'La paz del mundo está cada vez más amenazada', advirtió el Papa
- 8 de enero, 2024
- Ciudad del Vaticano (AICA)
"Es una responsabilidad de todos trabajar por la paz", exhortó el Papa al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede. En su discurso reflexionó sobre los conflictos que asolan el mundo.
"Es importante trabajar por la paz en un momento de la historia en el que está cada vez más amenazada, debilitada y en parte perdida”, afirmó el Papa Francisco al dar la bienvenida a la “familia diplomática” acreditada ante la Santa Sede, agradeciendo a los embajadores por sus esfuerzos para fomentar las buenas relaciones entre la Santa Sede y sus respectivos países.
E inmediatamente arrojó luz sobre el tema central de su discurso, la paz, que, según dijo, es ante todo un don de Dios, porque es Él quien nos dejó su paz. "Sin embargo, también es una responsabilidad que nos incumbe a todos", añadió.
Expresando profunda preocupación por la escalada de conflictos en todo el mundo, el Papa describió la situación actual como una "tercera guerra mundial librada poco a poco" y abordó abiertamente crisis geopolíticas específicas.
Israel y Palestina
Recordando la guerra en curso entre Israel y Hamás, el Santo Padre condenó el ataque del 7 de octubre contra el pueblo israelí.
“Renuevo mi condena de este acto y de cada caso de terrorismo y extremismo. Ésta no es la manera de resolver las disputas entre los pueblos; esas disputas sólo se agravan y causan sufrimiento a todos”, afirmó.
Y al condenar la posterior respuesta militar a ese acto que llevó a una guerra a gran escala en Gaza -donde más de 22.000 personas murieron y millones resultaron heridas y desplazadas- el Papa denunció el hecho de que "provocó una fuerte respuesta militar israelí en Gaza que ha provocado la muerte de decenas de miles de palestinos, principalmente civiles, incluidos muchos jóvenes y niños, y ha provocado una crisis humanitaria excepcionalmente grave y un sufrimiento inconcebible”.
Así, pidió un alto el fuego inmediato, la liberación de rehenes y el acceso a la ayuda humanitaria para el pueblo palestino.
También reiteró su apoyo a una solución de “dos Estados”, así como a un “estatus especial garantizado internacionalmente para la ciudad de Jerusalén, con el objetivo de lograr una paz y seguridad duraderas”.
Siria, Líbano, Myanmar
El Papa expresó su preocupación por la situación desestabilizadora en toda la región, claramente desestabilizada por el actual conflicto en Gaza.
En particular, dirigió su atención al pueblo de Siria que "vive en una situación de inestabilidad económica y política agravada por el terremoto del pasado febrero".
Hizo un llamamiento a la comunidad internacional “para que anime a las partes involucradas a emprender un diálogo constructivo y serio y a buscar nuevas soluciones para que el pueblo sirio ya no tenga que sufrir como resultado de las sanciones internacionales”.
Al expresar “profunda angustia por los millones de refugiados sirios todavía presentes en países vecinos como Jordania y el Líbano”, el Papa no dejó de mencionar la difícil situación de los rohingya en Myanmar, y pidió que “se hagan todos los esfuerzos posibles para ofrecer esperanza a esa tierra y un futuro digno para sus jóvenes, sin descuidar la emergencia humanitaria que los rohingya siguen viviendo”.
Rusia y Ucrania, Armenia y Azerbaiyán
Reiterando su perspectiva de una tercera guerra mundial librada poco a poco, el Papa recordó casi dos años de guerra a gran escala emprendida por Rusia contra Ucrania que ha resultado en “un gran número de víctimas y destrucción masiva” y la situación en el sur del Cáucaso entre Armenia y Azerbaiyán, con la dramática situación de los refugiados.
En ambos casos, pidió negociaciones, respetando el derecho internacional y la diversidad religiosa.
Foco en África
El Papa abordó las crisis humanitarias en el África subsahariana, incluidos los efectos del terrorismo, la inestabilidad política y el cambio climático. Pidió esfuerzos serios para implementar acuerdos, como el Acuerdo de Pretoria, para abordar los conflictos en Tigray, y buscó soluciones a las tensiones en Etiopía y el Cuerno de África.
La guerra en Sudán y sus consecuencias de gran alcance para millones de personas desplazadas también estaban en su radar, al igual que la difícil situación de los refugiados en Camerún, Mozambique, la República Democrática del Congo y Sudán del Sur.
Desafíos en las Américas
Si bien reconoció la ausencia de guerras abiertas en las Américas, Francisco destacó las graves tensiones entre varios países de América Latina, como Venezuela y Guyana, y expresó su preocupación por la polarización política que afecta a las instituciones democráticas en lugares como Perú y Nicaragua.
"La situación en Nicaragua sigue siendo preocupante: una crisis prolongada con consecuencias dolorosas para la sociedad nicaragüense en su conjunto, y en particular para la Iglesia católica", afirmó, reafirmando el compromiso de la Santa Sede de fomentar "un diálogo diplomático respetuoso en beneficio de los católicos". y a toda la población”.
Un mundo lacerado y los rostros humanos de la guerra
El Papa continuó pintando un cuadro vívido de un mundo cada vez más lacerado donde millones de personas sufren debido a los conflictos, y detallando los rostros humanos detrás de las estadísticas, el Papa Francisco condenó la violación del derecho internacional humanitario, afirmando que las violaciones graves son crímenes de guerra que exigen no sólo identificación, pero también prevención.
