Jueves 26 de diciembre de 2024

El Papa deseó que la gratitud 'sea la luz que surja siempre de nuestro corazón'

  • 8 de octubre, 2023
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
"¡La ingratitud genera violencia, mientras que un simple 'gracias' puede restablecer la paz!", aseguró Francisco en su reflexión previa al rezo del Ángelus dominical.
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El Papa Francisco reflexionó, este domingo 8 de octubre, sobre la narración evangélica, y recordó qué es lo que sucede “cuando el hombre se olvida de la gratitud”. “¡La ingratitud genera violencia, mientras que un simple ‘gracias’ puede restablecer la paz!”, continuó.

Ante la presencia de fieles que se congregaron en la plaza de San Pedro para rezar con Francisco, el pontífice recordó que, “cuando el hombre se cree que se hace a sí mismo y se olvida de la gratitud, olvida la realidad fundamental de la vida: que el bien viene de la gracia de Dios, de su don gratuito”.

Recordó al respecto la parábola de Mt 21,33-43, en la que el dueño de una viña la arrienda porque debe irse al extranjero y, cuando llega el momento de la vendimia, envía a sus siervos para recibir los frutos. Pero los viñadores los maltratan y los matan; y cuando manda a su hijo, ellos lo matan también.

Francisco observó que el propietario “hizo todo bien, con amor”: confió la viña a los viñadores “arrendándoles su preciado bien y tratándolos de manera justa, para que estuviese bien cultivada y diese fruto”.

Sin embargo, dijo, “en la mente de los viñadores se insinuaron pensamientos ingratos y ávidos: 'No tenemos necesidad de dar nada al dueño. El producto de nuestro trabajo es solamente nuestro. ¡No tenemos que rendir cuentas a nadie!'”. “En la raíz de los conflictos siempre hay algo de ingratitud y de pensamientos ávidos, de poseer pronto las cosas”, aseguró

Y manifestó: “Los viñadores deberían haber estado agradecidos por todo lo que han recibido y por el modo en que han sido tratados”, enfatizó; mientras que en cambio, agregó, “la ingratitud alimenta la avidez, y crece en ellos un sentimiento progresivo de rebelión, que los lleva a ver la realidad de manera distorsionada, a sentirse acreedores en vez de deudores del propietario que les había dado trabajo. Y así, de viñadores se convierten en asesinos”.

El Santo Padre aseguró que, cuando el hombre olvida ser agradecido con Dios, “termina por vivir la propia condición y el propio límite no ya con la alegría de sentirse amado y salvado, sino con la triste ilusión de no tener necesidad de amor ni de salvación”. “Uno ya no se deja querer, y se encuentra prisionero de su propia codicia, prisioneros de la necesidad de tener más que los demás, de querer estar por encima de los demás”, dijo

De allí, subrayó, “provienen tantas insatisfacciones y recriminaciones, tantas incomprensiones y tantas envidias; y de esa manera, a causa del rencor, se puede caer en el torbellino de la violencia”.

Para evitar caer en eso, el Pontífice invitó a preguntarnos si “nos damos cuenta de que hemos recibido la vida como un don, que todo comienza por la gracia del Señor. Preguntémonos si esas pequeñas palabras -‘gracias’, ‘permiso’, ‘perdón’, ‘disculpa’- están presentes en nuestras vidas”.

Al finalizar su reflexión y justo antes de la oración mariana, pidió a María que “nos ayude a hacer de la gratitud la luz que surge todos los días del corazón”.+