El Papa a las familias: "¡Ánimo, la vida familiar no es una misión imposible!"
- 22 de junio, 2022
- Ciudad del Vaticano (AICA)
Francisco inauguró este miércoles el Encuentro Mundial de las Familias pidiéndoles que se pongan a la escucha para transformar el mundo
El papa Francisco concluyó el Festival de las familias -primer acto del X Encuentro Mundial de las Familias, en curso en Roma hasta el 26 de junio- con un extenso discurso dedicado a la belleza de la vida familiar, que surgió de los cinco testimonios de otras tantas familias que subieron al escenario del Aula Pablo VI, en presencia de unas 4.500 personas.
El pontífice deseó que la Iglesia sea “un buen samaritano que se les acerca y los ayuda a proseguir su camino y a dar un paso más”. Entre esos pasos el pontífice indicó cinco pasos: un paso más hacia el matrimonio, para abrazar la cruz, hacia el perdón, hacia la acogida y hacia la fraternidad.
Hacia el matrimonio
Sobre el primero de los pasos, hacia el matrimonio, expresó la necesidad de que las parroquias se conviertan en “comunidades que sostienen a todos con los brazos abiertos”. “¡Es indispensable! Y ustedes, providencialmente, han encontrado apoyo en otras familias, que son, de hecho, pequeñas iglesias”, indicó dirigiéndose a Luigi y Serena, una pareja cuya decisión de casarse por la Iglesia fue madurando tras un acercamiento a través de un grupo de familias.
Además, les recordó que el Bautismo y el Matrimonio son “la ayuda concreta que Dios nos da para no dejarnos solos, porque nosotros no nos bastamos”. El matrimonio es un regalo, no “una formalidad que hay que cumplir”, expresó en el Aula Pablo VI mientras los niños correteaban por el escenario. “Uno no se casa para ser católico “con la etiqueta”, para obedecer a una regla, o porque lo dice la Iglesia; uno se casa porque quiere fundar el matrimonio en el amor de Cristo”. “Ánimo, pues, ¡la vida familiar no es una misión imposible!”.
Abrazar la cruz
Por otra parte, el siguiente paso fue el que lleva a abrazar la cruz, tras la conmovedora historia de Roberto y María Anselma, una familia que perdió a una hija en olor de santidad y hoy es sierva de Dios, Chiara. “La enfermedad y la muerte no destruyó a la familia ni eliminó la serenidad y la paz de sus corazones”, les dijo destacando que el testimonio de Chiara los ayudó a “levantar la mirada y a no permanecer prisioneros del dolor”, sino a abrirse “a los designios misteriosos de Dios, a la eternidad, el cielo”. “Siempre necesitamos tener grandes ejemplos que nos estimulen. Que Chiara nos sirva de inspiración en nuestro camino de santidad, y que el Señor sostenga y haga fecunda cada cruz que las familias tienen que cargar”, deseó el Papa.
Hacia el perdón
Ante el tercer paso, hacia el perdón, Francisco agradeció el testimonio de Paul y Germaine, que tras atravesar una fuerte crisis vivieron la experiencia del perdón y de una profunda reconciliación. El matrimonio habló de “la falta de sinceridad, la infidelidad, el mal uso del dinero, los ídolos del poder y de la carrera, el resentimiento acumulado y la dureza del corazón”.
“Ver a una familia que se rompe es un drama que no puede dejarnos indiferentes. La sonrisa de los cónyuges desaparece, los hijos están confundidos, la serenidad de todos se desvanece. Y la mayoría de las veces no se sabe qué hacer”, indicó el pontífice, recordando que “el deseo que hay en lo más profundo del corazón de cada uno es que el amor no se acabe, que la historia construida juntos con la persona amada no llegue a su fin, que los frutos que esta generó no se pierdan. Todos tienen este deseo. Nadie desea un amor a “corto plazo” o a 'tiempo determinado´”.
Así, en la crisis se produjo un acercamiento que pasó por hablar, reconocer las culpas, rezar con otras parejas y desembocar en el perdón. “¡Gracias por este testimonio de perdón!”.
Llamados a acoger
Tras el testimonio de una familia romana, Pietro y Erika, que acogió a una familia ucraniana, Iryna y Sofía, que huía de la guerra, el pontífice afirmó que “la acogida es precisamente un 'carisma´ de las familias, ¡y sobre todo de las numerosas!”. “Se piensa que en una casa donde ya son muchos sea más difícil acoger a otros; en cambio, en la realidad no es así, porque las familias con muchos hijos están entrenadas para hacer espacio a los demás”.
Francisco destacó que esta es la dinámica de la propia familia porque “los esposos se han acogido el uno al otro, como se lo dijeron mutuamente el día del matrimonio: “Yo te recibo a ti”. Y después, trayendo hijos al mundo, acogieron la vida de nuevas criaturas”. También dijo que en las familias es natural acoger a los más débiles, “un hijo con discapacidad, una persona anciana que necesita cuidados, un pariente en dificultad que no tiene a nadie. Esto da esperanza”. “Una sociedad sin familias acogedoras se volvería fría e invivible”.
Llamados a la fraternidad
Por último, el quinto paso es el de la fraternidad, narrada por Zakia, viuda del embajador Luca Attanasio, asesinada en Congo, una familia multirreligiosa ejemplo de diálogo interreligioso cotidiano, muy comprometida por las poblaciones pobres. “En su familia se expresa el ideal de la fraternidad. Además de ser marido y mujer, ustedes vivieron como hermanos en humanidad, como hermanos en experiencias religiosas diversas, como hermanos en el compromiso social”, expresó el Papa, recordando que eso se aprende en familia: “Viviendo junto al que es diferente a mí, en la familia se aprende a ser hermanos y hermanas. Se aprende a superar divisiones, prejuicios, cerrazones y a construir juntos algo grande y hermoso, partiendo de lo que nos une. Ejemplos vividos de fraternidad, como el de Luca y Zakia, nos dan esperanza y nos hacen mirar con más confianza a nuestro mundo desgarrado por divisiones y enemistades. ¡Gracias por este ejemplo de fraternidad!”.
Por último Francisco preguntó a las familias: "¿Cuál es la palabra que el Señor quiere decir con nuestra vida a las personas que encontramos? ¿Qué “paso más” le pide hoy a nuestra familia?”. Y terminó invitando: “Pónganse a la escucha. Déjense transformar por Él, para que también ustedes puedan transformar el mundo y hacerlo 'casa´ para quien necesita ser acogido, para quien necesita encontrar a Cristo y sentirse amado.
El festival terminó con el canto del himno oficial del Encuentro que fue compuesto por el músico romano, monseñor Marco Frisina, titulado "Creemos en el amor", y cantado por el coro de la diócesis de Roma.+