Miércoles 25 de diciembre de 2024

Los catamarqueños celebraron el segundo aniversario de la beatificación de Esquiú

  • 5 de septiembre, 2023
  • San Fernando del Valle de Catamarca (AICA)
"Tanto la vida de la Virgen María, como la del Beato Mamerto Esquiú nos orientan acerca de cómo debemos encarar nuestra vida personal, familiar, social y eclesial", dijo el obispo, Mons. Luis Urbanc.
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La comunidad catamarqueña conmemoró, el lunes 4 de septiembre, el segundo aniversario de la beatificación de Fray Mamerto Esquiú, con diferentes celebraciones en la ciudad capital y en la localidad de Piedra Blanca, su tierra natal.

La fiesta se inició con la partida de la imagen de la Virgen Morena desde la catedral diocesana, que fue acompañada y guiada por el obispo local, monseñor Luis Urbanc, y el rector del templo, presbítero Gustavo Flores, en una caravana vehicular que recorrió calles y avenidas de San Fernando del Valle, atravesando un territorio de chacras por la ruta Nº 41 hasta Piedra Blanca, donde la esperaban miembros de agrupaciones gauchas, devotos y peregrinos en general, a quienes se sumaron los que iban en bicicleta.

Allí, cientos de personas participaron de la procesión alrededor de la plaza, portando las imágenes de la Virgen del Valle y del beato Esquiú, junto con las reliquias que se veneran en la catedral. 

Entre cantos, matizados con oraciones y reflexiones alusivas a ese acontecimiento de fe, arribaron a la explanada del histórico templo de San José, donde el obispo presidió la misa, que fue concelebrada por el párroco de San José, presbítero Carlos Robledo; el presbítero Flores; el capellán del santuario mariano, Ramón Carabajal; y los párrocos de San Isidro Labrador (Valle Viejo), San Francisco de Asís (Andalgalá) y San Antonio de Padua (San ernando del Valle), presbíteros Javier Grosso, Julio Quiroga del Pino y Ángel Nieva, respectivamente.

Participaron también de la ceremonia litúrgica el intendente de Fray Mamerto Esquiú, Guillermo Ferreyra, junto con miembros de su gabinete, concejales y legisladores provinciales, durante la cual brindaron un marco especial los abanderados y escoltas de escuelas del departamento.

En la homilía, monseñor Urbanc destacó: “Hoy nos encontramos en este solar de la iglesia de San José, frente a la casa donde nació, creció y se educó Fray Mamerto Esquiú, en el segundo aniversario de la entrañable ceremonia de su beatificación. Por eso, los invito a expresar nuestro gozo y gratitud con las palabras del salmista: «Canten al Señor un cántico nuevo, cante al Señor, toda la tierra. Cuenten a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones»”.

“Nuestro Beato ha sido un devoto y fiel hijo de la Virgen del Valle, reconociendo en ella a su madre protectora en los avatares de su vida familiar, política y religiosa. Hermoso ejemplo a imitar y difundir”.

Refiriéndose al masivo acompañamiento de fieles y devotos de diversas comunidades, el prelado pidió que esto “nos ayude a tomar conciencia de que somos peregrinos por esta tierra, la cual se nos confía como don y tarea, con la certeza de que nuestra morada definitiva y real es la vida eterna, junto al buen Dios, Uno y Trino, en comunión con todos los bienaventurados, ángeles y santos”.

Luego, a la luz de las lecturas bíblicas proclamadas, el diocesano se refirió a la carta de san Pablo a los Efesios, en la que el apóstol pide que ‘nos comportemos de una manera digna de la vocación que hemos recibido’. “En esto empeñó su vida el beato Fray Mamerto. Para instrumentarlo, se valió de cuanto recurso legítimo tenía a su alcance. Por eso, hasta incursionó en el servicio de la política y la prensa, sin jamás perder de vista los valores recibidos en el Bautismo, que regían todo su accionar, sentir y pensar”, afirmó.

En tanto, monseñor Urbanc habló de la tarea que desde hace dos años se emprendió “para devolverle a esta Iglesia diocesana su impronta sinodal”, y manifestó que, “para lograrlo, vamos realizando nuestras actividades en clave sinodal, es decir, pensando juntos, escuchando juntos, planificando juntos”.

“De esta manera, lograremos superar un defecto ínsito a nuestra frágil naturaleza humana: la de considerarnos que unos somos más grandes o importantes que otros, lo cual genera todos los problemas en nuestras relaciones interpersonales e institucionales”, agregó. 

Y señaló: “Tanto la vida de la Virgen María, como la del beato Mamerto Esquiú nos orientan en el modo en que debemos encarar nuestra vida personal, familiar, social y eclesial. No malogremos esta gracia que Dios nos da”.

Finalmente, invitó a los presentes a rezar la oración impresa, para “profundizar y enraizar el camino sinodal en la vida de todas las comunidades diocesanas”.

Antes de la bendición final, el párroco de San José agradeció a todas las personas que colaboraron para vivir esta fiesta en honor al beato y rezó en voz alta la oración por su pronta canonización.+

» Texto completo de la homilía