Desarrollo Humano Integral: nuevo boletín de la Sección Migrantes y Refugiados
- 17 de junio, 2020
- Ciudad del Vaticano (AICA)
Cada semana la sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral publica un boletín, informando de la labor de la Iglesia en la pandemia.
¿Qué está haciendo la crisis actual de Covid-19 a los migrantes, refugiados, desplazados internos y víctimas de la trata de personas en todo el mundo? La Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral publica su noveno boletín en el que comparte innovaciones y buenas prácticas de diferentes actores católicos de todo el mundo que buscan ayudar a las personas desplazadas durante esta crisis y evitar la propagación del coronavirus en sus comunidades.
El boletín número 9, informa VaticanNews, contiene los siguientes temas: La transmisión del COVID-19 l llevó al cierre inmediato de las fronteras nacionales, como primera medida de contención a nivel mundial. Esto implicaba la prohibición de acceso también a los migrantes y solicitantes de asilo, violando, en el segundo caso, el principio de no devolución. Tal y como reiteró JRS International en su última declaración oficial, se debe garantizar, en todo momento, la posibilidad de solicitar asilo y registrarse como demandante de asilo, así como el derecho a una recepción adecuada y asistencia al momento de la llegada. Del mismo modo, la falta de acceso a los servicios de atención sanitaria y las condiciones de vida de los i inmigrantes y solicitantes de asilo, son motivo de preocupación en diferentes partes del mundo.
En la carta “Removing Barriers to Care During the Novel Coronavirus (COVID-19) Global Pandemic”, los organismos católicos de los Estados Unidos pidieron al Departamento de Seguridad Nacional que aboliese las barreras y ofreciese servicios a todos, pero especialmente a los más vulnerables.
El obispo Paul McAleenan comparte la misma opinión: pidió al gobierno británico que apoyase a los migrantes y refugiados durante la pandemia COVID-19 (ING), mostrando una especial preocupación por los i inmigrantes i indocumentados y las personas que han visto denegada su solicitud de asilo.
Ayudas materiales
La disfunción de la presencia humanitaria y la redistribución de fondos para la emergencia Coronavirus, amenazan con dejar caer en el olvido a los refugiados, privándolos así de la ayuda que necesitan.
Conscientes de ello, numerosos actores católicos trabajan activamente para garantizarles servicios de primera asistencia. Esta es, por ejemplo, una de las medidas que se adoptó en un pueblo de la región de Campania, Sessa Aurunca, en Italia, donde la Fondazione Migrantes, en colaboración con la Diócesis local, lanzó una campaña de recogida de alimentos y productos de higiene para las familias migrantes que viven en la región.
Asimismo, la ONG Manos Unidas y sus socios, pusieron en marcha varias iniciativas, que van desde el suministro de alimentos, agua y kits de higiene, hasta la protección de los trabajadores en precario y las poblaciones i indígenas, para ayudar a las personas vulnerables, afectadas directa o indirectamente por la pandemia en África, América y Asia.
Por último, pero no por ello menos importante, como consecuencia del paro laboral, muchos trabajadores migrantes se encontraron de la noche a la mañana, sin trabajo y sin ingresos. Esta situación ha generado una crisis de la vivienda, especialmente en las áreas económicas más activas, que atraen a un número considerable de migrantes. En la India, uno de los países más afectados, la Iglesia católica ha abierto refugios para trabajadores migrantes y desplazados internos.
Programas de actuación planificados
La pandemia no puede conllevar la interrupción de los proyectos en curso destinados a la asistencia de migrantes, refugiados, desplazados i internos y víctimas de la trata, bajo pena de comprometer los progresos realizados y la percepción de abandono por parte de las personas asistidas.
Muchas organizaciones católicas, tanto caritativas como de otra naturaleza, al tener que proteger la salud de sus trabajadores y voluntarios, se han visto obligadas a interrumpir algunas actividades y adaptar otras. Sin embargo, están intentando mantener sus servicios, redefiniéndolos y buscando nuevas soluciones de asistencia, compatibles con la distancia social recomendada. Un testimonio de este compromiso es Tartessos, un centro que el Secretariado de Migraciones diocesano abrió en Cádiz, para la acogida y asistencia de migrantes. Con el inicio del estado de alarma, Tartessos tuvo que reorganizar sus actividades a fin de atender con efectividad el día a día de los que habían quedado internados y, también, las necesidades de quienes estaban fuera y en una evidente situación de vulnerabilidad.
Los Scalabrinianos pusieron en marcha otra iniciativa encomiable a través de la campaña “Una sola casa”, para seguir apoyando al prójimo, migrante y refugiado, que sufre, hoy aún más, por la “pandemia de la i diferencia o de la marginación”, y ofrecerle un apoyo concreto para volver a empezar y ser autosuficiente.
En conclusión, tal y como afirma el párroco de Lampedusa, donde en el último mes se han reanudado los desembarcos, no debemos perder nuestra vocación de acogida, a pesar del difícil momento que estamos atravesando.
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