Gallagher precisó el enfoque de la Santa Sede hacia la diplomacia y la defensa de la paz
- 8 de julio, 2024
- Manila (Filipinas) (AICA)
Al concluir su visita de cinco días a Filipinas, el secretario del Vaticano para las Relaciones con los Estados ofreció una reflexión sobre la diplomacia vaticana.
Frente a los conflictos que actualmente desgarran diversas partes del mundo en una "tercera guerra mundial librada a pedazos", frente a la carrera armamentista, las amenazas nucleares y el terrorismo, es necesario "entender que la defensa no es sólo una cuestión de poderío militar, sino también de fomento de instituciones y de promoción de acuerdos entre los pueblos".
El arzobispo Paul Richard Gallagher, secretario del Vaticano para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales, ofreció esta evaluación el viernes, al concluir su visita de cinco días a Filipinas.
En su intervención en la sede del Instituto de Servicio Exterior en Pasay City, el arzobispo ofreció una amplia reflexión sobre la diplomacia de la Santa Sede en el contexto internacional contemporáneo, reiterando que hablar de victoria o derrota, en nuestro contexto actua,l "es poco realista".
Por el contrario, señaló, es necesario establecer "un orden nuevo y justo", que trascienda las divisiones y mire hacia el reconocimiento de la dignidad humana.
Éste, añadió monseñor Gallagher, es precisamente el enfoque diplomático de la Santa Sede, que busca "ser un signo de esperanza" caracterizado por una "neutralidad positiva".
Dijo que ese enfoque, en lugar de buscar el poder o el dominio, se basa en principios que "priorizan el bienestar de toda la humanidad, defienden la dignidad humana y abogan por una paz duradera", al tiempo que defienden "el bien común, la solidaridad entre las naciones y la subsidiariedad".
Como "actor transnacional relevante" y "autoridad moral soberana e independiente", la Santa Sede ejerce su acción diplomática como poder blando, confiada "en la persuasión moral" y en el "liderazgo ético", con el objetivo de promover "la justicia, la paz y la solidaridad a escala internacional", expresó también.
El arzobispo Gallagher dijo que la Santa Sede es un mediador "confiable", independiente "de alianzas y bloques políticos" y, por lo tanto, capaz de "construir puentes donde otros sólo ven divisiones insuperables".
En un punto central de su intervención, el Secretario para las Relaciones con los Estados se centró en los esfuerzos del Papa Francisco por defender los derechos humanos, el desarrollo humano integral, el cuidado de la casa común y abogar por la paz y la no violencia.
Estas cualidades, afirmó el arzobispo, hacen del Papa un "actor primordial" de la diplomacia vaticana, que está "arraigada en una sincera apertura" y fundada en la caridad.
Ante la "pérdida de la confianza entre las naciones" y el creciente número y gravedad de "conflictos y guerras", el arzobispo Gallagher destacó la participación global de la Santa Sede.
La Iglesia, dijo, "comparte las alegrías, las tristezas y las preocupaciones de los hombres de nuestro tiempo", como afirma el Concilio Vaticano II, y contribuye a alejar a las naciones y a los pueblos de "modelos de guerra, resentimiento y odio".
Más bien, añadió, la Iglesia alienta a las naciones a "avanzar por el camino del diálogo", guiadas "por el imperio del derecho así como por la ley natural, más que por la ley de la fuerza".
El arzobispo Gallagher también enfatizó la "responsabilidad moral" de la diplomacia pontificia. Dijo que este compromiso se evidencia en varios ámbitos, entre ellos la defensa de la santidad de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural; la salvaguarda de la Creación; la lucha contra la "cultura del descarte" y la "globalización de la indiferencia", acompañada de la promoción de la "cultura del encuentro" y la "globalización de la fraternidad".
Todo esto, reiteró monseñor Gallagher, se inscribe en el horizonte del "realismo cristiano", donde "el arte de gestionar las relaciones internacionales está firmemente arraigado en el mundo real, abordando desafíos prácticos y buscando soluciones tangibles". Esto implica priorizar "el bienestar, la seguridad y la estabilidad de las naciones" por encima del poder o los intereses personales.
En este sentido, el arzobispo citó áreas específicas de ejercicio de la diplomacia vaticana: el acceso al derecho fundamental a la salud; el apoyo a políticas económicas justas; la lucha contra el "flagelo tóxico" de la trata de personas; la promoción del multilateralismo y la defensa de la libertad religiosa.
Sobre este último punto, monseñor Gallagher recordó que "la Santa Sede defiende que la libertad religiosa no es sólo un derecho humano sino también un camino vital hacia la curación de las divisiones y la promoción de la paz mundial", y añadió que la Santa Sede desempeña "un papel fundamental en la defensa de la paz, la reconciliación y la resolución no violenta de los conflictos".
Finalmente, Monseñor Gallagher recordó su periodo como consejero de la nunciatura apostólica en Manila de 1991 a 1995, así como las visitas de cuatro Papas a Filipinas (san Pablo VI en 1970, San Juan Pablo II en 1981 y 1995, el Papa Francisco en 2015).
Concluyó alentando a la nación del sudeste asiático a continuar con su "papel crucial" como promotor de la "cooperación regional" en Asia y como constructor de "una sociedad más humana e inclusiva".+