Mensaje del Papa a la CAL: "La sinodalidad no es una moda"
- 26 de mayo, 2022
- Ciudad del Vaticano (AICA)
Videomensaje del Santo Padre a la Asamblea Plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina reunida del 24 al 27 de mayo, a cuyos participantes alentó a "promover la verdadera sinodalidad".
El papa Francisco envió un videomensaje a la Pontificia Comisión para América Latina (PCAL), con motivo de la Asamblea Plenaria, en curso del 24 al 27 de mayo. Comunión y sinodalidad, entre los temas centrales de la reunión.
El pontífice expresó su alegría por este encuentro después “de la prolongada pausa que ha causado la pandemia” y manifestó su deseo de que se hubiesen reunido antes de la convocatoria del Sínodo sobre la sinodalidad en la Iglesia, para reflexionar sobre la experiencia de camino sinodal de la Iglesia latinoamericana y caribeña en el postconcilio.
Haciendo un repaso de la historia de las Conferencias Generales del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), el Papa recordó que “comunión” y “participación”, fueron las categorías-clave en la Conferencia de Puebla, y que “conversión pastoral” fue relevante en Santo Domingo y Aparecida. Una experiencia de sinodalidad que está presente en la vida pastoral, destaca el Santo Padre, advirtiendo de la necesidad de “que seamos más conscientes de nuestros límites para así poder madurar y dar frutos evangélicos en este camino”.
Pasos cortos y torpes
Se trata de vivir lo que estaba presente en la primera Iglesia, advirtió el Papa, para lo que “como niños pequeños damos pasos cortos y torpes”, ante lo que hace ver la necesidad de “una mayor conversión personal y pastoral”. En ese sentido, destacó la disposición de la Iglesia en América Latina y el Caribe, para “reaprender a caminar juntos al momento de enfrentar los desafíos o los problemas pastorales y sociales propios del cambio de época”.
Francisco dijo tener “alergia a los pensamientos ya completos y cerrados”, poniendo como ejemplo el inicio de la Teología de la Liberación, que calificó como “una ideologización de lo que es un camino telúrico latinoamericano”, un camino agarrado a la tierra. Desde ahí insistió en la recta interpretación de las enseñanzas del Concilio llevada a cabo por la Iglesia en América Latina y el Caribe, reaprendiendo a “caminar juntos al momento de enfrentar los problemas pastorales, los problemas sociales propios del cambio de época”.
Abrirse al don del Espíritu
En ese camino destacó la fuerza del Espíritu, advirtiendo que “cuando uno cree saberlo todo, el don no puede ser recibido”, lo que ve como un peligro para la sinodalidad. Reflexionando sobre las características de ese don, que busca la unidad y la comunión, que se hace presente a través de las mociones, y lleva a vivir en un servicio constante a los demás, algo que se contrapone al pensamiento cerrado, que domina, controla, ocupa espacios.
Por eso advirtió que “ocupar espacios es la tentación, abrir procesos es la actitud que permite la acción del Espíritu Santo”. Un Espíritu que es actual, con diversidad de carismas, crea la armonía de todas las diferencias. Desde ahí definió la sinodalidad como “parte de una eclesiología pneumatológica, es decir, espiritual”. También como parte de una teología eucarística, e inclusive “el punto en el que converge misteriosa pero realmente la Trinidad en la historia”.
La sinodalidad no es una moda
El Santo Padre advirtió luego que “la sinodalidad no es una moda organizacional o un proyecto de reinvención humana del pueblo de Dios. Sinodalidad es la dimensión dinámica, la dimensión histórica de la comunión eclesial fundada por la comunión trinitaria, que apreciando simultáneamente el sensus fidei de todo el santo pueblo fiel de Dios, la colegialidad apostólica y la unidad con el Sucesor de Pedro, debe animar la conversión y reforma de la Iglesia a todo nivel”.
En referencia a la PCAL la llamó “a ser un organismo de servicio que colabore a que todos en América Latina y el Caribe ingresemos en un estilo sinodal de ser Iglesia, en el que el Espíritu Santo, que también nos llama a través del Pueblo Santo de Dios, sea el protagonista, y no nosotros”, insistiendo en la PCAL como servicio, como diakonía, que ayude en la mejor comprensión de la realidad social y eclesial, y acompañe al Celam, la Ceama y la Pastoral Hispana de Canadá y Estados Unidos.
Asimismo animó a la Comisión para América Latina a generar nuevas dinámicas, a desinstalar los usos y costumbres clericales, ante un clericalismo que ve como una perversión “quietista”, a promover la verdadera sinodalidad, que “nos debe conducir a vivir más intensamente la comunión eclesial”, que nace del Bautismo. Por ello advirtió ante el protagonismo unipersonal y llama a “sembrar y animar procesos que permitan que el pueblo de Dios, que camina en la historia, pueda participar más y mejor en la común responsabilidad que todos tenemos de “ser Iglesia”, insistiendo en que “todos somos pueblo de Dios”.+