Viernes 15 de noviembre de 2024

El Papa pidió a los empleados del Vaticano que confíen en el Señor y construyan la paz

  • 22 de diciembre, 2022
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
En el tradicional encuentro navideño, el pontífice les deseó serenidad a todos los presentes y les pidió que se comprometan a ser testigos de la paz.
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Después del encuentro con la Curia romana este jueves por la mañana, el papa Francisco acudió al Aula Pablo VI para el tradicional encuentro navideño con los empleados del Vaticano y sus familias. El Santo Padre comenzó su discurso dando gracias a Dios por haber superado, con la ayuda de los presentes, la fase crítica de la pandemia. “¡No lo olvidemos!”, subrayó Francisco, recordando la importancia de la gratitud.

En un ambiente festivo, el pontífice agradeció al personal por su trabajo y deseó serenidad a las familias tras la pandemia, dedicando un pensamiento especial para los niños y niñas, para que comprendan que "las crisis son momentos de crecimiento".

“Gracias por todo lo que hacen aquí, por su trabajo y también por su paciencia a veces, porque sé que hay situaciones en las que ejercitan la paciencia: gracias por ello”, subrayó el pontífice.

Francisco recordó que, “cuando estábamos en el confinamiento, decíamos: quién sabe cómo será cuando seamos libres para movernos, para reunirnos, etcétera. Luego, en cuanto las cosas cambian, perdemos la memoria y seguimos adelante como si nada hubiera pasado. Y puede que ni siquiera demos gracias al Señor. Esto no es cristiano y ni siquiera es humano. No, queremos dar las gracias porque pudimos volver al trabajo, y también porque pudimos superar algunos problemas, más o menos importantes, que surgieron durante el periodo más difícil”.

Asimismo, otro deseo que expresó el papa Francisco fue el de la serenidad, ya que el largo periodo de la pandemia "ha dejado huellas. No solo consecuencias materiales, económicas; también ha dejado huellas en la vida de las personas, en las relaciones, en la serenidad de las familias".

“Serenidad no significa que todo esté bien, que no haya problemas ni dificultades. No es eso. La Sagrada Familia de Jesús, José y María nos lo muestran. Podemos imaginar que, cuando llegaron a Belén, la Virgen empezaba a sentir el dolor, José no sabía adónde ir, llamaba a tantas puertas, pero no había sitio. Sin embargo, en el corazón de María y de José subyacía una serenidad, que venía de Dios y de la certeza de que estaban haciendo su voluntad, de que la buscaban juntos, en la oración y en el amor mutuo. Esto es lo que les deseo: que cada uno de ustedes tenga fe en Dios, y que en sus familias exista la sencillez de confiar en su ayuda, de rezarle y darle gracias”.

Testigos y artesanos de la paz
Y haciendo referencia a este momento particular de la historia del mundo, el Santo Padre dijo que estamos llamados a sentir con más fuerza la responsabilidad de poner cada uno de nuestra parte para construir la paz. Y esto, precisó el pontífice, tiene un significado especial para quienes viven y trabajan en la Ciudad del Vaticano.

“No porque este diminuto Estado, el más pequeño del mundo, tenga un peso especial, no por eso; sino porque tenemos como cabeza y maestro al Señor Jesucristo, que nos llama a unir nuestro humilde compromiso diario a su obra de reconciliación y de paz. Empezando por el entorno en el que vivimos, por nuestras relaciones con los compañeros, por cómo afrontamos los malentendidos y conflictos que puedan surgir en el trabajo; o en casa, en el ámbito familiar; o incluso con los amigos, o en la parroquia. Es ahí donde podemos ser concretamente testigos y artesanos de paz”.

“La paz se siembra: evitando hablar mal de los demás "a sus espaldas". Si nosotros hiciéramos solamente esto, seríamos creadores de paz por todas partes. Si hay algo que va mal, hablemos de ello directamente con la persona interesada, con respeto y franqueza. Seamos valientes. No finjamos que no pasa nada y luego hablemos mal de él o ella a otras personas. Seamos honestos y sinceros”

Finalmente, el papa Francisco envió un mensaje también a los niños y ancianos que se quedaron en casa: ellos, dijo, “son el tesoro de la familia, el tesoro de la sociedad”. 

“Todos tenemos que seguir adelante con paciencia, con alegría, dando gracias al Señor que nos da esta gracia del trabajo, pero conservarlo y hacerlo también con dignidad. Gracias por esto, gracias por lo que hacen aquí. Sin ustedes, todo esto no seguiría adelante. ¡Muchas gracias!”, concluyó.+