Observando que la guerra moderna ya no tiene lugar sólo en campos de batalla claramente definidos, el Papa lamentó que en un “contexto donde parece que ya no se respeta la distinción entre objetivos militares y civiles, no hay conflicto que no termine de alguna manera atacando indiscriminadamente a la población civil”.
"Los acontecimientos en Ucrania y Gaza son una prueba clara de ello", afirmó.
Desarme y seguridad global
El Santo Padre destacó la necesidad del desarme, afirmando que las armas no tienen un valor disuasorio, sino que alientan su uso.
"¿Cuántas vidas podrían salvarse con los recursos que hoy se destinan erróneamente al armamento?", preguntó, al tiempo que reafirmaba su propuesta de "invertir esos recursos en la búsqueda de una seguridad global genuina", ya que la humanidad debería trabajar para abordar las causas profundas de los conflictos.
“Los desafíos de nuestro tiempo trascienden las fronteras, como lo vemos en la variedad de crisis -alimentaria, ambiental, económica y de atención médica- que marcaron el comienzo del siglo. Aquí reitero mi propuesta de que se establezca un fondo global para eliminar finalmente el hambre y promover un desarrollo sostenible de todo el planeta”, afirmó.
Crisis ambiental y cambio climático
Otra causa fundamental del conflicto que el Papa no olvidó mencionar es la crisis climática que “exige una respuesta cada vez más urgente y una implicación total por parte de todos, incluida la comunidad internacional en su conjunto”.
Expresó su esperanza de que el acuerdo adoptado en Dubai en la Cumbre del Clima de la ONU pueda conducir a "una aceleración decisiva de la transición ecológica".
La migración y la crisis del Mediterráneo
El discurso brindó al Papa la oportunidad de pedir respeto y protección para quienes se ven obligados a huir de sus tierras. Ante lo que se percibe como una “invasión”, lamentó que “fácilmente podemos terminar cerrando el corazón”.
“Nos olvidamos rápidamente de que se trata de personas con rostro y nombre, y pasamos por alto la vocación específica de éste, 'nuestro mar' (mare nostrum), de ser no una tumba sino un lugar de encuentro y enriquecimiento mutuo entre personas, pueblos y culturas”, afirmó.
Así, el Santo Padre apeló a un enfoque equilibrado que regule la migración respetando los derechos y la dignidad de las personas, y pidió un cambio de perspectiva sobre el Mediterráneo, visualizándolo como un “laboratorio de paz” en lugar de un cementerio, donde la vida de los inmigrantes es acogida, protegida, promovida e integrada.
"Necesitamos igualmente insistir en el derecho de las personas a permanecer en su patria y la correspondiente necesidad de crear las condiciones para el ejercicio efectivo de este derecho", dijo.
Educación, Derechos Humanos, Diálogo
Al final de un discurso largo y muy articulado, el Papa Francisco señaló la educación como un medio para invertir en el futuro, especialmente en el contexto del uso ético de las nuevas tecnologías.
Habló de la necesidad de que el desarrollo tecnológico sea ético y responsable y destacó la trascendental importancia de los derechos humanos.
Denunciando las tendencias que han llevado a la colonización ideológica y a la difusión de una "cultura de la muerte" en algunas partes del mundo, apeló al respeto de la vida, "de toda vida humana, empezando por la del niño no nacido en el seno materno, que no puede ser suprimida ni convertirse en un producto comercial", y criticó prácticas como la maternidad subrogada como violaciones de la dignidad humana.
“En cada momento de su existencia, la vida humana debe ser preservada y defendida; sin embargo, observo con pesar, especialmente en Occidente, la continua difusión de una cultura de la muerte, que en nombre de una falsa compasión descarta a los niños, los ancianos y los enfermos”.
Finalmente, el Papa Francisco defendió el papel del diálogo, y en particular del diálogo interreligioso, como elemento crucial en la búsqueda de la paz.
"El camino hacia la paz pasa también por el diálogo interreligioso, que requiere ante todo la protección de la libertad religiosa y el respeto a las minorías", dijo, lamentando el hecho de que "un número cada vez mayor de países están adoptando modelos de control centralizado sobre la libertad religiosa, especialmente por el uso masivo de la tecnología”.
Pidió respeto a las comunidades religiosas minoritarias, de quienes dijo: “En algunos casos, corren el riesgo de extinción debido a una combinación de terrorismo, ataques a su patrimonio cultural y medidas más sutiles como la proliferación de leyes anticonversión, la manipulación de reglas electorales y restricciones financieras”.
El Papa reiteró su condena de todos los actos de antisemitismo y de la creciente discriminación contra los cristianos en todo el mundo.
Año Santo
El Papa concluyó su discurso recordando a los presentes que la Iglesia se prepara para el Jubileo, el Año Santo que comenzará la próxima Navidad.
“Hoy, quizás más que nunca”, dijo, “necesitamos un Año Santo”, un tiempo de gracia que nos permita experimentar la misericordia de Dios y el don de su paz.
En medio de muchas causas de sufrimiento que llevan a un sentimiento de desesperanza no sólo en los directamente afectados sino en todas nuestras sociedades, el Papa dijo que, en medio de las dificultades que experimentan los jóvenes, “que en lugar de soñar con un futuro mejor a menudo se sienten impotentes y frustrados, ” y en medio de la oscuridad de este mundo que parece expandirse en lugar de retroceder, “el Jubileo es una proclamación de que Dios nunca abandona a su pueblo y mantiene constantemente abiertas las puertas de su Reino”.+