.

Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas en los escollos de las tribulaciones, mira a la Estrella, llama a María.

Si eres agitado por las ondas de la soberbia, si de la detracción, si de la ambición, si de la emulación, mira a la Estrella, llama a María.

Si la ira, o la avaricia, o la impureza impelen violentamente la navecilla de tu alma, mira a María.

Si, turbado a la memoria de la enormidad de tus crímenes, confuso a la vista de la fealdad de tu conciencia, aterrado a la idea del horror del juicio, comienzas a ser sumido en la sima del suelo de la tristeza, en los abismos de la desesperación, piensa en María.

En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María.

No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón; y para conseguir los sufragios de su intercesión, no te desvíes de los ejemplos de su virtud.

No te extraviarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas, no te perderás si en Ella piensas.

Si Ella te tiende su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás, si es tu guía; llegarás felizmente al puerto, si Ella te ampara.+