Viernes 15 de noviembre de 2024

El Papa rezó ante la tumba de Santa Mónica

  • 27 de agosto, 2020
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
El día que la Iglesia recuerda a Santa Mónica, el papa visitó la basílica de San Agustín que alberga la tumba de la santa
Doná a AICA.org

El día que la Iglesia recuerda a Santa Mónica, Francisco fue a la Basílica romana de san Agustín en Campo Marzio, que alberga la tumba de la madre del santo.

En la tarde del 27 de agosto, el papa Francisco, según anunció la Oficina de Prensa de la Santa Sede, visitó la Basílica de San Agustín en Campo Marzio de Roma. 

El pontífice rezó en la capilla dedicada a la madre del obispo de Hipona. Su tumba está custodiada en la Basílica Romana. Después de la oración el Papa regresó al Vaticano.

Mónica nació en Tagaste, norte de África (actual Argelia), el año 331. Siendo joven, por un arreglo de sus padres, se casó con Patricio, un hombre violento y mujeriego. 

Mónica sin lugar a dudas jugó un papel muy activo dentro de su familia. Nunca dejó de rezar y ofrecer sacrificios por la conversión de su esposo, cosa que finalmente logró. El padre de Agustín se bautizó poco antes de morir y dejó este mundo como cristiano.

Lamentablemente, su dolor no terminaría ahí. Agustín, su hijo mayor, era un joven de actitudes egoístas e impetuosas, que llevaba una vida disoluta y no tenía ningún interés en la fe. Mónica sufría al ver a su hijo alejado de Dios aunque guardaba la esperanza en que se convirtiera como lo hizo su esposo. Ella siguió rezando y ofreciendo sacrificios espirituales por su hijo.

Desesperada llegó a pedirle al obispo de la ciudad que hable con Agustín y lo convenza. Fue entonces que recibió aquella célebre respuesta: “esté tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas”. Dios le dio, de esa manera, consuelo, la fuerza que le faltaba y la sabiduría para entender mejor que “nuestros tiempos” no son siempre los tiempos de Dios.

Después de muchos años de incertidumbre sobre la salvación de su hijo, finalmente sus oraciones dieron el fruto esperado. Agustín, quien había realizado un largo itinerario espiritual e intelectual que lo dejó sumido en el vacío, se bautizó en la Pascua del año 387. Mónica logró estar durante ese tiempo a su lado pues lo había seguido hasta Milán, ciudad en la que Agustín abrazó el cristianismo.

No mucho tiempo después, cuando ambos se encontraban de camino de regreso a Tagaste, Mónica cae enferma y muere en el puerto de Ostia (África). Tenía 55 años.+